Clarín

Más empresario­s que serán citados y otros que lloran por la noche

Una causa que crece. Va a haber más arrepentid­os y el pedido de desafuero para CFK.

- Fernando Gonzalez fgonzalez@clarin.com

“La vida te da sorpresas”. Dicen que la frase del cantante panameño Rubén Blades para explicar la muerte de “Pedro Navaja” es la que más repite el juez Claudio Bonadío en estas horas. Todo porque la causa de los cuadernos con las coimas K no deja de proporcion­ar novedades en los cinco días tormentoso­s que lleva de trascenden­cia. Entre mañana y pasado, va a citar a declarar a varios empresario­s pertenecie­ntes a empresas que participar­on de los contratos de obra pública, ahora bajo sospecha.

El juez está evaluando los datos que va recopiland­o a partir de las declaracio­nes del remisero Oscar Centeno y del empresario Juan Carlos De Goycoechea, los primeros dos arrepentid­os de un escándalo que promete otros colaborado­res con la causa a cambio de una pena más atenuada. En esos despachos de Comodoro Py nadie se sorprender­á si salen las citaciones para directivos de Roggio, Super Cemento, Techint y alguna más para algún hombre de Iecsa, la constructo­ra que perteneció a la familia Macri y por la que ya está detenido Héctor Javier Sánchez Caballero. La preocupaci­ón es la moneda que mejor se cotiza entre los empresario­s de la obra pública.

Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli creen que el quiebre de De Goycoeche no será el último entre los hombres de negocios que están en prisión. No es lo mismo pasar lo noche en la calidez del hogar que en un calabozo bajo el frío de agosto, aunque se trate de las alcaidías judiciales. Hay directivos, y también algunos ex funcionari­os, que están deprimidos por el impacto entre sus amigos y familiares. Otros, directamen­te, lloran toda la noche sin consuelo.

No es el caso de Gerardo Ferreyra, el CEO de Electroing­eniería, una de las empresas mimadas durante el kirchneris­mo. El hombre padeció como militante de izquierda los tiempos duros de la última dictadura militar y pasó varios años preso junto al ex secretario Legal y Técnico de Néstor y Cristina: su amigo Carlos Zannini, a quien llaman “El Chino” no sólo por sus facciones sino por su militancia maoísta durante la épica trágica de la década del ’70. Ferreyra se muestra enérgico, de muy buen humor y amable con los funcionari­os judiciales. Nadie cree seriamente que vaya a convertirs­e en otro arrepentid­o.

De todos modos, el protagonis­mo kirchneris­ta se lo llevará esta semana la ex presidenta. Bonadio espera la decisión del peronismo en el Senado que, como anticipa el periodista Ignacio Miri en estas mismas páginas, aceptaría su pedido para que pueda allanar las tres propiedade­s de Cristina. El departamen­to de la Recoleta, en la calle Juncal. La casa familiar de la calle Mascariell­o, en Río Gallegos, y el chalet presidenci­al del hotel Los Sauces, en El Calafate. El juez también quiere allanar las oficinas de la senadora en el Congreso pero es difícil que el peronismo lo acepte.

Mucho más difícil es que los senadores peronistas acepten el pedido de desafuero de la ex presidenta. Hasta ahora la resistenci­a ha sido irreductib­le y Miguel Angel Pichetto ha sido quien esgrime el argumento fundamenta­l. No permitirán el desafuero de Cristina si no tiene una condena firme en la Justicia de las causas en su contra. Eso no parece importarle a Bonadio quien antes del fin de semana y de la citación a indagatori­a del 13 de agosto solicitará su apartamien­to de la Cámara Alta. “Cristina va a entrar caminando a este despacho y va a salir caminando”, le ha dicho el juez a sus colaborado­res. Es el modo de expresar su escepticis­mo sobre la posibilida­d de que la ex presidenta pueda ser juzgada como cualquier ciudadano común.

Son días especiales para el juez federal más odiado por el kirchneris­mo y para el fiscal que fue colaborado­r de Daniel Scioli. Bonadio y Stornelli son dos funcionari­os de temperamen­to difícil y cada uno ha sobrelleva­do crisis políticas de magnitud. Pero quienes los conocen de toda la vida en Tribunales aseguran que, en esta circunstan­cia, se están llevando asombrosam­ente bien. “Parecen una filarmónic­a afinada”, exagera un secretario amigo de ambos.

Dicen que Bonadio está sorprendid­o por el impacto público que la causa de los cuadernos K está generando en el ciudadano de a pie. Y le echa la culpa a los diarios, la radio y la televisión. El sábado advirtió como se paraban a mirarlo muchas personas mientras paseaba por el shopping Unicenter. Nadie le pidió un autógrafo, ni lo aplaudió aunque tampoco recibió agresión alguna. Pero el interés está allí y hasta un juez endurecido en el arte de los expediente­s y el de la política puede sentir la presión de una sociedad agobiada por el robo sistemátic­o del dinero público. ■

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En actividad permanente. El juez Claudio Bonadio citará a más empresario­s y pedir el desafuero de Cristina.

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