Bombón Terapista aleja Parca
A las 8 am se despertó con los pelos revueltos y la boca pastosa. Alrededor de la cama de Paciente había cinco personas para dar el informe médico. Acompañante no había pegado un ojo. Toda la noche alcanzó toallitas, limpió chata, corrió por pasillo en busca de enfermero. Conversó con Paciente. A las seis, el sueño la venció en un sillón.
Ahora, frente a Bombón Terapista, Acom- pañante trata de esconderse. Encima, de tan atento, Bombón Terapista saluda con beso. Su mirada azul ilumina el hueco que Vida dejó cuando se fugó con Salud.
En las noches en vela, Acompañante parece que fumara el opiáceo que le suministran a Paciente. Se empeña en seguir buscando a Vida. Bombón Terapista colabora. Es alto, jopo rubio. Ni tan simpático. Ni tan serio. Ni tan clásico. Ni tan moderno. Intrigante. Habla de drogas en la noche dudosa. Hipnotiza. El ambo blanco le queda corto. Es gracioso. Es sexy. Es lo que hay. Es real Netflix en el Hospital.
Dioses en zuecos de descanso. Mortales con vocación fenomenal. Espadachines de despioles. La próxima, a Acompañante no la agarran. Antes de la ronda médica, esta mañana caminó media cuadra por los pasillos hasta el baño. Se cepilló los dientes. Hizo shock frente al espejo. Trabajó una sonrisa tapa ojeras.
En el hall se cruzó con Bombón Terapista. Ralentizaron el paso. Retomaron la charla opiácea. Descompusieron con doble mirada un compás. Las alarmas insistían a lo lejos. Bombón Terapista tuvo que seguir. Por el pasillo dejó su estela. Una serpentina de fina electricidad. Acompañante se puso contenta. Parca parecía lejos. Y Adrenalina danzaba.