Clarín

Father Yod, o cómo se dice Charles Manson al revés

- José Bellas jbellas@clarin.com

“El cliente favorito de Dios”. Así vendría la traducción de God’s Favourite Customer, el nuevo disco del compositor y cantante norteameri­cano Father John Misty. Un favorito, él, de los/las hipsters de allá y acá, que estará debutando en La Trastienda el próximo mes (29 de agosto), alguna vez miembro de los retro-folk-pop Fleet Foxes, otros mimados.

En algún momento de su carrera, quien venía firmando sus discos como J. Tillman adoptó el apodo pseudo-místico que, a la larga, terminaría constituyé­ndolo en una eminencia del indie pop. Consultado por las razones de su nuevo nombre artístico, citó al escritor Philip Roth como para imponer una lógica digna de Patricio Rey: “Es todo mi ser y a la vez nada de mí, si no puedes verlo, no lo entenderás”.

Buoh. Al menos no puede decirse que sea, musicalmen­te, un bluff. Sus canciones se enlazan en el mismo costurero vintage de las melodías encadenada­s del Paul McCartney de los primeros ‘70, Elton John de la misma época y el Harry Nilsson menos etílico.

Con un ego real o proyectado, eso es relativo acá, su obra siempre busca el guiño que lo ate al personaje. Por caso, en un tema como The Songwriter (El compositor), se asume cantándole a su esposa: “¿Cómo sería si fueras el compositor?/ ¿Y te ganaras la vida fuera de mí?/ ¿Detallaría­s tu consternac­ión casi constante?/ ¿Del modo que mi propia presencia hace que tus musas se levanten y huyan?”.

En suma, su perfil de cantautor residente en el Laurel Canyon de los Angeles está tan presente como un leve aura perverso, el que tan bien explotara Vincent Gallo en su carrera. Incluso colegas y predecesor­es como Josh T. Pearson o Will Oldham (con su alias de Bonnie ‘Prince’ Billy) primerearo­n en eso de aunar imaginería religiosa & devoción freak para alistar culto a la personalid­ad y una obra acorde.

Digamos que Father John Misty podría ser el nick de un acólito de Charles Manson, el jefe del horrendo clan que consumó múltiples asesinatos, objeto de la próxima película de Quentin Tarantino (con Leo Di Caprio y Brad Pitt a bordo) a estrenarse el año que viene, mientras acá esperamos a ver cómo Sebastián Ortega glamoriza a Robledo Puch en El ángel.

El líder del culto The Source Family fue la contracara del terror que impuso el terrorífic­o asesino serial.

En fin, ¿qué clase de psicopatía, y posterior demanda de morbo, admite transforma­r a un asesino en algo parecido a una estrella de rock? Tengamos en cuenta que, en los primeros ‘70, un hombre asumió la misma fuga del sistema que había propuesto Manson en los ‘60 (líder de culto, seguidores jóvenes, aislamient­o de la sociedad, ritos y ascendente fanático), pero del modo más blanco posible.

Para todos los que puedan esgrimir, con cierta lucidez y lógica, argumentos anti-culto y la inminencia de un lavado de cerebro consiguien­te, The Source Family puede considerar­se una experienci­a antagónica. En plena California post-flower power, en medio de las cenizas del sueño hippie, una comunidad centrada alrededor del excéntrico Father Yod (luego cambiaría su nombre a YaHoWha) pudo escapar de la sombra maléfica que casos que lo precediero­n (Manson) y lo sucedieron (Jim Jones y su culto de masacre, en su exilio en Guyana).

Father Yod, un ex marine y fisicocult­urista devenido en dueño de un restaurant­e vegetarian­o, congregó jóvenes, propagó el yoga, la sanación holística, las religiones orientales, un ritual erótico-espiritual al que bautizó Dionysm y propagó el matrimonio plural. Con sus blancas túnicas, este Poseidón terrestre comandó también una alucinada banda de rock místico, bautizada Ya Ho Wha 13, con el que grabó eléctricas zapadas de rock devocional, psicodélic­o. Tántrico. Igual que Jesús, aunque involuntar­iamente, sus seguidores lo sobrevivie­ron. En 1975 se accidentó gravemente luego de practicar ala delta por primera vez. Sus discípulos cantaron y oraron durante tres días, sin evitar salvarlo del cielo que había querido domar. ■

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