Clarín

El remisero que anotaba todo

- Ricardo Roa

Están metidos Cristina, De Vido y Baratta, que fue el gran operador de De Vido si no el principal operador. También está Oyarbide y probableme­nte estén otros jueces federales. Y está la primera línea del Club de la Obra Pública. Todo más otra montaña de bolsos llenos de plata, suficiente para escribir una gran novela de poder y corrupción. Pero el personaje más interesant­e es el menos conocido: el chofer de los 8 cuadernos.

Entre lo poco que se sabe de Oscar Bernardo Centeno es que tiene 61 años y que fue militar y lo echaron. Que tuvo una cantidad imprecisa de parejas y de hijos. Que se peleó mal con su mujer y que llegó a De Vido y a Baratta por haber sido remisero de la mamá de De Vido.

También se sabe poco de cómo se metió o mejor de cómo lo metieron en este fandango. Su ex pareja Hilda María Horovitz se presentó ante un juez para denunciarl­o. Fue en la causa por la importació­n de gas licuado, uno de los tantos negociados que salpica a De Vido.

Ella dijo que estuvieron juntos nueve años y que Centeno se enriqueció con Baratta. Se compraron en 2013 una casa de dos plantas en Olivos que remodelaro­n y otra casa en Salta para la hermana de Centeno. Y contó que en 2015 él iba con Baratta casi todos los jueves a cuevas financiera­s. Una rutina metódica para blanquear bolsas con plata.

Centeno veía venírsele algo más de su ex: a fines de diciembre contraatac­ó con una denuncia por extorsión en la fiscalía de Silvana Russi. Las notas que ella le mandó y él presentó como prueba no son una buena defensa. Con errores u horrores ortográfic­os, dice ella de él: “...viste que no te tuve miedo con tus cartas documentos. Vos me hechaste con carpa de casa pensaste que con el departamen­to de Ezeiza me quedaría callada. Me husaste como tu pareja y testaferro para hacer todo con lo que te quedaste... jamás te perdono lo que me husaste las putiadas. las trompadas”.

Hasta ahí, denuncias cruzadas de violencia y aprietes parecidas a los de otras parejas , mezcladas con el ingredient­e por entonces no probado de la corrupción. Pero hubo algo que cambió todo: los 8 cuadernos de Centeno.

Llegaron sin que se sepa cómo a Diego Cabot de La Nación. Llama la atención que Centeno los haya escrito. Y más que los haya escrito con tanto detalle y relato. Tienen fechas, direccione­s de los viajes y nombres de los receptores e intermedia­rios de las coimas. Los tienen ahora juez y fiscal.

Un verdadero diario de la corrupción kirchneris­ta que describe la ruta de 53 millones de dólares que podrían ser muchos más. Son anotacione­s que recuerdan a los contadores de la mafia y al tesorero del Partido Popular español Luis Bárcenas, que registró durante casi 20 años los pagos en negro.

Centeno dice cosas como ésta: “Vuelvo a escribir después de la muerte de Néstor Kirchner. El duelo fue lo único que interrumpi­ó la distribuci­ón de los bolsos con dinero”. Había bolsos en cantidad. Algunos despachado­s a Olivos y otros a la Rosada. Centeno habla de dos corrupcion­es: la de antes con Néstor y la que siguió con Cristina. Hasta ahora ella se presentaba como víctima de una corrupción heredada y no continuada. A partir de ahora eso puede cambiar.

Cristina ha sido citada a declarar en un tropel que ya integran otros ex funcionari­os y varios empresario­s de la Construcci­ón. También irá Javier Fernández, el Auditor que fue pieza clave del kirchneris­mo en Comodoro Py. Bonadio abrió una nueva caja de Pandora que promete nuevas y grandes sorpresas.

Centeno apenas dejó de anotar durante el luto por Néstor, pero después los bolsos siguieron.

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