De la oferta al uso, un largo trecho
Experto en Inclusión Financiera
La exclusión financiera tiene varias dimensiones, que son causadas en simultáneo por características de los servicios e instituciones financieras (la oferta), y rasgos de los clientes (la demanda). En paralelo, la política pública de cada país, con su marco regulatorio, por acción u omisión, influye en la interacción entre oferta y demanda, ayudando a promover o limitar la prestación, el acceso y el uso eficiente de los servicios financieros.
La oferta de estos servicios no implica el acceso per-se, y que la gente acceda no es sinónimo de que los use. En nuestro país, mientras sólo 1 de cada 2 argentinos dice tener cuenta bancaria y sólo 24% tarjeta de crédito, la base de datos de CUIL y CUIT asociados a los CBU denota que los argentinos con tarjeta llegan al 80%. La diferencia lleva a preguntarnos, ¿en qué dimensiones podría mejorar la política de inclusión financiera?
Algunas hipótesis se desprenden de los datos. Por un lado, las razones más comunes que dan los no bancarizados para no tener cuenta son que no tienen fondos suficientes, que los servicios son demasiado caros y que no poseen la documentación necesaria. La regulación actual ya ha derribado estas barreras, pero, al parecer, la demanda no lo asimiló. Por otro lado, según relevamientos del BCRA, un 82% de los bancos todavía no ofrece productos de inclusión financiera como la Caja de Ahorro Simplificada (de apertura sólo con presentación del DNI y gratuita), como dicta la normativa vigente desde 2016. Así, hay gente que posee cuenta pero aún no lo sabe o asimila como tal. Otros que creen no cumplir con requisitos ya inexistentes. Y entidades financieras que no cumplen con la normativa de ofrecer e informar sobre servicios fundamentales.
Si pensamos que a la política pública le corresponde hacer la norma, pero también asegurar que se cumpla e informarla correctamente a la población, podemos conjeturar dos flancos que podrían servir para mejorar la política de inclusión financiera en Argentina: educación y comunicación financiera de la demanda, e instrumentos de supervisión y control de la oferta. Si bien venimos avanzando firmemente en normativas de inclusión financiera, es necesario no descuidar las distintas dimensiones para asegurar un desarrollo sano del sector.