“Las preparaciones informales del aceite de cannabis adolecen de controles seguros”
Con interés he leído en vuestro diario tres publicaciones recientes referidas a un tema muy presente en la sociedad y nuestra realidad cotidiana en áreas que involucran la urgencia y delicadeza implícita en la salud en niños con epilepsia refractaria resistente a los tratamientos convencionales y la utilización del aceite de cannabis sativa como tratamiento alternativo en estos difíciles casos.
Nosotros, como médicos tratantes de sufrientes niños y sus familiares, somos conscientes de la gravedad y la urgencia del cuadro de un chiquito que convulsiona sin control. En la Argentina, con la coordinación del Hospital Nacional de Pediatría Juan P. Garrahan, se están ultimando los detalles para iniciar estudios con los máximos estándares de seriedad y rigurosidad científica y controles metodológicos para hacer las cosas del modo que deben hacerse, esto es con administración controlada del principio activo con los perfiles de bioseguridad requeridos para no exponer a nuestros pacientes a riesgos innecesarios y para poder sacar conclusiones válidas verificables y fundadas en las mejores prácticas epileptológicas.
Por otra parte, resulta preocupante la insistencia de varias ONGs, en fomentar el autocultivo y promover el tratamiento del aceite de cannabidiol como tratamiento fitosanitario, lo que lo colocaría even- tualmente en una terapia natural no farmacológica y por ende lo sacaría del área de los controles médicos y de entes regulatorios sanitarios. También se insiste, a través de estas organizaciones, en la referencia legal de los autocultivadores y su oposición a la ley de estupefacientes, temas que exceden ampliamente nuestro ámbito y en el cual no nos involucramos.
Los cultivos o preparaciones informales, aún hechas con las mejores intenciones, adolecen de controles seguros que eviten contaminantes o tóxicos y sobre todo no permiten conocer la concentración del principio activo e inferir rangos terapéuticos en los cuales el cannabidiol es efectivo. Respecto de colocar esta terapia en el mismo nivel de un tratamiento natural no médico resulta a todas luces peligroso, pues se los excluiría del seguimiento del especialista y de tratamientos polifarmacológicos complejos en el contexto de pacientes con clínica también compleja con el riesgo que ello conlleva.
La sociedad nos exige como especialistas la recertificación periódica de nuestros cono- cimientos y los entes reguladores nos exigen una matrícula y la ley vela por un ejercicio responsable de la medicina, y es totalmente correcto que así sea, pero si se impide el control médico, o se saltea la administración de fármacos de elaboración aprobada por los en- tes reguladores o se saltean los pasos científicos necesarios para validar la eficacia de terapias nuevas ( y promisorias, como el caso del cannabidiol en algunos síndromes epilépticos), se corre el riesgo de bastardear o invalidar su utilidad o su potencial en estos pacientes y, lo que es peor, perder tiempo valioso debiendo comenzar desde cero más adelante ele proceso de aprobación del aceite. Respecto de los aspectos legales y de la ley de estupefacientes, no nos corresponde a nosotros como médicos estar a favor ni en contra del uso del cannabis recreativo o la utilización de este producto para otras patologías no neurológicas.
NEURÓLOGO INFANTIL, NEUROFISIOLOGÍA CLÍNICA, HOSPITAL GENERAL DE NIÑOS PEDRO DE ELIZALDE. PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE NEUROLOGÍA INFANTIL (SANI) gabh.martino@gmail.com