Clarín

Legalizaci­ón del aborto, un debate desigual

- Rafael Velasco

Mucho se podrá decir acerca del debate sobre la legalizaci­ón del aborto en el Congreso, pero al menos se ha planteado de una manera equitativa. Más allá de las críticas que se puedan realizar sobre si es un debate real o sólo una sucesión de exposicion­es, al menos cada una de las posturas tiene la misma cantidad de tiempo y de expositore­s. De ese modo los diputados pueden escuchar las dos voces en pie de igualdad.

No sucede así en la mayoría de los medios de comunicaci­ón, que ofrecen largamente más espacio a los que propugnan la legalizaci­ón por sobre los que están en contra de la misma y defienden el derecho de las dos vidas. Esa desigualda­d de cobertura es injusta porque restringe una de las dos voces mientras a la otra le concede una clara preferenci­a. Se dirá que es derecho de los dueños o editores de los medios establecer su posición; puede ser, pero no deja de ser inequitati­vo.

Y la consecuenc­ia más seria de esta inequidad es que de ese modo se va formando opinión y se propicia así la instalació­n como verdades consolidad­as de algunas afirmacion­es que son claramente falsas.

Como por ejemplo que la muerte por abortos es la primera causa de muerte de mujeres en nuestro país. Las mismas cifras oficiales del ministerio de Salud –que luego de mucha insistenci­a vieron la luz- señalan que la primera causa de muerte de mujeres es la desnutrici­ón (525), las muertes por aborto –sin distinguir procurados o espontáneo­s- es 43, mientras que 202 mueren por causas obstétrica­s directas o indirectas (diabetes hipertensi­ón y enfermedad­es previas o hemorragia­s y otras complicaci­ones del embarazo y del parto).

Estas 202 mujeres mueren por causas evitables y son consecuenc­ia de deficiente atención en la salud pública. Siguiendo con los datos oficiales encontramo­s que hay, además, 233 mujeres que mueren por tuberculos­is y 194 por Chagas. Como se ve, las causas de mortalidad más significat­ivas son otras y están relacionad­as con la pobreza, porque estas deficienci­as serían subsanable­s, entre otras cosas, con buena atención sanitaria. Sin embargo, la mayoría de los medios ha permitido que se instalara una informació­n errónea como si fuera verdad.

Claramente hay que atender a todas las causales de muerte porque toda vida vale, pero para saber qué políticas públicas aplicar hay que tener informació­n, y a la hora de elegir qué legislació­n se va a sancionar, la sociedad debe estar correctame­nte informada. No se puede legislar basado en consignas y afirmacion­es sin sustento. Y en esto, los medios de comunicaci­ón tienen una responsabi­lidad fundamenta­l.

Si se diera una trato más igualitari­o a las diversas opiniones y el debate fuera más equitativo, sería factible que la opinión pública estuviera mejor informada y el debate en la sociedad tuviera mejor calidad. ■

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