El médico que escribía obras ilegibles
Después de 35 años ininterrumpidos ejerciendo como médico clínico, Gunter Hocknen decidió convertirse en escritor.
Su primera obra se desarrolló en el más puro estilo romántico, y la trama giró en torno de un sombrío amor no correspondido. Sin perder el rigor profesional que lo caracterizó a lo largo de su carrera, decidió llamarla “Miocardio Afligido”.
Animado por sus familiares y amigos cercanos, Gunter continuó escribiendo. Esta vez, dejó de lado la novela y pronto concluyó un encantador libro de cuentos breves, que llevó el preciso título de “Dosis Mínimas”.
Pocos meses después, quizás influido por la instalación de la señal codificada en su televisor, el ex médico asombró a su entorno y decidió irrumpir en la narración picaresca. Así dio a luz una obra picante, impertinente, decididamente transgresora desde el mismo nombre: “Día por Medio, Después de Cenar”.
No contento con semejante nivel de producción, casi sin darse respiro, al poco tiempo Gunter volvió a sorprender a sus conocidos. Presentó un policial atrapante, vertiginoso y con todos los ingredientes de la mejor novela negra: “Hemoglobina en el Parquet”.
Insaciable, el médico encaró el que sería su trabajo más minucioso desde el punto de vista de la interacción de los personajes. Fue el nacimiento de una monumental obra de casi mil páginas, la deliciosa pintura social “Sangre y Orina”, ambientada en un hospital de las afueras de Berlín. Por desgracia, ninguno de sus manuscritos pudo transformarse en un libro: su espantosa letra de médico jamás pudo ser comprendida por ningún editor.