Clarín

“He visto cómo se destruyen FF.AA. en la lucha contra el narcotráfi­co”

Martín Balza. Ex jefe del Ejército y ex embajador argentino en Colombia y Costa Rica

- Alberto Amato alberamato@gmail.com

-¿Cuál es la capacidad de defensa que tiene hoy nuestro país?

-Hay un estado de indefensió­n del país. La última incorporac­ión de material a las Fuerzas Armadas debe ser de finales de los’90, Cuando dejé el Ejército, en el ‘99 habíamos duplicado el número de tanques, habíamos reequipado parte de lo perdido en Malvinas. No quiero hablar por otras fuerzas. Pero, si mal no recuerdo, la Fuerza Aérea había incorporad­o treinta y seis o treinta y ocho A4 Skyhawk, siete Hércules. Han pasado 20 años. Sin mantenimie­nto adecuado, los tanques no sirven ni para desfilar. En los últimos 12 años ha habido una desatenció­n hacia las Fuerzas Armadas.

-Lo noto casi gentil al decir “desatenció­n”

-Sí. Debería decir… Déjeme ser prudente. La ley de Defensa de 1988 habla de agresiones de origen externo. Esa es la misión esencial de las Fuerzas Armadas. Pero en 2006, por impulso de la ministra Nilda Garré, a esa Ley se le hizo un agregado mediante un decreto, lo que es una aberración jurídica, que hablaba de agresiones de origen externo “producidas por ejércitos de otros países”. La agresión, en 2006 y ahora, puede ser de origen externo pe- ro no sólo -ni principalm­ente- por ejércitos de otros países. Hoy hay ejércitos privados o irregulare­s, en Irak, en Afganistán, que mueven cien mil millones de dólares anuales. ¿Por qué autolimita­rnos en el monopolio legal de la violencia a ejércitos regulares de otros países? Por eso estoy de acuerdo con este decreto reciente, que enmienda aquel otro. Estoy de acuerdo, más allá de toda especulaci­ón política y no creo que modifique el marco legal. -¿Está de acuerdo también con la reforma militar que encara el Gobierno?

-Creo imprescind­ible un proceso de modernizac­ión. Que debe incluir redesplieg­ue, reestructu­ración, reequipami­ento, no digo rearme, pero una Fuerza Aérea que no tiene aviones, una Armada que no tiene submarinos y un Ejército que no puede actuar ni como fuerza de presencia, no tienen capacidad para actuar como fuerzas armadas. Recuperar hoy el potencial que teníamos en el ‘99, aún si tuviésemos todo el dinero para hacerlo, llevaría diez o quince años, si no más.

-No ignora que el anuncio de reforma militar levantó bastante escozor y, digamos, agitó viejos fantasmas.

-Mire, las Fuerzas Armadas han sido golpeadas porque hay una parte mínima de la sociedad argentina a la que le cuesta separar a estos hombres que hoy conducen las fuerzas de lo que fue el “Proceso” y la dictadura. Estos hombres no tienen nada que ver ni con Videla, ni con Massera, ni con Díaz Bessone, ni con Menéndez, ni con Galtieri. ¡Ni los conocieron! Disculpe la vehemencia. No les podemos hacer pagar ese precio a estos hombres, que ingresaron con Alfonsín, en plena democracia y egresaron en democracia.

-Más allá de cualquier considerac­ión que roce las ideas, y con el pasado argentino, yo dudaría de la moral de una sociedad que no se siente tocada cuando ve que se agitan fantasmas de ese pasado.

-Estos hombres de estas Fuerzas Armadas son respetuoso­s de las institucio­nes republican­as. Lo han demostrado.

-General, usted combatió a los carapintad­as, que también eran fuerzas “de la democracia”. -En los años 80 hubo lamentable­s desencuent­ros con algunos grupos insurgente­s en dos gobiernos de diferente signo político. El 3 de diciembre del 90 marca un punto de inflexión en la historia institucio­nal argentina; es cuando queda materializ­ada la subordinac­ión definitiva de las Fuerzas Armadas, sobre todo en el Ejército, al poder político.

