Entre zorros y gallinas
El kirchnerismo intentó instalar una “fuerza propia” en Tribunales como parte de su proyecto de “colonizar” los tres poderes del Estado. Ese instrumento fue “Justicia Legítima”, una entidad que, decían sus principios, intentaba “democratizar la Justicia y que terminó por poner la picota la trayectoria y el prestigio de algunos de sus miembros. Tres ejemplos: fue un fiscal que adhería a Justicia Legítima quien en 2014 evitó procesar a Lázaro Báez procesado hoy por asociación ilícita y lavado de activos. Fue la entonces procuradora Alejandra Gils Carbó, sostenedora de la entidad, quien pidió el juicio político del juez Claudio Bonadío, a cargo hoy de la causa por los cuadernos de la corrupción. Fueron fiscales de la Procuraduría de Violencia Institucional, nombrados por Gils Carbó, quienes diseñaron la falsa historia sobre la muerte de Santiago Maldonado en Chubut, en agosto de 2017. Otro más: la entidad, a través de su titular, repudió en su momento la marcha que pidió por el esclarecimiento de la muerte del fiscal Alberto Nisman en febrero de 2015. Suena difícil una investigación sobre los casos de corrupción K, con un Poder Judicial inficionado por una entidad de debida obediencia a quienes debían ser investigados. Hubiese sido, otra vez, la fábula del zorro que cuida el gallinero.