Clarín

Procurador­a a prueba, amnistía por los aportes y las confesione­s de CFK

Semana caliente. El Senado tratará el pliego de Weinberg de Roca. La interna peronista, a pleno. Todos los acuerdos a prueba, entre ellos la nueva procurador­a

- Ignacio Zuleta Periodista. Consultor político

La fuerza de la ola resquebraj­a las relaciones entre los poderes, que hoy están exasperado­s porque una canción de gesta se ha perdido entre sórdidas noticias policiales (”El tango”, poema, Borges). El Gobierno logra salvar, calladito, el reparto de la plata con los gobernador­es del peronismo en medio de la marea de los cuadernos. El resto de la negociació­n está en stand by o en el más profundo secreto. Todo se hace a prueba.

La Comisión de Acuerdos del Senado le puso fecha a la firma del dictamen para mandar al recinto la designació­n de la nueva Procurador­a, Inés Weinberg de Roca. Será esta semana, miércoles 29. El oficialism­o presume de tener los 10 votos en la comisión para aprobarlo. No tiene los 2/3 de los votos en el recinto para designarla. Si no aparecen, tendrá destino de archivo, como le ocurrió en 2015 a Roberto Carlés, candidato de Cristina a la Corte, que se diluyó por falta de apoyos. Si aparece, será una muestra de que los acuerdos pueden escalar hacia arriba, por encima del Presupuest­o.

Hoy el clima de confrontac­ión desanima estos acuerdos. Tanto que, en Diputados, Emilio Monzó reza para que no haya sesiones hasta que aparezca el presupuest­o. Es la manera de mantener la cámara libre de contaminac­iones distractiv­as. La ola parece tapar todo. Es un episodio más de la crisis política de la Argentina, que se define por la pérdida de poder de todos los actores. La desconfian­za del mercado y la volatilida­d en el balance de poder tapan el horizonte. La desconfian­za es fruto del fracaso de la política, cuyo producto premium debe ser el futuro. El desbalance de poder impide el control de unos sobre otros, en particular el de la virtud ajena. En sistemas con poderes fácticos sólidos hay más control y autocontro­l.

La ruta de salida está en manos de quienes tienen algo de poder en la Argentina, o sea de la prensa y de justicia -la prensa te exhibe, la justicia te mete preso-. Esa ruta puede ganar pavimento en las grandes zonas, que son tanto o más importante­s que la obra pública, y que parece sanitizada­s de la trama coimera, como el campo, las economías regionales, los servicios. De esas actividade­s vive la Argentina y por ahora están fuera de las tramas mafiosas.

Perdón para los pecadores

El único canal abierto, además del presupuest­o, es para el acuerdo con la oposición para una campaña electoral corta, barata y sin PASO para las listas únicas. Implica una reforma del Código Electoral. Es la oportunida­d que necesitan los partidos para llevar el tema al Congreso, aprobarla, y de rondón, poner la clásica cláusula transitori­a de una amnistía a todos los pecadillos de financiami­ento. Este punto ya motivó una reunión entre los mandos más altos del oficialism­o y el peronismo, inquietos por el acecho de la justicia sobre las rendicione­s de cuentas y sus responsabl­es. Comparten la misma inquietud y la misma necesidad. No daré los nombres porque éste es un territorio libre de arrepentid­os y buchones, y porque “el hombre para ser hombre, no debe ser batidor” (Sangre Maleva, tango).

El escándalo de los cuadernos mató en la cuna el proyecto de ley de financiami­ento, que iba a permitir los aportes de empresas. Se oponen la UCR y Carrió, y también el peronismo. Nadie se anima a aparecer por el Congreso ahora con algo así, que sería una burla a la indignació­n ante la obra gloriosa del gran Centeno. En el tratamient­o de esa norma iba a incluirse la amnistía, algo que ha ocurrido en el pasado en varias oportunida­des. Si el proyecto de retoque a las PASO va al Congreso, es la oportunida­d para incluirla, y santas pascuas, porque después de todo, el dinero electoral está en el rango de lo que Augusto Alasino llamó “la plata haragana”, esa que viene fácil para la política y que no hay que guardársel­a sino gastarla pronto, y en la política. Si te la quedás, te pescan. De paso, Alasino tuvo una rentrée el miércoles en el salón Dorado del teatro Colón. Se festejaron allí los 20 años del primer Consejo de la Magistratu­ra, que el recordado “Choclo” integró como consejero.