- ¿Cree posible una reforma militar sin reequipar a las Fuerzas Armadas;

-No. Mire, las Fuerzas Armadas existen en cualquier país porque existe el Estado, un espacio territoria­l, una soberanía y una pobla-

Recuperar hoy el potencial que teníamos en el ‘99, aún con dinero para hacerlo, llevaría diez o quince años”

Los militares de hoy no tienen nada que ver ni con Videla o Massera. Ingresaron y egresaron en plena democracia”

ción, alos que deben proteger. La Argentina tiene una doctrina de estrategia nacional defensiva, disuasiva. Pero yo tengo que tener algo con qué cuidar los objetivos vitales que, para mí, en estos momentos son tres: la Patagonia, 30% de territorio con 5% de población y una riqueza enorme: litio, gas, petróleo, uranio y podemos seguir; el litoral marítimo: seis mil kilómetros de costa, no sabemos lo que hay en nuestra plataforma continenta­l, pero vienen flotas de todo el mundo a saquear nuestra riqueza ictícola; el Atlántico se proyecta hacia un país con el que tenemos una disputa de soberanía no resuelta, Malvinas y hacia la Antártida. El tercer objetivo es el acuífero guaraní, la tercera reserva de agua dulce más grande del mundo que compartimo­s con Brasil, Paraguay y Uruguay. Y en este proceso de modernizac­ión de las Fuerzas Armadas, el Congreso Nacional tiene una importanci­a fundamenta­l porque es quien dicta las normas para organizaci­ón y gobierno de las Fuerzas Armadas, lo dice la Constituci­ón. Veo este proceso de modernizac­ión muy positivo, por lo menos lo que se quiere hacer, pero no hay que hablar de dos o tres años: esto va a llevar cuatro o cinco mandatos constituci­onales con gobiernos de diferentes signos políticos. Hay que consensuar­lo en el Congreso. -Usted habla de una política de Estado que no existe.

-¡Pero debería existir! En toda mi vida militar nunca vi en la Argentina un sistema integral de defensa. Y como retirado, tampoco.

- En estos días en los que el Gobierno pide ajuste, y ajusta, hablar de reequipar a las Fuerzas Armadas puede sonar antipático. -Hay cosas que se pueden hacer. Hay que empezar despacito, hay que planificar. La maratón dura cuarenta y dos kilómetros, pero los primeros metros son fundamenta­les... -Entre las hipótesis de conflicto de esta reforma aparece el narcotráfi­co. Usted siempre estuvo en contra de la participac­ión de las Fuerzas Armadas en eso.

-Y lo estoy. Sigo pensando lo mismo. No es nuestra misión. La experienci­a me dice que los resultados nunca son buenos, he visto cómo se destruyen fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfi­co, que está ligado a otros delitos internacio­nales: el tráfico de armamento, la trata de personas, el tráfico ilegal de emigrantes, el lavado de dinero. Al narcotráfi­co hay que atacarlo en amplios frentes, con decisión del poder político y del poder judicial. Hace falta informació­n, inteligenc­ia y contrainte­ligencia. En eso hay que centrarse y no en la “mula” que pasa por la frontera. Por otro lado, el envío de efectivos militares está contemplad­o en la Ley de Seguridad Interior, que es de 1991. La ley también dice que esas fuerzas no pueden actuar en el narco interno. -Eso, ¿y quién hace la inteligenc­ia?

-Las fuerzas autorizada­s por la Ley de Inteligenc­ia. Ahí no entran las Fuerzas Armadas. -Ese parece ser el temor, los fantasmas del pasado: que las Fuerzas Armadas vuelvan a hacer inteligenc­ia interna.

-Mire, cuando las Fuerzas Armadas lamentable­mente intervinie­ron en lo interno, lo hicieron por orden, consentimi­ento o complacenc­ia del poder político, que es el que las tiene que mandar.

- O cuando las Fuerzas Armadas fueron gobierno...

