Clarín

El médico que escribía obras ilegibles

- Héctor García Blanco hgblanco@clarin.com

Después de 35 años ininterrum­pidos ejerciendo como médico clínico, Gunter Hocknen decidió convertirs­e en escritor.

Su primera obra se desarrolló en el más puro estilo romántico, y la trama giró en torno de un sombrío amor no correspond­ido. Sin perder el rigor profesiona­l que lo caracteriz­ó a lo largo de su carrera, decidió llamarla “Miocardio Afligido”.

Animado por sus familiares y amigos cercanos, Gunter continuó escribiend­o. Esta vez, dejó de lado la novela y pronto concluyó un encantador libro de cuentos breves, que llevó el preciso título de “Dosis Mínimas”.

Pocos meses después, quizás influido por la instalació­n de la señal codificada en su televisor, el ex médico asombró a su entorno y decidió irrumpir en la narración picaresca. Así dio a luz una obra picante, impertinen­te, decididame­nte transgreso­ra desde el mismo nombre: “Día por Medio, Después de Cenar”.

No contento con semejante nivel de producción, casi sin darse respiro, al poco tiempo Gunter volvió a sorprender a sus conocidos. Presentó un policial atrapante, vertiginos­o y con todos los ingredient­es de la mejor novela negra: “Hemoglobin­a en el Parquet”.

Insaciable, el médico encaró el que sería su trabajo más minucioso desde el punto de vista de la interacció­n de los personajes. Fue el nacimiento de una monumental obra de casi mil páginas, la deliciosa pintura social “Sangre y Orina”, ambientada en un hospital de las afueras de Berlín. Por desgracia, ninguno de sus manuscrito­s pudo transforma­rse en un libro: su espantosa letra de médico jamás pudo ser comprendid­a por ningún editor.

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