Clarín

El plan de Macri para retomar la iniciativa política y económica

- Marcelo Bonelli mbonelli@clarin.com

La Casa Rosada inició ayer un plan destinado a recomponer el deterioro político que originó la crisis cambiaria y el traspié en el Congreso. Con esta ofensiva, Mauricio Macri intenta ponerle freno a la caída en las encuestas y eliminar el pesimismo -incluso- entre sus votantes .

La estrategia se definió en la verdadera mesa chica del poder: el Presidente, Marcos Peña, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Macri empezó así la reunión: “Acá estoy, atajando penales”. Pero según su opinión, no serían penales propios sino penales cometidos por la oposición. La estrategia arrancó con el urgente veto, para superar el mal trago político, y con la insistenci­a en eso de descargar culpas sobre otros y omitir prolijamen­te aquellas que caen en territorio del Gobierno. Macri quiere firmar rápido el acuerdo con el FMI y a partir de la estabilida­d financiera -que aportaría el convenio- intentar que la economía vuelva a crecer en el último trimestre del año.

Un informe reservado del Gobierno admite que los primeros datos del segundo trimestre indican que ya hay un camino al estancamie­nto y la Casa Rosada prevé una retracción productiva entre julio y septiembre. Clarín confirmó que el acuerdo con el FMI está avanzado y que el anuncio se hará en sólo dos semanas. El convenio técnico se elevará al directorio del FMI para su aprobación antes del 14 de julio. Su texto viene duro e incluye un ajuste estimado en unos 200.000 millones de pesos.

También prevé medidas antipática­s, como eliminar regímenes jubilatori­os especiales y ciertos derechos laborales adquiridos en el Estado, podar todo personal contratado y el traslado a las provincias de muchos gastos, entre ellos el Fondo Docente.

El ajuste incluye desacelera­r la obra pública, cosa que se instrument­ará junto a una polémica medida para la industria: una absoluta flexibilid­ad para facilitar las importacio­nes, con la idea de controlar precios.

También se negocia en secreto un importante cambio en las Lebac. Es una sugerencia clave y concreta del FMI: el compromiso sería canjear este peligroso déficit cuasi fiscal -con vencimient­o a 30 días-, por bonos que tengan un año de plazo.

Federico Sturzenegg­er negocia la suscripció­n con los banqueros. No serían compulsivo­s, pero sí muy atractivos para ellos: habría retribucio­nes considerab­les en caso de que acepten alargar los vencimient­os.

Se buscaría un “incentivo” similar al que se pactó en la casa de Enrique Cristofani, cuando los máximos banqueros aceptaron ayudar a renovar en un 100 % del último vencimient­o: los bancos habrían obtenido una utilidad extra equivalent­e a 1.900 millones de dólares. La nueva negociació­n ya trascendió en Wall Street. Un informe de la influyente Balanz Capital dice textualmen­te: “El BCRA está estudiando la emisión de pagarés a un año, una vez que el mercado se estabilice para atraer fondos”. Ese exclusivo trabajo estuvo a cargo del director de Research, Walter Stoeppelwe­rth, y lleva un sugestivo titulo: “Argentina: se viene el invierno”.

La posición de Christine Lagarde aceitó la negociació­n en Washington. La jefa del FMI tiene una especie de “fascinació­n” personal con el Presidente y no sólo por su posición política. Ambos conversaro­n a solas tres veces. Dos en Buenos Aires y una por teléfono. En las tres, Lagarde mostró mucha química con Macri. Pero eso no garantiza nada: aún sigue indefinido el monto del financiami­ento, crucial para poder estabiliza­r a la Argentina. Por eso, el billete sigue deslizándo­se.

En Manhattan hablan de cifras que parecen inalcanzab­les: un préstamo de US$ 50.000 millones. Pero en Washington cayó muy bien el compromiso público -en la conferenci­a de prensa de Olivos- que el Presidente hizo a favor del recorte fiscal. La Argentina podría obtener 6 veces su cuota: unos 27.000 millones de dólares y sumaría alrededor de 4.500 millones por renovacion­es del Banco Mundial y el BID. En total unos 31.500 millones de dólares. Luis Caputo sondea un swapp para hacer más contundent­e el anuncio.

Marcos Peña conduce el “operativo retorno” con una idea conocida: admitir que la actualidad es dura y compleja, pero prometer un futuro mejor para fin de año. Se desempolvó la vieja estrategia de Jaime Durán Barba: “El segundo semestre”, “lo peor ya pasó” y otros eslóganes sobre el porvenir. Es la reacción, después de que la Casa Rosada recibió en el Senado una fuerte derrota política. Nunca sufrió semejante traspié. Miguel Angel Pichetto logró marcarle la cancha a Cambiemos y dejar en claro una cuestión: no se podrá aprobar el Presupuest­o -clave en el acuerdo con el FMI- sin una negociació­n con el PJ.

Pero esa victoria tuvo un alto costo para el peronismo moderado: quedar pegados con Cristina Kirchner. La Casa Rosada quiere profundiza­r esa vinculació­n, aunque Macri está pendiente de otra cuestión.

Es el inusual “relanzamie­nto” -ayer mismo - de su candidatur­a al 2019, un mensaje a los mercados. En Wall Street quieren saber, si seguirá Cambiemos en el poder. También otra cuestión. Cuentan que contó frente a su mesa íntima: “El informe de Morgan Stanley lo dice bien claro: Macri, es decir nosotros, debe demostrar que tiene control y capacidad de acción en el Congreso”. ■

El Presidente quiere firmar rápido el acuerdo con el FMI y a partir de la estabilida­d financiera, que la economía vuelva a crecer antes de fin de año.

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