El realizador, periodista y filósofo había dirigido “Shoah”, el monumental documental sobre el Holocausto.
El director de “Shoah”, magno documental de más de nueve horas sobre el Holocausto, falleció en París.
Alguna vez, Francois Miterrand, ex presidente de Francia, le preguntó al cineasta, periodista, escritor y filósofo Claude Lanzmann qué era la muerte. Y Lanzmann le respondió: “Un escándalo absoluto, señor presidente”. Ayer, Lanzmann murió a los 92 años.
Su mayor legado fue, sin duda, Shoah, un documental de más de nueve horas sobre las víctimas del nazismo, una película, según las propias palabras del director, “sobre la radicalidad del exterminio”.
“Al hacer la película, no me interesé por los campos de concentración sino por los de exterminio, donde no se planteaba la supervivencia. Y tuve que construir la película a partir de la nada porque no hay huellas de aquéllo. El exterminio era eso: un gran secreto”, comentó Lanzmann sobre la obra que le demandó casi 12 años de trabajo y se estrenó en 1985.
En el filme, el francés decidió no utilizar imágenes de archivo sino que se basó en los testimonios de quienes vivieron el Holocausto. La oralidad como único instrumento.
Nacido el 27 de noviembre de 1925 en Bois-Colombes, en las afueras de París, Lanzmann era hijo de judíos que habían emigrado de Europa del Este. Su madre abandonó a su familia cuando Lanzmann tenía nueve años.
En las Juventudes Comunistas fue miembro de la resistencia en la Francia ocupada por los nazis. Usó armas de manera clandestina.
Luego, estudió Literatura y Filosofía. Primero se dedicó a la docencia y el periodismo y, después, al cine.
En 1952 empezó a colaborar en la revista Tiempos modernos, fundada por la pareja de filósofos Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. “Ellos me enseñaron a pensar. No era gente solemne, hablábamos de cualquier tema, incluso de nuestra vida privada. Sartre era muy inteligente y, sobre todo, muy generoso. En las reuniones de Les temps modernes existía un calor comunicativo intenso, se salía de ellas con una gran sensación de plenitud”, señaló Lanzmann sobre su experiencia en aquella revista.
Además, tuvo una relación con De Beauvoir, que duró siete años, hasta 1959. El romance entre Claude y Simone era muy transgresor para la época: cuando empezaron a salir, él tenía 27 años y ella 44. En muchas de sus cartas, De Beauvoir hablaba de Lanzmann como su “niño adorado” y su “amor absoluto”. Sobre su vínculo con Simone, Lanzmann contó: “Ella seguía trabajando con Sartre, pero ya no tenían relaciones sexuales... Lo nuestro no fue una orgía. Yo nunca lo hubiera aceptado, ni tampoco ellos. La relación con Simone se terminó porque me enamoré de otra mujer. De Beauvoir quiso compartirme tres noches a la semana, pero la otra no quiso oír hablar del tema”.
Lanzmann también fue pareja de la actriz Judith Magre, la escritora Angelika Schrobsdorff y la médica Do- minique Petithory, su última esposa.
Gallimard, la editorial donde Lanzmann publicaba sus libros, lo recordó de esta manera: “Su obra ha transformado nuestra visión del mundo. No es cosa del pasado, continúa en el presente y en el futuro”.
En sus documentales hay un compromiso evidente. Pourquoi Israel (1973) y Tsahal (1994) giran en torno al Estado de Israel, mientras que Un vivant qui passe (1997) y Sobibor, 14 octubre 1943, 16 heures (2001) también abordan el Holocausto.
En 1995 Lanzmann publicó un libro con la transcripción completa de los testimonios de Shoah, y en 2009, bajo el título de Le lièvre de Patagonie, lanzó su autobiografía, repaso de una vida en la que tuvo tres hijos, uno de los cuales, Félix, murió en enero de 2017, a los 23 años, de cáncer.
Su última obra, Les quatre soeurs, se estrenó el miércoles en Francia.
En mayo de 2017, cuando presentó en el Festival de Cannes su documental Napalm, sobre la historia de amor que mantuvo en los años ‘50 con una enfermera norcoreana, el cineasta explicó a un grupo de medios internacionales que todo lo que hizo en su vida fue “por amor”. ■