María E. Walsh ya le cantaba a los taxistas
La mañana se anticipa complicada. Desde una radio, lejanamente sintonizada, se alcanza a escuchar algo acerca de un corte en algún lugar de la 9 de Julio. Subo al taxi, indico la dirección, que implica atravesar la alguna vez bautizada avenida más ancha del mundo, y le pregunto al conductor si está al tanto de esta interrupción. Me contesta que no sabe, porque acaba de terminar un viaje largo, desde el otro extremo de la ciudad. Inquiero entonces si tiene Waze, herramienta fundamental hoy por hoy para desplazarse por una Buenos Aires cuasi caótica, entre marchas, cortes, y cierres por obras. Me dice que sí, pero que no lo usa “porque me consume muchos datos”. Y lanza: “¿Usted no lo tiene instalado?”. Le contesto que no, agregando, sin que haga ninguna falta, que no manejo. El hombre redobla la apuesta: “Muchos pasajeros que llevo no manejan, pero igual se lo bajaron y me fueron indicando bárbaro el camino”. Piadoso mutis por el foro. Otra mañana, otro viaje en taxi. Sospecha de embotellamiento y posibilidad de cor- tes en la zona del Centro. El conductor me pregunta por dónde me parece que tomemos. Le digo, con toda sinceridad, que no tengo la menor idea. Después de sucesivas reuniones, recién me asomo a la calle. Le sugiero que vayamos por donde la parezca mejor; es él quien ha estado afuera lidiando con el tránsito. Pregunto, otra vez, por el Waze. Tiene pero no lo usa, porque no sabe manejarlo bien, me dice. Me sugiere que yo, que no manejo ni tengo auto, me lo instale en el celular.
Me acuerdo de María Elena Walsh, y empiezo a tararear aquello de “me dijeron que en el reino del revés...”.