El maestro Alonso: vida de pintores
Una muestra reunirá cuadros que creó el artista inspirándose en obras célebres de otros autores.
En el año de su décimo aniversario, la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat presenta Vida de pintor, de Carlos Alonso, una exposición que reunirá, a partir del 3 de agosto, unas 30 obras del artista argentino –uno de los más destacados de la segunda mitad del siglo XX- resultado de la constante reflexión sobre el oficio del pintor y la pintura en sí misma, y en relación a los pintores del pasado que le sirvieron como inspiración, entre ellos Vincent Van Gogh, Auguste Renoir, Gustave Courbet, Lino Enea Spilimbergo. La serie fue seleccionada por el propio Alonso, quien introduce a su vez al público a la historia de algunos de sus principales referentes.
“Yo mismo me he preguntado por qué esta tendencia a revivir a partir de obras de otros autores; por qué esta necesidad de apoyarse en obras del pasado, ya consagradas y respetadas –se ha cuestionado él-. Puedo decir que es la necesidad indudable de ese respaldo para poder pegar un salto, sin que la aventura sea un salto al vacío; sentir que uno es parte de una cadena, un eslabón de una cadena, que viene de atrás y que uno aspira que siga para adelante; una forma de tomar aliento, de tomar fuerza, bebiendo en fuentes que uno considera legítimas y aún llenas de savia, de vitalidad y de potencia”, ha dicho.
En 1967, un año de producción intensa en el que predominó la reflexión sobre la imagen del padre en el arte y en las ideas, realizó una natura- leza muerta (titulada Las flores), no exenta de lirismo, con una paleta más amplia y luminosa: una cita pictórica a Van Gogh. Están ahí los girasoles, sobre la mesa, aunque Alonso no reproduce la obra célebre, propone una reflexión sobre el arte de la pintura. Así, sobre el caballete se encuentran otros girasoles esbozados para que vivificar la tradición. El cuadro también es la apertura al tema de la mesa de trabajo y los atributos del oficio.
Otras de las series que serán expuestas, El viejo pintor, iniciada en 1978, representa a Pierre-Auguste Renoir, el pintor impresionista, postrado en una silla de ruedas, que debe atar los pinceles a la mano para continuar pintando, o simplemente de
paseo guiado por una enfermera. No hay identificación política (Renoir era un conservador, seguidor de Barrès, de la derecha francesa) ni emulación estilística: es la idea de una comunidad de pintores que supera el límite ficticio del tiempo.
A Alonso no le interesa lograr una síntesis formal, dentro de su pintura: se interpone entre la imagen he- redada y el espectador.
Gustave Courbet es otra imagen histórica, la del artista que reúne vanguardia política y artística. Sin embargo, Alonso no representa al Courbet que puso su gloria al servicio de la Comuna de París en 1871, condenado a la prisión, al exilio y al olvido: en su pintura, es el artista con su caballete frente a los bosques.
Y hay más. La vejez y la muerte son una constante en la mirada de Alonso, por eso otra obra dedicada a Egon Schiele logra potenciar la extraña delicadeza de las fotografías del artista muerto en su cama en 1918. Visitas entre artistas que obligan a pensar en una historia del arte paradójicamente sincrónica. ■