La imaginación al poder: el mundo según las impresoras 3D
Se pueden crear desde esculturas diseñadas al detalle en PC hasta zapatos con los relieves exactos de los pies.
Una exposición que atrae e inquieta. 3D. Imprimir el mundo es un recorrido sorprendente y de una gran diversidad. Objetos de diseño, dispositivos para medicina, juegos novedosos, accesorios llamativos, diseños de indumentaria, piezas de arte y hasta “piel humana” para uso dermatológico y medicinal forman parte del abanico que el visitante encontrará en la muestra que Fundación Telefónica acaba de inaugurar. El recorrido permite comprender el impacto que la tecnología tridimensional está provocando en la vida cotidiana. ¿La nueva revolución?
Medicina, arte, moda, educación, gastronomía, arquitectura son algunas de las disciplinas cruzadas por un cambio de paradigma que convierte al consumidor (nosotros) en productor, capaz de diseñar y distribuir sus creaciones directamente al usuario.
La muestra se organiza en cuatro grandes bloques temáticos: Del bit al átomo, Por el espejo retrovisor, La huella tridimensional y Un paso más allá. De manera didáctica, va desde una explicación sobre la tecnología, los materiales que se utilizan y los principios que la guían, hasta las predic- ciones y expectativas de cara a un futuro que sorprende.
Pero, ¿de qué habla esta muestra exactamente? De la posibilidad de crear sin habilidades previas; de fabricar cosas y reformular conceptos como el derecho de autor, la accesibilidad, la sustentabilidad y diseñarse un futuro donde la robótica amenaza con quedarse con los puestos de trabajo, pero se abren oportunidades para desarrollar un talento inherente a cada individuo que la educación no siempre alienta: la imaginación.
Esta exploración podría sintetizarse en una reflexión de los investigadores Hod Lipson y Melba Kuman: “Si el final del siglo XX fue sobre la información haciéndose digital, el siglo XXI será sobre acercar el mundo virtual y el físico”. La exhibición abre con una escultura perfecta de una cabeza humana. La co-curadora de la muestra, la española Carmen Baselga, arquitecta y diseñadora, explica a Clarín: “Así como el bit es la unidad más pequeña de la información en la informática, el átomo es su equivalente en el mundo físico”. La impresión en 3D traduce lo que está en la computadora a la materia, y posibilita que ese rostro que se observa girando en tres dimensiones, se transforme en una escultura.
Por supuesto que hay que contar con materiales físicos: porcelana, plástico, metal u otros. Pero la transformación reside en que la textura de esos mismos materiales se vuelve algo diferente con la aplicación de tecnología. En el trabajo artesanal, una vasija de arcilla es tal desde que se trabaja con las manos hasta que se co-
ce en un horno, siempre sobre un molde predeterminado. La tecnología 3D permite crear de la nada el molde y la vasija, tomando como base información digital disponible para realizarla en cualquier material que el productor desee.
Las impresoras en 3D han evolucionado. Las hay domésticas, cuyo alcance es limitado, y otras más sofisticadas cuyo uso es sorprendente por las disciplinas en las que ha hecho pie. Desde que comenzaron a usarse a finales de los años 60 hasta hoy, se pasó del uso directo de prototipos a la fabricación de productos acabados. Por ejemplo: una mano con sus dedos como si fueran humanos o, como se mencionó antes, piel humana. Esta es “totalmente funcional” mediante una bioimpresora en 3D y se aplica en testeo de productos cosméticos y farmacéuticos. Actualmente, la producción de piel para atender casos de personas quemadas o en investigaciones médicas se realiza en forma manual.
Detrás de cada producto-objetoobra hay una empresa que aporta la tecnología. Y ya existen “fab-labs”, según explica Carmen Baselga a Clarín, donde cada usuario puede hacer realidad su diseño. La curadora subraya incluso la comodidad de enviar hoy un souvenir. Nada de andar cargando en la valija pequeños recuerdos para los amigos y la familia. “Con la tecnología en 3D tú puedes enviar ese mismo souvenir vía WhatsApp o correo electrónico, y el pariente materializa el regalo en su lugar de residencia. ¿Y si no dispone de los materiales ni de impresora 3D? ¡Para eso existen los fab-labs!”
Para entenderlo mejor, he aquí un ejemplo práctico -de muchos otrosque la curadora comparte-. El arquitecto español Moncho González se quedó sin trabajo. Había proyectado una serie de cúpulas que ya no realizaría. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que la tecnología 3D le permitía explorar objetos de pequeños formatos con ese diseño y así nació su colección de joyería impresa, que consiste en anillos en forma de cúpula invertida de distintos tamaños y colores. Se trata de una serie vistosa, expuesta en la muestra. En materia de joyas, Theresa de Jager le incorporó a sus diseños motivos y ornamentos de la etnia zulú.
En pequeña escala, otro de los aportes de la exposición es la maqueta del primer puente peatonal realizado con impresión 3D, en diciembre de 2016 en Alcobendas, Madrid. Fue realizado en hormigón microperforado, con fibra de vidrio, y reproduce formas de la naturaleza. Otra novedad son los zapatos que la tecnología en 3D no sólo permite hacer a medida, sino que se ajusta exactamente a las necesidades de cada pie.
Libros ilustrados táctiles, juguetes en miniatura, esculturas y hasta música, todo tiene una reproducción física inquietante que pone en debate todas las ideas previas. Incluso las que escriben la historia del arte. Sin abrir un juicio de valor sobre si este nuevo mundo es mejor o peor que su precedente, lo cierto es que la tecnología ya comenzó a “invadir” áreas de nuestra vida que, hasta hace 10 años, eran impensables.
Baselga anticipa que el MIT (Masssachussetts Institute of Technology) ya está explorando la tecnología en 4D. Aún está en una incipiente etapa de desarrollo, pero según la curadora, se podrá diseñar y producir un tipo de indumentaria que “se adapte al cuerpo según éste gane o pierda peso”. Sería muy aburrido no renovar el vestuario, pero una solución mientras se junta coraje para empezar una dieta. ■