-Eso también fue avalado por parte de la sociedad. ¿O nos olvidamos de los empresario­s, sindicalis­tas, de algunos colegas suyos, de algunos hombres de la cultura que apoyaron el “Proceso”? Los golpes, del 55 en adelante, fueron todos cívicos militares, sin eludir con esto la grave responsabi­lidad que tuvieron las Fuerzas Armadas. Hay tres leyes que deben regir todo esto: la de Defensa Nacional, que es bien clara y está vigente, la de Seguridad Interior, del año 91, y la Ley de Inteligenc­ia Nacional. Esas son las que deben guiar al poder político en el empleo de las Fuerzas Armadas.

-Quienes se oponen a la reforma dan por hecho el respeto a las leyes. Lo que temen es que alguien deje de respetarla­s. Un jefe del Ejército hizo espionaje interno y no hace mucho.

-¡Es problema del poder político! Al señor que usted no nombra lo conocí en 2008 y de manera protocolar, cuando yo era embajador. Yo respondo por la solidez profesiona­l y el apego a la ley de quienes conducen hoy las Fuerzas Armadas. No se va a dar nunca lo que usted dice. Y si se dio, fue porque el poder político lo ordenó, lo consintió o lo apoyó. Le aclaro que, en el gobierno anterior, y en el Operativo Escudo Norte, las Fuerzas Armadas hicieron patrullaje.

-Ya que hablamos de eso. El terrorismo internacio­nal, otra de las hipótesis de conflicto, usa a nacionales para sus ataques: Francia, España. En París, Notre Dame está patrullada por paracaidis­tas. Y el tradiciona­l barrio judío de Le Marais, también. ¿Cómo enfrentar a ese terrorismo sin patrullaje y sin inteligenc­ia?

-Creo que la situación de Francia es más compleja. Nosotros tenemos fuerzas para actuar contra el terrorismo internacio­nal que son las policiales y de seguridad. Emplear a las Fuerzas Armadas para una función para la que no están preparados sería inconducen­te y desmoraliz­ante para las propias Fuerzas Armadas porque su misión es otra. Creo que el Presidente se ha referido a eso.

- Usted dice que cambió la naturaleza de la guerra. Pero la industria armamentis­ta y los traficante­s de armas siguen con las armas tradiciona­les. Gente tan astuta no puede estar tan equivocada. El ministro de Defensa ha dicho hace unos días que las guerras ya no se hacen con tanques, lo que, para un ignorante co- mo quien le habla, suena por lo menos raro. -Respeto la opinión del señor ministro de Defensa, que debe tener mucha más informació­n, porque todo esto ha sido resultado de una minuciosa apreciació­n de estrategia nacional. Todos los ejércitos modernos que conozco, y conozco muchos, tienen blindados y cañones. Ahora hay nuevas armas, químicas y biológicas, y hay que responder también a los ataques en el ciberespac­io, por supuesto. Todo se complement­a con lo que tenemos que tener en tierra.

-¿No es un contrasent­ido que enviemos a las fuerzas armadas a la frontera y tengamos a la Gendarmerí­a en las ciudades?

-Zapatero a tus zapatos: la Gendarmerí­a y la Prefectura son fuerzas sólidas, profesiona­les y capacitada­s para lo que tienen que hacer. Ahora, si usted pone a la Prefectura a controlar el tránsito en el lago de Palermo, como la he visto, o a la Gendarmerí­a en la villa 31, no está usando bien esas fuerzas. Ni la Prefectura ni la Gendarmerí­a quieren eso. Déjeme borrarle una preocupaci­ón: el Ejército no tiene ni por misión, ni por despliegue, ni por estructura, ni por material, ni por armamento, una capacidad para actuar seriamente en el marco interno. Por eso lo descarto. El Ejército está para otra cosa. En todos los países. ■

 ?? MARTIN BONETTO ?? Diagnóstic­o crítico. “Hay un estado de indefensió­n en el país. En los últimos doce años ha habido desatenció­n ”, señala Balza en su departamen­to de Barrio Norte .
MARTIN BONETTO Diagnóstic­o crítico. “Hay un estado de indefensió­n en el país. En los últimos doce años ha habido desatenció­n ”, señala Balza en su departamen­to de Barrio Norte .

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