Todas las posiciones radicalizadas se fueron suavizando de ambos lados
El debate sobre la despenalización del aborto signa un momento histórico en el que los Diputados de la Nación nos enfrentamos con una cuestión fundamental y constitutiva de nuestra República: la vida y cómo protegerla.
De hacer una síntesis de aquello que se vivió, diríamos que los debates fueron respetuosos y fue notable la capacidad de encuentro entre todos los partidos políticos. Ante el llamado de legislar sobre la vida todos los Diputados, oficialistas y opositores, nos encontramos en lugares de comunión y todas las posiciones radicalizadas se fueron suavizando de ambos lados: la de aquellos que entienden que se debe legislar por el aborto a quienes pensamos que debemos legislar siempre a favor de la vida. Vale destacar, también, que aquellos que optamos por salvar dos vidas fuimos sabiamente contenidos por filósofos, biólogos, pediatras mientras que el colectivo “verde” tuvo más figuras jóvenes y mediáticas, muchas y muchos de ellos desconociendo el espíritu de la ley que se está tratando. Seguros de que al día de hoy no están ni al tanto de que de aprobarse esta ley una niña de 13 años podrá ir sola a abortar o que, en determinadas circunstancias, se podrá abortar hasta el último mes de embarazo.
Lo que sí dejó al descubierto este debate es la soledad y vulnerabilidad de muchas mujeres. Para todos: indecisos, opositores o aquellos que se pronuncian a favor del aborto, quedó demostrado que una importantísima proporción de mujeres argentinas no están informadas, ni contenidas, ni auxiliadas.
Todos nos sumergimos en un debate en el que se nos decía que en nuestro país, se practicaban unos 500.000 abortos por año. Concluye ahora el debate con números por demás interesantes: fueron 31 las mujeres que perdieron la vida en el 2016 intentando abortar; 214 fallecieron por falta de control y asistencia médi- ca adecuada en el embarazo; 525 mujeres murieron por deficiencias en la nutrición; 233, por tuberculosis; 194, por Chagas y 5.900 por cáncer de mama. Una política pública de información y cuidado se vuelve urgente.
La lucha debe ser incansable cuando se trata de cuidar vidas. Mucho más cuando se trata de las vidas más vulnerables, de aquellas que no tienen voz ni voto. De esto se trata cuando hablamos de mujeres y no hablamos de “gestantes”. Si tuvimos el coraje de defender la ley de vientres en 1813, que consistía en otorgar la libertad a los hijos nacidos de esclavas, en el 2018 debemos ser tan “transgresores” y “animarnos” a defender dos vidas, todas las vidas.
Una frase, entre tantas otras, sigue resonando en el debate. Angeles Marquez Riccher, una joven pediatra:” Un bebe no deseado, no lo hace menos humano, lo hace más vulnerable.”
Si es el servicio y el bien común aquello que nos hizo ser políticos y estar sentados en nuestras bancas, el resultado debe ser la protección indeclinable de dos vidas. Es nuestra Constitución y es nuestra labor.