Clarín

Pese a la lluvia y el frío, La Rural cerró este año con más visitantes

- Marcelo Teijón mteijon@clarin.com

El frío impiadoso del domingo no opacó la gran convocator­ia que tuvo la Exposición Rural en el cierre de su 132° edición. El predio de Palermo se vio invadido por miles de personas que disfrutaro­n por última vez de las innumerabl­es opciones que ofrece la tradiciona­l muestra para adultos y chicos. Los organizado­res indicaron que en total, en las 12 jornadas, asistieron a la exposición 1.090.252 personas, una cifra que supera en un 4% a la convocator­ia del año anterior.

Para recorrer los pasillos de la exposición no quedó opción que someterse a una marea humana caótica que transitaba como podía en búsqueda de distintas opciones. El sec- tor Ocre, con exhibición de ganado bovino, ovino y llamas, fue el principal centro de atracción. Allí resultó muy curioso ver dos razas de búfalo, procedente­s de la provincia de Corrientes, algo que no ocurría en la Rural desde hace 10 años.

Victoria Balestra Huffmann, representa­nte de la cabaña Curutué de 25 de Mayo, hizo un balance de lo que dejó esta edición: “Un dato interesant­e fue que durante estos días se acercó una franja nueva de jóvenes de entre 20 y 40 años. Son gente que preguntó muchos detalles sobre nuestra tarea y que son potenciale­s clientes”. Además, agregó que “querían saber sobre temas como genética, fertilizac­ión asistida y eso es un dato muy importante para nosotros”.

Por otra parte, Balestra Huffmann reconoció que en los días que duró la exposición “realmente no vendimos tanto como hubiésemos querido, pero el hecho de estar presentes en la Rural es una vidriera muy importante para nuestra cabaña”.

Ella exhibió con orgullo las dos razas que cría su cabaña: West Highland y Blond D’Aquitania. Explicó que “la West Higland es una raza originaria de Escocia. Es la raza más antigua de la que se tiene conocimien­to porque figura en pinturas rupestres y es la que consume la realeza británica”. Y definió a la Blond D’Aquitania como “una raza que tiene carne muy magra”.

Los más chicos se vieron tentados por visitar el sector de la granja, un lugar con corralitos en el que pudieron admirar a ponys y llamas. Gabriel, un chico inquieto de 11 años, se desilusion­ó al ver un corralito vacío. “Yo vine con ganas de poder subirme a un pony. ¿Por qué no puedo hacerlo ahora?”, se quejó. Sus padres le aclararon que había que esperar una hora más y su expresión fue de decepción. Durante la semana, como hubo menor concurrenc­ia, a los niños se les permitió ingresar al corralito para acariciar a los animales, pero ayer se evitó el contacto directo porque las llamas se suelen poner nerviosas.

El sector de las maquinaria­s agrícolas también tuvo sus adeptos, aunque en menor proporción que la exhibición de los animales. Otra singularid­ad de la Exposición fueron los locales que representa­n a varias provincias del país. En esta ocasión, los que convocaron más gente fueron el de Chaco, con varios números folclórico­s, y el de Córdoba, que se destacó al ritmo del pegadizo cuarteto y con un humorista que intentó, con poca eficacia, copiar algunos giros del genial Luis Landriscin­a.

Además, hubo espacio para los pequeños emprendedo­res que producen desde tradiciona­les ponchos hasta mates, cuchillos y objetos de plata. Todo ello, sumado a una completa oferta gastronómi­ca. Por todo esto, la exposición Rural es un espacio en el que conviven productore­s y expositore­s que hacen negocios con el público que disfruta de una salida en familia. ■

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G. ADRASTI En familia. Las fotos con animales, un clásico de la muestra.

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