A los mediocres, un abrazo de este colega
La mediocridad ha sido muy desvalorizada y, según creo, lo ha sido justamente por los mediocres. Esos mediocres que creen que acusar de mediocridad a otro los excluye de ella. Tal vez haya una simple fórmula que aplicar: 1) Casi todos somos mediocres en la mayor parte de lo que hacemos. 2) La mayoría somos buenos en alguna cosa en especial; y 3) Muchos somos mejores que los que nos ro- dean en alguna actividad en particular. Por eso es bueno recordar que hay mediocres buenos que sobrellevan su condición de mediocre sabiendo que le pertenece a casi todo el género humano, y mediocres hijos de puta, que buscarán dejar de ser mediocres por el fácil camino de etiquetar a otro. No cualquiera es mediocre, muchos son menos que eso.
Son simples desastres que nos atormentan con sus calamidades, sus pensamientos retrógrados y sus idioteces supinas. Muchos llegan a líderes mundiales por el simple absurdo de que se ha tomado al solo hecho de diferenciarse como un sinónimo de superioridad.
Hemos olvidado que la hijaputez no es un valor, por eso canallas que aspirarían en el mejor de los casos a ser mediocres logran encumbrarse. ¿Quieren nombres? Ahí van: Mussolini, Menguele, Jaime, Galtieri, López Rega... la lista es larga, y además estos tipos no merecen ser recordados. Nosotros, los mediocres, los que llevamos nuestra digna mediocridad a pulso por la vida, los que tenemos el dolor de no ser lo que imaginamos pero dormimos con el consuelo de haber logrado lo que logramos nos reconocemos. Para todos Ustedes, queridos mediocres, un gran abrazo de un colega, y buenos días.