Tres visitas a la Argentina y una ambivalente relación con Borges
Después de su primer viaje, en 1972, Naipaul vislumbró el clima de violencia que se abatía sobre el país.
Dentro de su faceta de viajero incansable, V. S. Naipaul no dejaría afuera a la Argentina. Y no lo hizo, visitó tres veces nuestro país, del que se llevó una visión fuertemente crítica. La misma quedó plasmada en “El regreso de Eva Perón”. También Naipaul llegó a tratar con cierta regularidad con Borges y aunque lo asocia a esa misma visión crítica, otros (como Roberto Bolaño) consideran que realmente lo admiraba. Una crítica en The New York Times definió que “la Argentina fue el más complejo de los paisajes descriptos por Naipaul”.
Vino por primera vez en 1972 con la intención -afín a otros intelectuales de las procedencias más dispersas- de “entender al peronismo”. Durante aquel año, que prefiguró la crisis y la violencia de los siguients, Naipaul se entrevistó con sindicalistas, guerrilleros, escritores y dirigentes villeros. La alianza de sectores del peronismo con la izquierda le pareció “desconcertante”. Llegó a escribir: “En todas partes las paredes están garabateadas con slogans violentos. La guerrilla opera en las calles, la moneda cae, la ciudad está llena de odio. El sangriento slogan es ‘Rosas vuelve’. El país aguarda un nuevo terror”.
Cuando volvió, en 1977 y ya con el país bajo la dictadura, ese pronóstico se había cumplido. Pero en ese segundo viaje tuvo la oportunidad de entrevistas varias veces a Borges. También se mostró desconcertado con el edificio de la Biblioteca Nacional que, en realidad, aún llevaba una demorada construcción (recién se completaría en tiempos de Menem). Naipaul escribió que “esto habla de una administración que fracasó, de una ciudad que se muere, de un país que nunca funcionó realmente”.
Naipaul responsabilizó a Borges y a otros intelectuales argentinos por “ser negligentes y no reflexionar sobre sus países. El peronismo, al contrario de lo que piensa Borges, es un fenómeno íntimamente ligado a la sociedad argentina”. Fue otro británico, Martin Amis, quien replicó a Naipaul y defendió a JLB: “Borges no será el abanderado de los problemas de la Argentina, pero como todo artista inevitablemente lo termina haciendo. Varios de sus cuentos pueden leerse como reflexiones intensamen- te vívidas de la inercia y la ansiedad estéril que claramente siguen afectando al país”.
Una visión distinta sobre aquella relación la aporta el propio biógrafo de Naipaul, Patrick French. Señala que al escritor “le interesaba Borges y reconoció que, en su momento, no había sabido entender su grandeza”. Curiosamente aquella relación entre Borges y Naipaul fue eje de un texto de Roberto Bolaño, “Sabios de Sodoma”. Allí imagina los encuentros en- tre ambos escritores, y también imagina como Naipaul recorría Buenos Aires: “Visitaba personalidades de todo tiempo mientras atisbaba, cada vez más horrorizado, el infierno que se cernía sobre la ciudad”.
La última visita de Naipaul se dio en 1991, cuando su interés era dilucidar si la figura del entonces presidente Menem sería “el fin del peronismo”. En un artículo que escribió poco después para The New York Review Books, Naipaul retrató a Menem como “un hombre duro y peleador sur- gido de un suelo pedregoso”. Pero su visión crítica del país no había cambiado: “La Argentina ha destruido la idea del pionero, del éxito a través del trabajo, para reemplazarlo por la viveza criolla”.
Sobre la guerra de Malvinas sostuvo que “los argentinos no tenían ningún derecho a invadirlas”.
Pero la Argentina también marca otro capítulo clave en la vida de Naipaul: fue aquí donde conoció, durante su primer viaje, a Margaret Gooding, iniciando una tormentosa relación (extramatrimonial para ambos) que se prolongaría por dos décadas. El sadomasoquismo fue un componente infaltable en esa relación -así lo admitió Naipaul en la biografía escrita por French- y el final fue casi simultáneo a la muerte de Pat Hale, la primera mujer del escritor, su compañera y asistente desde la juventud en Tobago, la que sufrió sus humillaciones y violencia.
Era 1996. Pat moría por cáncer de pecho. Gooding, en uno de sus viajes de reencuentro a Londres, sufrió los golpes de Naipaul. Una vez más. Final de la relación.
Poco después, Naipaul se casó por segunda vez. La definitiva, con Nadira Revi, una joven periodista pakistaní, a quien había conocido a través de su agente literario. Allí concluyeron sus andanzas. ■
En sus textos, criticó con dureza al peronismo y condenó la guerra de Malvinas.