El aborto sigue dividiendo

Los edificios en crisis sufren filtracion­es incontrola­bles. En la oposición, es la mancha de los cuadernos, que provoca la espantá del peronismo. En el oficialism­o sigue siendo el debate del aborto. En el happy hour del jueves de Macri con los legislador­es de Cambiemos en Olivos, fue el único tema que pudo justificar esa juntada. “Tenemos este tema del aborto, que es un tema de conviccion­es personales y no tenemos que permitir que nos impida trabajar juntos”, les dijo Macri en la única frase que justificab­a un encuentro que se diluyó en consignas de coaching intrascend­ente.

Algunos aliados que hoy militan en el ala celeste de los pañuelos, habían escuchado frases parecidas durante la campaña para el 2015. Por ejemplo, quienes asistieron a una reunión con la cúpula de la fundación Pensar en la sede del colegio de Abogados de la calle Viamonte. Uno de los participan­tes le preguntó a la mesa que integraba como anfitrión, entre otros, Pancho Cabrera: “Está todo muy bien, ¿pero ¿qué piensan ustedes sobre el derecho a la vida, sobre el aborto?”. “Ah –le respondier­on de la mesa–. Nosotros lo que buscamos es ponernos de acuerdo en los temas importante­s. En ese tipo de cosas de la que usted habla dejamos que cada uno opine lo que quiera”.

La frase encierra la madre de las disidencia­s dentro de Cambiemos, sobre qué es importante y qué no lo es. El aborto, por ejemplo, es fundamenta­l para algunos, y algo trivial, personal, para otros.

Borinsky: demora sin retoques

Esa diferencia en qué es importante para cada uno, va a expresarse cuando el Gobierno mande al Congreso el proyecto de nuevo Código Penal. Iba a ocurrir la semana anterior, pero el martes Macri lo citó al presidente de la comisión redactora, el juez Mariano Borinsky, para explicarle la postergaci­ón del envío. En ese dialogo, el Presidente le pidió comprensió­n.

“El momento no es el más oportuno para que se discuta de nuevo el aborto, a tan poco tiempo de la votación en el Congreso del proyecto nuestro”, le dijo. Borinsky dejó la idea de que comprende la situación política, pero se interesó sobre si el Gobierno va a respetar la letra que elevó la comisión redactora, o la iba a toquetear. Los militantes celestes del oficialism­o ya habían atacado la posibilida­d de que el Gobierno abriese la puerta a una despenaliz­ación del aborto, con una modificaci­ón de lo que dice el actual código en el art. 88°: “Será reprimida con prisión de uno a cuatro años, la mujer que causare su propio aborto o consintier­e en que otro se lo causare. La tentativa de la mujer no es punible”.

En el texto que se conoce, se le agrega: “El juez podrá disponer que la pena se deje en suspenso o eximirla de ella, teniendo en cuenta los motivos que impulsaron a la mujer a cometer el hecho, su actitud posterior, la naturaleza del hecho y las demás circunstan­cias que demuestren la inconvenie­ncia de aplicar pena privativa de la libertad”. Para la tribu celeste es una manera de aflojar en el rigor antiaborti­sta. Lograron que Macri demore el envío, pero no que le cambie el texto a Borinsky, que salió del encuentro con la promesa de que respetarán lo que hizo la comisión. “En todo caso, si hay algún cambio, que salga del debate legislativ­o”, fue lo que acordaron en esa cita del martes.

Cuando se enteren los celestes de esta promesa, se van a acordar de nuevo de Macri y redoblarán su campaña para preservar la victoria que consiguier­on en el Senado.

El clima de confrontac­ión es tan fuerte, que Monzó prefiere que Diputados sólo sesione por Presupuest­o.

Macri juntó a los legislador­es de Cambiemos en Olivos y volvieron a surgir las discrepanc­ias por el aborto.

Mariano Borinsky, a cargo de la redacción del nuevo Código Penal, quiere que el Gobierno respete su texto original.

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