Clarín

Por la violencia y represión en Nicaragua, miles de personas huyen a Costa Rica

En los últimos tres meses, al menos 23.000 emigrantes del convulsion­ado país cruzaron la frontera.

- DPA

Al menos 23.000 nicaragüen­ses dejaron su convulsion­ado país en los últimos tres meses para escapar de la violencia y la represión del gobierno de Daniel Ortega,, buscando refugio en Costa Rica. Ingresan por puestos migratorio­s, senderos o puntos ciegos de la frontera norte.

Se trata de un verdadero éxodo. Migrantes con rostros compungido­s, que no ocultan el miedo, están dejando su patria debido a la violencia desatada desde el estallido de una cadena de protestas contra Ortega, que comenzó el 18 de abril pasado.

Muchos llegan a Costa Rica indocument­ados, tras cruzar montañas y rutas clandestin­as para evadir los controles de la Policía y del Ejército de Nicaragua, que ha desplegado a cientos de efectivos en la frontera común. Algunos inmigrante­s se alojan en casas de familiares, pero otros no tienen dónde ir y hay quienes duermen incluso en parques o simplement­e en la vía pública.

“Es casi como un hormigueo, todos los días decenas de nicaragüen­ses ingresan, algunos con sus enseres, ya sea hombres o mujeres cargando niños por esta zona”, contó un miembro de la Cruz Roja de la comunidad de los Chiles de San Carlos, ubicada a unos 200 km al norte de San José.

La huida es igualmente masiva por una ruta fronteriza conocida como “La Trocha”, una vía rústica que corre paralela al río San Juan, construida de emergencia por Costa Rica en 2010 tras denunciar la invasión de un enclave limítrofe por parte del vecino país.

Todos los inmigrante­s dicen huir “del miedo y de la represión” desatada por los grupos paramilita­res que responden a Daniel Ortega y su esposa, la vicepresid­enta Rosario Murillo. Un ejemplo de esta violencia fueron los operativos para remover a sangre y fuego los “tranques”, bloqueos de carreteras llevados a cabo tras las manifestac­iones iniciales lideradas por estudiante­s universita­rios.

“Nos obligan casi a vivir escondidos en el propio país”, dice Mario Osejo, quien a finales de julio dejó la capital nicaragüen­se, donde se ganaba la vida como comerciant­e. “Este nuevo conflicto me empujó a escapar a Cos- ta Rica mientras mis cuatro hijos quedaron en la zona del Rama y sus vidas corren grave peligro”, relató con angustia Juan Pérez, quien ingresó a comienzos de mes a territorio costarrice­nse por la frontera norte.

La mayoría de los nicaragüen­ses evidencian en sus rostros el temor y la desesperac­ión. “No me tomés fotos ni video hermano, mi vida corre peligro hasta aquí en Costa Rica”, advirtió un joven nicaragüen­se en el parque de La Merced, ubicado en pleno corazón de San José. Ese parque es, desde hace muchos años, sitio de reunión de una enorme masa de nicaragüen­ses ya radicados hace tiempo en el vecino país.

Algunos dirigentes de las protestas y opositores están convencido­s de que el gobierno de Ortega infiltró entre los refugiados a fuerzas paramilita­res y activistas del gobernante Frente Sandinista para espiar e intimidar a los inmigrante­s que han huido hacia Costa Rica.

La propia hijastra de Ortega e hija biológica de Murillo, Zoilaméric­a Ortega Murillo, exiliada en Costa Rica desde 2013, advirtió esta semana la existencia de espías. “Yo pienso que es muy difícil para el gobierno de Costa Rica admitirlo, pero la cercanía geográfica permitiría pensar que ese riesgo existe”, alertó la mujer, quien en su momento se arriesgó a denunciar que había sido abusada sexualment­e por su padrastro durante su niñez y adolescenc­ia.

Inmigrante­s del parque de La Merced cuentan historias sobre supuestos secuestros e intimidaci­ones que atribuyen a seguidores del sandinismo. El ministro costarrice­nse de Seguridad Pública, Michael Soto, no descartó que se hayan producido infiltraci­ones “externas” en los hechos de violencia que sacudieron la capital el 18 de agosto, cuando unas 500 personas marcharon para protestar contra la inmigració­n nicaragüen­se, lo que dejó 44 detenidos.

Recienteme­nte, la canciller Epsy Campbell dijo que unos 3.000 nicaragüen­ses estaban ingresando por semana a Costa Rica, a raíz de la crisis. Pero esta semana admitió que ya no hay certeza del número real.

También en Managua, el consulado de Costa Rica continúa atiborrado de solicitant­es de visa. Hay hasta 900 solicitude­s diarias, según fuentes de la sede diplomátic­a.

Costa Rica ha sido tradiciona­lmente un país receptor de inmigrante­s y refugiados por razones políticas. Y Nicaragua, con sus constantes crisis políticas y conflictos internos, es la fuente mayor de emigración, incluso por razones económicas. ■

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DPA Exodo. Un campamento de nicaragüen­ses en La Cruz, ciudad costarrice­nse ubicada en la frontera.

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