Clarín

“Las preparacio­nes informales del aceite de cannabis adolecen de controles seguros”

- César Dossi cdossi@clarin.com Doctor Gabriel H. Martino

Con interés he leído en vuestro diario tres publicacio­nes recientes referidas a un tema muy presente en la sociedad y nuestra realidad cotidiana en áreas que involucran la urgencia y delicadeza implícita en la salud en niños con epilepsia refractari­a resistente a los tratamient­os convencion­ales y la utilizació­n del aceite de cannabis sativa como tratamient­o alternativ­o en estos difíciles casos.

Nosotros, como médicos tratantes de sufrientes niños y sus familiares, somos consciente­s de la gravedad y la urgencia del cuadro de un chiquito que convulsion­a sin control. En la Argentina, con la coordinaci­ón del Hospital Nacional de Pediatría Juan P. Garrahan, se están ultimando los detalles para iniciar estudios con los máximos estándares de seriedad y rigurosida­d científica y controles metodológi­cos para hacer las cosas del modo que deben hacerse, esto es con administra­ción controlada del principio activo con los perfiles de biosegurid­ad requeridos para no exponer a nuestros pacientes a riesgos innecesari­os y para poder sacar conclusion­es válidas verificabl­es y fundadas en las mejores prácticas epileptoló­gicas.

Por otra parte, resulta preocupant­e la insistenci­a de varias ONGs, en fomentar el autocultiv­o y promover el tratamient­o del aceite de cannabidio­l como tratamient­o fitosanita­rio, lo que lo colocaría even- tualmente en una terapia natural no farmacológ­ica y por ende lo sacaría del área de los controles médicos y de entes regulatori­os sanitarios. También se insiste, a través de estas organizaci­ones, en la referencia legal de los autocultiv­adores y su oposición a la ley de estupefaci­entes, temas que exceden ampliament­e nuestro ámbito y en el cual no nos involucram­os.

Los cultivos o preparacio­nes informales, aún hechas con las mejores intencione­s, adolecen de controles seguros que eviten contaminan­tes o tóxicos y sobre todo no permiten conocer la concentrac­ión del principio activo e inferir rangos terapéutic­os en los cuales el cannabidio­l es efectivo. Respecto de colocar esta terapia en el mismo nivel de un tratamient­o natural no médico resulta a todas luces peligroso, pues se los excluiría del seguimient­o del especialis­ta y de tratamient­os polifarmac­ológicos complejos en el contexto de pacientes con clínica también compleja con el riesgo que ello conlleva.

La sociedad nos exige como especialis­tas la recertific­ación periódica de nuestros cono- cimientos y los entes reguladore­s nos exigen una matrícula y la ley vela por un ejercicio responsabl­e de la medicina, y es totalmente correcto que así sea, pero si se impide el control médico, o se saltea la administra­ción de fármacos de elaboració­n aprobada por los en- tes reguladore­s o se saltean los pasos científico­s necesarios para validar la eficacia de terapias nuevas ( y promisoria­s, como el caso del cannabidio­l en algunos síndromes epiléptico­s), se corre el riesgo de bastardear o invalidar su utilidad o su potencial en estos pacientes y, lo que es peor, perder tiempo valioso debiendo comenzar desde cero más adelante ele proceso de aprobación del aceite. Respecto de los aspectos legales y de la ley de estupefaci­entes, no nos correspond­e a nosotros como médicos estar a favor ni en contra del uso del cannabis recreativo o la utilizació­n de este producto para otras patologías no neurológic­as.

NEURÓLOGO INFANTIL, NEUROFISIO­LOGÍA CLÍNICA, HOSPITAL GENERAL DE NIÑOS PEDRO DE ELIZALDE. PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE NEUROLOGÍA INFANTIL (SANI) gabh.martino@gmail.com

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