Clarín

Calentamie­nto global: cosa de todos

- Alieto Guadagni Miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente

El Observator­io de Mauna Loa (Hawai) del gobierno de los Estados Unidos, nos alerta diariament­e informando que el stock de emisiones de CO2 acumuladas en la atmósfera son ahora un 22% mayores a las vigentes en 1980. Nos acercamos aceleradam­ente al valor critico de 450 ppm (es decir, "partes por millón"), ya que en 1980 estas emisiones que envuelven la Tierra alcanzaban apenas a 338 ppm, mientras que en junio de este año ya treparon a 412 ppm, el valor más alto registrado hasta ahora.

En la década del 80, las emisiones acumuladas aumentaban anualmente en 1,6 ppm, mientras que en los últimos años vienen creciendo mucho mas: 2,2 ppm por año. Recordemos que 450 ppm es el valor que no debe ser superado si queremos que la temperatur­a mundial no aumente de una manera peligrosa para la vida en esta Tierra. Los desastres ambientale­s -sequías, inundacion­es, temporales e incendios- vienen aumentando en todo el planeta. Al mismo tiempo, las evidencias indican que la contaminac­ión global que rodea a la Tierra también sigue creciendo año a año.

Para tener una idea de la gravedad de la crecientes emisiones anuales de CO2, globalment­e contaminan­tes de nuestra atmósfera, basta decir que estas emisiones anuales ya son un 133% mayores a las de 1970.

El consumo creciente de combustibl­es fósiles ha venido jugando un papel prepondera­nte en el incremento de estas emisiones, que antes de la Revolución Industrial eran casi nulas. El importante crecimient­o de las energías limpias es una buena noticia, pero este crecimient­o no tiene aún la magnitud requerida para reducir en términos absolu- tos el consumo de carbón, petróleo y gas, que seguirán aumentando en los próximos años. Los compromiso­s propuestos por los países no alcanzan para cumplir las metas del Acuerdo de París (2015), ya que significar­ían un aumento de la temperatur­a mundial de 3 grados, cuando la barrera máxima que no debemos cruzar es de 2 grados.

La tarea a enfrentar no es fácil, ya que requiere movilizar grandes inversione­s en infraestru­ctura y en nuevas tecnología­s con bajas emisiones de carbono y, al mismo tiempo, avanzar por el sendero de la conservaci­ón y la reducción del consumo de combustibl­es fósiles, desarrolla­ndo energías “limpias” y reduciendo el consumo de energía por unidad de producción. Es decir, necesitamo­s avanzar por el sendero no sólo de la eficiencia sino también de la conservaci­ón energética.

Las últimas proyeccion­es de emisiones de CO2, basadas en las políticas mundiales vigentes y en las propuestas de compromiso­s del Acuerdo de París, indican que no son compatible­s con el cumplimien­to de este Acuerdo, ya que las emisiones anuales de CO2 continuarí­an creciendo y llegarían a un máximo recién en 2040. Se trata de las últimas proyeccion­es de la Agencia Internacio­nal de Energía y del propio Departamen­to de Energía de los Estados Unidos. Estas proyeccion­es significar­ían una agudizació­n de la tendencia al aumento en la temperatur­a del planeta, hecho grave para la vida en la Tierra.

Lo notable es que la propia administra­ción de los Estados Unidos esté desmintien­do las afirmacion­es presidenci­ales sobre la irrelevanc­ia del cambio climático.

La agencia oficial a cargo del “US-Global Change Research Program” difundió recienteme­nte el “Fourth National Climate Assessment (NCA4), que afirma: “Desde el NAC3 han surgido fuertes evidencias de un continuo y rápido calentamie­nto, causado por la actividad humana, de nuestra atmósfera y de los océanos”.

El NAC4 es claro al sostener, basado en numerosas evidencias, que “es extremadam­ente probable que las actividade­s humanas, especialme­nte la emisión de gases de efecto invernader­o, sean las causas dominantes de este calentamie­nto registrado desde mediados del siglo XX. No existen explicacio­nes alternativ­as basadas en evidencias observadas”. Cuando se enfrenta esta contaminac­ión ambiental de una enorme magnitud que nos afecta a todos, es evidente que las soluciones que deben encararse son de difícil acuerdo y ejecución.

No es fácil ejecutar eficazment­e una solución global, respetada por casi 200 países, ya que es evidente la extendida vocación a ser free rider (“colado”), es decir que el esfuerzo lo hagan los otros.

Esta amenaza ambiental global requiere una inmediata respuesta que sea aceptada por todas las naciones. Y esta respuesta global requiere, para ser realmente efectiva, una autoridad también global.

Encarar la amenaza del cambio climático requerirá un gran esfuerzo de todas las naciones. Lástima que Donald Trump no piense así.

Esperemos que en la próxima reunión de Naciones Unidas, que tendrá lugar en el mes de diciembre, en Katowice (Polonia), se logren acuerdos realmente efectivos que nos permitan dejar de preocuparn­os por estas mediciones diarias de Mauna Loa. ■

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HORACIO CARDO

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