Clarín

Cuando los rollos no hacen rollo

- Sabrina Díaz Virzi sdiazvirzi@clarin.com

Lux Moreno (31 años) es activista gorda; hace veinte días se hizo un bypass gástrico para solucionar una enfermedad por reflujo gastroesof­ágico avanzada. “La medicación ya no me hacía efecto, y la opción era quedarme sin voz”, cuenta esta filósofa porteña, reconocien­do también sus sensacione­s encontrada­s cuando los médicos le sugirieron esta opción.

Es que entre dieta líquida, suplemento­s proteicos, vitaminas, inyeccione­s de hierro y una rutina en el gimnasio diseñada para ganar masa muscular, transita situacione­s que la llevan a indignarse cuando alguien le pregunta su opinión sobre hacerse esta cirugía para bajar de peso: Lux rechazó hacerse esta misma intervenci­ón cuando el único objetivo era lograr sacarse kilos de encima. Fue cuando entraba a la adultez, después de haberse sometido a dietas sumamente restrictiv­as que “la adelgazaro­n” en exceso, y también la condujeron a sufrir trastornos alimentici­os por un puñado de años.

Creció con el programa Súper M 2002 y varias noches se fue a dormir soñando con “ser flaca”, como si la causa de todos sus problemas fueran los rollos que no podía disimular con ninguna remera oscura. Se escudó en la idea del “gorda pero inteligent­e” hasta que, después de un largo proceso, hace unos años salió del “clóset de la gordura” y se hizo cargo de su corporalid­ad. Encontrars­e con los exponentes del activismo gordo de nuestro país la ayudó a redefinirs­e y encontrar en sus argumentos e investigac­iones la esencia, la explicació­n a lo que buscaba: la gordura no está mal en sí misma, lo que están dados vuelta son “los estereotip­os y dispositiv­os de control sobre el cuerpo, que están inmersos en todos nosotros”. Es eso que está detrás del bullying y la discrimina­ción.

Desde entonces se identifica con este movimiento que busca correr a la gordura del estigma y tuvo sus orígenes en Estados Unidos en los años 70. En nuestro país el recorrido es mucho más reciente y sus comienzos están anclados ya en este siglo; el año pasado, por ejemplo, se incorporó por primera vez el tema entre los numerosos talleres que tienen lugar en el Encuentro Nacional de Mujeres. Una de las impulsoras fue la filósofa Laura Contrera, exponente de la movida en Argentina e integrante del taller Hacer la vista gorda, quien explica que el activismo gordo trabaja “la matriz de opresión de la gordura” y “desafía al pensamient­o hegemónico que considera a la gordura como algo digno de ser erradicado, que siempre es patológico y que habla de una persona sin vo- luntad que es desagradab­le para la sociedad (no solo estéticame­nte, sino por no ser saludable) y es considerad­a improducti­va y una carga para el Estado”.

Aunque para ser activista gordo a nadie se le calcula el Índice de Masa Corporal, la necesidad de la operación la llevó a preguntars­e cómo conviviría el bypass gástrico con su activismo. Porque, lo que ideológica­mente se plantea es, justamente, la necesidad de correrse de los estereotip­os impuestos, que hacen que la foto de la celulitis en el cuerpo de Wanda Nara generen tanta repercusió­n como que una humorista baje de peso, o que naturalice­mos el hecho de opinar sobre el cuerpo ajeno (la frase “qué flaquita estás” como halago es un ejemplo de esto).

El libro “Gorda vanidosa” busca desarticul­ar la asociación entre gordura y fracaso o patología.

Los tiempos médicos se aceleraron, la contradicc­ión inicial encontró respuesta en la necesidad y la intervenci­ón coincidió con el reciente lanzamient­o de Gorda vanidosa (Paidós), un ensayo sobre la obesidad en la era del espectácul­o y las redes sociales. Allí, en un mix entre teoría y experienci­a personal, relata el “sufrimient­o del cuerpo en ese entramado de normas que dicen qué es lo que está socialment­e aceptado y no lo está”. Cuenta la incomodida­d de la mirada ajena cuando sube a un colectivo repleto un día de calor, o cómo el primer día que fue a una pileta el profesor la mandó al grupo de principian­tes con solo mirarla, aunque ella es exfederada de natación.

Mientras una nueva serie de Netflix, Insatiable ( Insaciable), genera rechazo entre los movimiento­s de cuerpos diversos por la representa­ción de los cuerpos gordos asociados al fracaso social o como ejes de burlas -por lo cual, la única "solución" a los problemas sería adelgazar-, Moreno busca -justamente- desarticul­ar la asociación entre gordura y fracaso o, incluso, patología. Reclama la visibilida­d de los cuerpos gordos como posibles sujetos de deseo, pero no como un fetiche o una “excepción” a la regla. Poderosa con sus rollos, abre un espacio incómodo e invita a ponerse en su propia piel. ■

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