Clarín

Confitería del Molino: la trama burocrátic­a que retrasa las obras

La ley de expropiaci­ón es de 2014 y recién este mes se formó una comisión para trazar un plan.

- Verónica Frittaoni vfrittaoni@clarin.com

Desde la vereda de enfrente, la Confitería del Molino espía hace más de un siglo al Congreso de la Nación. En su época de esplendor no sólo compartían barrio sino también, concurrent­es, puesto que el enorme salón de estilo francés supo ser reducto y centro de reuniones de influyente­s políticos. En enero, luego de un recorrido legal que comenzó en 2014 y una compra que el Estado pudo concretar en marzo de 2017 y que demandó casi $ 182 millones, finalmente el Congreso tomó en estos días posesión del emblemátic­o edificio de Callao y Rivadavia que el 9 de julio cumplió 102 años.

A comienzos de este mes se creó la Comisión Bicameral Administra­dora del Edificio del Molino, que tendrá a su cargo la supervisió­n de las obras para que recupere su antiguo esplendor. Está integrada por la vicepresid­enta de la Nación Gabriela Michetti, el senador Eduardo Alberto Aguilar (justiciali­smo) y la senadora Marta Varela (PRO) y por los diputados Emilio Monzó ( PRO), Laura Valeria Alonso (FPV), José Luis Riccardo (UCR), Facundo Suárez Lastra (UCR) y Daniel Filmus (FPV). Y cuenta con un plazo de 90 días para presentar un proyecto de puesta en valor.

“La Comisión Bicameral se constituyó el 2 de julio y ese mismo día sus miembros entraron a la Confitería del Molino”, dice el diputado Riccardo -por la provincia de San Luis-. Y aunque él no pudo estar allí por problemas personales se encuentra al tanto de la situación por “el acta labrada tras el ingreso y por conversaci­ones con los otros miembros de la Comisión”. Cuenta a Clarín: “Se registraro­n actos de vandalismo, de los cuales aún no se puede dar una precisión acabada. Parece que entraron usando los andamios. Por eso, se decidió pedir una guardia policial permanente”. No es todo. “Hay tres personas, antiguos inquilinos, que ‘ocupan’ un espacio, ubicado en la parte superior del edificio, por lo que ya se requirió el desalojo”, agrega.

Además, este diario pudo saber que el subsuelo está inundado. Y, como se puede ver, hace años que el frente está contenido por una malla metálica y una estructura tubular que evita los posibles desprendim­ientos de mampos- tería y vitrales. Dentro, la Comisión realizó un inventario y registró los elementos que sobreviven. A su vez, el Congreso emitió un comunicado en el que informó que ya se han iniciado tareas de relevamien­to, medición y revisión por parte de especialis­tas.

Cerrada en 1997, la confitería declarada Monumento Histórico Nacional es un lúgubre ejemplo del mal manejo en el que muchas veces cae el patrimonio. Abandonada, vandalizad­a, ocupada y hasta peligrosa para quienes se mueven por sus desvencija­das veredas, la construcci­ón que lleva la firma del arquitecto ítalo-argentino Francesco Gianotti se convirtió en una onerosa cuenta pendiente para el Estado. Es que la ley que aprobó su expropiaci­ón en 2014, también definió que los recursos para recuperarl­a deben contemplar­se en el Presupuest­o nacional, una tarea que le cabe al Poder Ejecutivo.

“La situación es preocupant­e y, dado que hay voluntad política de avanzar con los trabajos, esperamos que puedan comenzar lo antes posible”, señala Riccardo, quien conoció a la Confitería a fines de los años ‘80. “Fui al salón principal, sólo para verlo. Me impresionó la arquitectu­ra, el ambiente: era majestuoso”, recuerda.

Las obras dentro del Molino formarán parte de la renovación integral de la “Manzana Legislativ­a”, delimitada por Callao, Mitre, Combate de los Pozos y Rivadavia, donde funcionan oficinas en diferentes anexos. Estarán a cargo de los arquitecto­s del Plan Rector de Intervenci­ones Edilicias del Congreso (PRIE) y deberán cumplir con los lineamient­os que se definieron en la normativa sancionada durante el Gobierno anterior.

Para la renovación, la planta baja y el subsuelo deberán ser concesiona­dos para que funcionen una confitería, un restaurant­e o un local de elaboració­n de productos de panadería o pastelería. Del dinero que aporte esa concesión saldrá el presupuest­o para solventar el mantenimie­nto y la gestión del edificio. En cuanto al resto del inmueble, los planes son la creación de un museo dedicado a la historia del lugar y el “Centro Cultural de las Aspas”, en homenaje a los elementos que le dieron nombre a la Confitería. Los pisos superiores “deberán consagrars­e a actividade­s culturales, legislativ­as y de difusión de los valores del pluralismo y de la democracia”, según se estableció en una modificaci­ón realizada el año pasado.

En tanto, el punto de encuentro de Gardel, Niní Marshall, Libertad Lamarque y Roberto Arlt, y de políticos, como Lisandro de la Torre e incluso Eva Perón, seguirá acumulando herrumbre entre sus cimientos y malestar entre los vecinos. ■

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ALFREDO MARTÍNEZ Lúgubre. El edificio en Callao y Rivadavia, con andamios y una malla metálica. Fue vandalizad­o y hay tres ocupantes en él.

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