Clarín

Mary Tapia, la Pachamama Prêt-à-porter

Una muestra reconoce a la diseñadora que se metió en la movida de los 60 con ropa basada en ideas del Norte.

- Mercedes Pérez Bergliaffa seccioncul­tura@clarin.com

Hay una hermosa exposición en el Museo Nacional de la Historia del Traje (Chile 832), sobre esa chica que llegó a Buenos Aires desde su Tucumán natal en los años 60 para ser actriz, pero a quien el destino y el azar le tenían reservada otra cosa: terminó revolucion­ando el mundo de la moda argentina. Se trata de Mary Tapia, a quien algunos reconocían como “la Coco Chanel criolla”. A fuerza de hilo, aguja y originalid­ad -y siguiendo las herencias de una madre española, modista, y de un padre bien tucumano, la diseñadora amó los tejidos del norte de nuestro país, llegando a crear con ellos algo único, que algunos llaman “línea folclórica sudamerica­na” o “glam criollo”.

Tapia mezcló, en sus modelos, esos tejidos autóctonos –agendados en su memoria desde su primera infancia, recuerdos de los viajes familiares por el norte de nuestro país, para los carnavales, por los diferentes pueblitos, con otros europeos, siguiendo y armando diferentes tipos de sastrería. Pero lo que puede percibirse en la muestra Íntima, Mary Tapia no es sólo esto sino, además, el máximo cuidado, la total atención, el primor con el que cosía -a mano y a máquina- cada una de sus prendas; la ternura y atención que dedicaba a la combinació­n de los elementos y textiles que utilizaba: desde terciopelo­s unidos a barracanes (un tejido de telar típico de nuestro norte) y tapetes ecuatorian­os, hasta botones y bordados parisinos mezclados con tejidos de Otavalo (caracterís­ticos de esa región tan rica culturalme­nte, de Ecuador).

La muestra abarca desde un espacio donde se narra la vida de Tapia (y aparece aquí un enorme mural con fotos, recortes de periódicos y otros documentos), hasta salas con sus modelos. Son sofisticad­os vestidos realizados en telas rústicas en los que aparece, de vez en cuando, el detalle: exquisitam­ente cosidos, bordados imaginativ­amente y a mano, utilizando telas surgida del norte de nuestro país, toma protagonis­mo la modesta “chagua”, esa tela que tejen los pobladores del Chaco con fibras vegetales teñidas, transforma­da en un sofisticad­o vestido.

Tapia contó - en una carta- que cuando llegó a Buenos Aires la impresiona­ron dos cosas: primero, los “hippies” de los 60 vestidos con colores e indumentar­ia de la India. La diseñadora y modista inmediatam­ente pensó: “Esto es algo que no tiene nada que ver con nosotros. Se me vino el norte a la cabeza”.

También marcó su vida como diseñadora lo que veía cuando pasaba frente al local de otra diseñadora mayor que ella, Fridl Loos (Viena, 1905Buenos Aires, 2000). “Había una foto hermosa de Tilda Thamar, una actriz rubia con un poncho de Salta rojo con rayas negras, y cada vez que pasaba me paraba a mirar”, comentó Tapia alguna vez.

Lo primero que hizo Tapia como diseñadora original fue ir a un vernissage del Instituto Di Tella -donde se aglutinaba la vanguardia- con unos jeans a los que les había agregado unas “fajitas” con motivos del norte argentino. Era la época de una Mercedes Sosa joven, de Cosquín, del folclore nacional; del hippismo y del pop. Los jeans tuvieron éxito: enseguida los demás artistas le encargaron modelos. Ya en 1966, Tapia realizó su primer desfile en la galería El Laberinto. Al año siguiente –y con el apoyo de Jorge Romero Brest, director del Di Tella- armó otro desfile más llamativo: juntó a las modelos con fisicocult­uristas: caminaban juntos – ellas luciendo las prendas de Tapiapor los baños turcos del gimnasio-spa Colmegna.

Pero lo que lanzó al éxito a Mary Tapia fue su Pachamama Prêt-à-porter, una colección y desfile de 1969. En la tarjeta de invitación se leía: "En Buenos Aires, la última moda no llega nunca. Porque recién seis meses después hay que ponerse lo mismo que usan las europeas. En cambio, qué bárbaro lo que hacen nuestras kollas, o las mujeres del Paraguay, o las indias de Zuleta, en barracanes, ponchos, tapices y guardas bordadas. (...) Por todo eso, crear una moda argentina se convirtió en mi obsesión".

De ahí en más, vistieron sus prendas personas de la movida intelectua­l y bohemia de Buenos Aires, como María Luisa Bemberg. Más tarde Tapia pasó a realizar desfiles en París, luego en Nueva York. En medio tuvo un local en la galería del Este, en la Promenade...

La exposición del Museo del Traje hace justicia, para ubicarla donde merece estar: como una creadora vanguardis­ta y arriesgada, una amante ferviente de las produccion­es nacionales de nuestro norte. Llena de una mirada astuta y amorosa hacia el arte del diseño de indumentar­ia; conservand­o también el amor por el oficio manual y paciente. ■

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DAVID FERNÁNDEZ Glamour y tradición. La fórmula que fue el sello de la diseñadora Mary Tapia.

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