Un conservador que supo resistir con paciencia
Superviviente. Llegó al poder de la mano de José María Aznar. Los ajustes y la corrupción minaron su gestión.
A los 63 años, y después de demostrar un hábil manejo político para mantenerse en el poder pese a los embates que sufrió su gobierno, Mariano Rajoy se enfrenta ahora a una instancia crucial que puede sacarlo del cargo.
Hasta ahora, su paciencia e impasibilidad, así como la división de sus rivales, lo habían salvado, reconocen tanto aquellos aliados que lo ven como un brillante estratega, como los adversarios que lo atacan por su inmovilismo y su falta de carisma.
Reclinándose en su butaca, esperando a que se debilite la tormenta, había superado las duras críticas contra sus políticas de austeridad, los escándalos de su partido y la crisis independentista en Cataluña. Es el gran sobreviviente de la política española. “Tienes la piel de elefante”, le llegó a decir la canciller alemana Angela Merkel.
Nacido en Santiago de Compostela, Rajoy creció en una familia burguesa de provincia. Se sumergió en la política muy joven, inscribiéndose en Alianza Popular, fundada por ministros del dictador Francisco Franco y que acabaría convirtiéndose en el PP.
Comenzó como concejal en 1981 en su Galicia natal. Luego avanzó rápidamente. Cinco veces ministro del gobierno de José María Aznar, fue su vocero cuando tuvo que justificar la desastrosa gestión de la marea negra provocada por el buque “Prestige” en Galicia, o la entrada de España en la guerra de Irak en 2003.
Designado a dedo por Aznar como sucesor, perdió dos elecciones frente al socialista José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 y 2008. Tuvo que esperar pacientemente como líder de la oposición para convertirse a fines de 2011 en Jefe del Gobierno español con mayoría absoluta. Y tras las elecciones generales de 2015, en las que perdió apoyo por los escándalos de corrupción y los ajustes aplicados en su primer mandato, supo aguardar diez meses y unas nuevas elecciones para ser reinvestido en octubre de 2016, una vez sus rivales demostraron su incapacidad de acordar un gobierno alternativo.
Resucitado, aunque más débil, otras crisis se interpusieron en su camino, especialmente el fallido intento de secesión en Cataluña el pasado octubre. Criticado por su inacción, consiguió salvar la situación a última hora imponiendo su control directo sobre la región.
Cuando todo parecía favorecer al conservador jefe de Gobierno, la corrupción de su partido fue determinante. Esta vez Rajoy, el superviviente, no vio venir el golpe. ■