Múltiples situaciones para un gran elenco
Se trata de dieciocho escenas que transcurren a lo largo de dos horas. Cada escena concluye en sí misma, pero todas dejan sabor a más. La riqueza de los personajes que protagonizan cada tramo de la pieza logra cautivar al público, que se ríe y se emociona con esos pedacitos de historias. Todo eso sucede en La reunificación de las dos Coreas, del francés Joël Pommerat, que se estrenó en la sala Cunill Cabanellas del teatro San Martín, bajo la dirección de Helena Tritek.
La platea, dispuesta en forma de U, parece que encerrara a los actores, atrapados en ese escenario tan cercano a los espectadores. Casi sin escenografía, al fondo se proyectan diferentes imágenes que acompañan cada escena. Y sin más, los actores van asumiendo diferentes personajes. Ellos son Ingrid Pelicori, Esmeralda Mitre, Mario Alarcón, Agustín Rittano, Natalia Cociuffo, Alejandro Viola, Maruja Bustamante, Javier Pedersoli, Caro Solari y Pablo Lambarri.
Esta obra fue escrita en el 2013 y en su puesta original se representó en una espacio bifrontal donde los espectadores se enfrentaban, acompañando con esa disposición el conflicto que sugiere el título. La puesta original duraba tres horas y media, y tuvo un elenco de veintitrés actores y una cantante. Pero la puesta local es algo más corta: dura dos horas y cuenta con diez actores, entre los que está incluida la cantante.
La reunificación de las dos Coreas plantea sucesivas situaciones que con profundidad y comicidad, con un lenguaje coloquial y ameno, hablan sobre el amor y el desamor.
Lejos, muy lejos de aludir a la división entre Corea del Norte y Corea del Sur (algo que sus líderes están discutiendo en este mismo momento), la obra lleva ese título metafórico para plantear las relaciones humanas cuando los vínculos se rompen. Entonces, no se trata de la gran pregunta sobre la posibilidad de volver a unir ese país dividido en dos repúblicas con perfiles políticos tan dispares. En el programa de mano de la obra, dice que “el amor, según Pommerat, está relacionado con la pérdida y la separación” y así aparece en la puesta. Y eso explica ese título tan grandilocuente que no habla de lo que dice que habla, pero sí.