Máquina de ganar, pero sin revolución

No hay una revolución detrás de esta máquina de levantar copas que fue el Real Madrid de Zidane. ¿Puede considerarse como el mejor equipo de la historia entonces? Para los que sólo miran las estadísticas, tal vez no queden dudas. Pero hay otros aspectos para analizar, y no se trata del lirismo de si juega lindo o no. Que juega bien es indiscutible: ningún equipo puede ganar tanto jugando mal. Que guste más o menos ya es una cuestión distinta.

La principal virtud de este Real Madrid fue que en los mano a mano no perdonó. Y en esta última Champions el sorteo le puso un estándar alto: PSG, Juventus, Bayern Munich y Liverpool, desde octavos a la definición.

Zidane parece inimitable en sus decisiones, su manejo del vestuario, su carisma de jugador inmenso. Tal vez, el hombre justo para este plantel. Pero su equipo se basó en los nombres más que en una idea original. Lo definió el español Xavi: “El Madrid no juega, gana”. Eso no le quita méritos, pero a la hora de hablar de un legado queda detrás de equipos como el Ajax del Cruyff jugador , que sí fue revolucionario y una influencia decisiva en el Barcelona del Guardiola técnico. Ese Barça no sólo ganó todo (14 títulos sobre 18 posibles entre 2008 y 2012) y enamoró, también marcó tendencia. Muchos equipos del mundo repensaron su forma de salir desde el fondo, se replantearon el tema de la posesión de la pelota y también de recuperarla lo más lejos de su arco y lo más rápido posible. Antes de todo esto, el Milan de Sacchi de fines de los 90 también provocó su propia revolución con mucha presión y marca en zona (una gran audacia para el fútbol italiano).

En algún momento todos quisieron jugar como el Ajax y había videos para intentar copiar lo que se podía copiar (casi todo menos Cruyff). Lo lo mismo ocurrió después con Milan y con Barcelona. Este Real Madrid impone admiración pero desde otro lado, desde el deseo de imitar su tremenda capacidad para ganar. ■