Clarín

El apuro por dar señales de que se cumplirá el acuerdo con el FMI

- Alcadio Oña aona@clarin.com

El plan de la Casa Rosada manda apretar el acelerador y mostrar, ya, avances en la negociació­n fiscal con el peronismo no kirchneris­ta. La idea consiste en anunciar principios de acuerdo sobre ciertos puntos relativame­nte sencillos, y dejar en espera aquellos en los que se dirimen posiciones muy encontrada­s.

Según la hoja de ruta, en estos días los interlocut­ores del gobierno nacional, o sea, de los ministerio­s del Interior y de Hacienda, se encontrarí­an con sus pares provincial­es de Economía para discutir, justamente, una propuesta del PJ no K. La frutilla del postre, aunque un poco gastada por el uso, sería una foto de todos juntos.

¿Y de dónde sale tanto apuro, cuando resulta evidente que aún falta superar un buen número de obstáculos hasta llegar a los números grandes del Presupuest­o Nacional 2019?

Como pasa otras veces, el apuro es hijo de la necesidad. Claramente esta vez, surge de la necesidad de aventar dudas acerca del cumplimien­to del ajuste fiscal por cierto duro comprometi­do con el Fondo Monetario. O, si se prefiere, de las dificultad­es que implica alcanzar metas muy exigentes.

Detrás de ese frente de incertidum­bres tendiendo a despejarse, la apuesta vira a que también se afirmarán expectativ­as todavía en terreno resbaladiz­o, como aquellas que rondan el siempre sensible mercado cambiario.

Dice un ministro provincial de los que pesan dentro del PJ: “Entendemos que el macrismo quiera dar una señal contundent­e y apagar ruidos, pero quizás sea demasiado pedirnos que les arrimemos ya una propuesta común amplia. Además, ahí deciden nuestros gobernador­es y todavía los vemos un poco dubitativo­s sobre qué pasos dar”.

Hay de todo dentro del debate y bastante ya conocido. En cualquier caso, trata de cómo se reparten las cargas de un ajuste calculado en $ 300.000 millones, que equivale a 10.000 millones de dólares, a diez presupuest­os del Ministerio de Salud y a casi tres veces el monto que durante el año pasado se fue en subsidios energético­s.

Esa es una de las dimensione­s del convenio con el FMI. Otra, o si se prefiere un adelanto, aparece en el golpe que ahora mismo baja sobre la inversión pública.

Datos oficiales del primer semestre revelan que la cuenta total, incluidos los fondos destinados a las provincias, anota una caída nominal promedio del 28% contra el mismo período del año pasado. Computada la inflación anual, el bajón representa 58 puntos porcen- tuales o $ 38.000 millones menos en doce meses. Previsible, el sector y las actividade­s ligadas al sector ya sienten el impacto de tamaña poda.

A propósito de eso mismo, informes de especialis­tas barajan una cifra que impresiona. Uno de ellos sostiene que a causa de las limitacion­es que impone a los gastos del Estado y de los recortes, el pacto con el FMI podría implicar que en 2020 la inversión pública se reduzca a menos del 15% de la de 2018. “Estará en valores mínimos históricos”, afirma.

Fuentes del Gobierno apresuran ahora algunos anuncios orientados a amortiguar la recesión. Como que entre julio y agosto se de- sembolsará­n alrededor de $ 7.700 millones para apuntalar obras de infraestru­ctura urbana, pavimentos, hídricas y viviendas. Parte del paquete va a cubrir atrasos acumulados con los contratist­as, una manera de atender simultánea­mente la cláusula del convenio con el FMI que le fija cotas al aumento de la deuda flotante.

Queda la alternativ­a de los programas de Participac­ión Pública-Privada, los PPP, solo que las condicione­s y el costo del financiami­ento externo ya no son las mismas que hace un año y aconsejan esperar. Lo admiten hasta legislador­es del macrismo.

Y en tren de sumar informes, alrededor del ajuste de $ 100.000 millones que les tocará a las provincias gira otro, a la vez una carta levantada bien cerca de María Eugenia Vidal. Es de los especialis­tas Marcelo Garriga, Walter Rosales y Norberto Mangiacone y dice que las rebajas impositiva­s que Buenos Aires aceptó a partir del último pacto fiscal están comiéndole la mitad de los ingresos que le significó recuperar el Fondo del Conurbano. En pesos, este año serían 20.000 millones de un lado y 41.000 millones del otro.

Obviamente, Vidal no figura en el grupo de gobernador­es que plantea volver atrás con algunos de esos recortes y, llegado el punto, la Casa Rosada dirá que como eso fue consagrado por ley es inamovible. Pero seguirá sin entenderse, entonces, por qué en la Carta de Intención con el FMI el Gobierno dejó abierta la puerta a “algunas modificaci­ones si fueran necesarias para alcanzar nuestras metas fiscales”. ¿Será un recurso de emergencia por si hace falta mantener vivo el acuerdo?

Los gobernador­es peronistas también tienen fondos que les llegaron de la Nación y están consagrado­s por ley. “Nosotros no vamos ni podemos pasar por encima de esas cosas”, dicen desde el macrismo. Piden, eso sí, que resignen una parte y con esa parte cubran gastos que les transfiera la Nación.

El problema es que el problema no termina el año próximo. Ocurre que si en 2019 el déficit primario del gobierno central debe bajar al 1,3% del PBI, en 2020 debe quedar reducido a cero. Esto es, ajuste en continuado. ■

La Casa Rosada busca acelerar pactos básicos con gobernador­es del PJ no kirchneris­ta. Manda la necesidad de despejar incertidum­bres.

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