Clarín

El arqueólogo de los hallazgos insólitos

- Héctor García Blanco hgblanco@clarin.com

Nicholas Katsuris recibió su título de arqueólogo a los veinte años, y en aquel momento jamás imaginó que pasaría a la historia como el explorador con más mala suerte del mundo.

Su primera labor tuvo lugar en la reconstruc­ción de una antigua ciudad romana. La alegría inicial de Nicholas se desvaneció pronto, ya que mientras sus colegas dejaban a la luz templos religiosos con frases de profundo contenido espiritual, él había elegido un sitio mucho menos distinguid­o. Tras mucho esfuerzo, y en base a lo que allí encontró – abundantes leyendas carentes de toda sutileza–, Nicholas concluyó que había excavado en la zona de los baños, más precisamen­te en uno de uso exclusivo para gladiadore­s.

Meses después, el arqueólogo tuvo un nuevo trabajo, esta vez en una recién descubiert­a acrópolis griega. Sus compañeros localizaro­n tablillas con versos del mismísimo Sófocles y el bueno de Nicholas, en un principio, creyó haber encontrado fábulas inéditas de Esopo. Debió haber advertido, antes de hacerlas públicas, que siendo sus protagonis­tas un elefante y una hormiguita en ropa interior roja, las fábulas no podían ser de Esopo y mucho menos contener moralejas respetable­s.

Su última tarea, una excavación en una cueva de la Mesopotami­a asiática, fue otro desengaño. Lo que en un comienzo catalogó como una estela con leyes del rey Hammurabi, resultó ser el escrito de un insolente desconocid­o. Nadie, ni siquiera sus familiares, se mostraron junto a Nicholas cuando terminó de traducir aquella inscripció­n que comenzaba diciendo: “Pican, pican los mosquitos”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina