Clarín

El falso comisario de la Bonaerense que engañó a todos volvió a las andanzas

Estafador y ladrón En 2012 simuló ser un jefe policial, hizo inspeccion­es y se codeó con la cúpula. Fue preso, salió en 2017 y volvió a caer por robo. Ahora recibió una nueva condena.

- Virginia Messi vmessi@clarin.com

El Tribunal Oral N° 2 de San Isidro acaba de homologar un juicio penal abreviado por el que se condenó a dos años y ocho meses de prisión a Eduardo Miguel Juárez Tapia (51). La acusación: en un primer caso, llevar de paseo por cajeros automático­s a un hombre frente al cual se presentó como policía de la División Narcotráfi­co y amenazó con inventarle una causa; en otro, robarle a mano armada el auto a una mujer que estaba saliendo del Carrefour de Olivos.

Nada ni muy violento ni muy glamoroso ni muy excepciona­l para ser noticia. Lo importante no está en los hechos, sino en su protagonis­ta. Eduardo Miguel Juárez Tapia ganó una fugaz fama criminal en 2012 cuando, luego de salir de la cárcel, se calzó un uniforme de comisario inspector de la Bonaerense y, durante dos meses, hizo estragos en la zona sur del Conurbano.

Con una sangre fría envidiable, en 2012 Juárez Tapia inspeccion­ó comisarías, enamoró y llegó a convivir con una reconocida comisaría de Berazategu­i, logró entrar y salir del Departamen­to Central de Policía en La Plata cuantas veces quiso y hasta se dio el lujo, en un acto oficial, de estrechar la mano del entonces ministro de Seguridad, Ricardo Casal, y de pedirle la capilla de la escuela a su director para casarse con su novia policía.

Entre el 5 de octubre y el 5 de diciembre de 2012, su performanc­e fue perfecta y ningún "colega" detectó la mentira. El falso comisario fue desenmasca­rado por la desconfian­za de un empresario de Capital Federal que había sufrido un robo. Ante él, Juárez Tapia se presentó como "un enviado de la superiorid­ad" y le ofreció un sistema de cámaras de seguridad por 70.000 dólares.

El empresario sospechó, llamó a un verdadero comisario que era amigo suyo y pronto averiguó que Eduardo Miguel Juárez Tapia en realidad era un ex preso que acababa de salir del penal de Olmos, donde purgaba una pena unificada de 24 años de pri- sión por estafas, robo, abusos sexuales y privación ilegal de la libertad.

Todo fue escandalos­o, incluso su caída. Cuando el 5 de diciembre de 2012 la Policía intentó detenerlo en la casa de su novia, ambos se atrinchera­ron para resistir. Él porque sabía la que venía. Ella porque creía que su pareja estaba en una misión encubierta y los que atacaban eran narcotrafi­cantes.

Pero el falso comisario inspector fue preso y nadie se creyó su versión de que era un agente de la SIDE actuando de encubierto. En 2014, el Tribunal Oral Criminal N° 2 de Quilmes lo condenó a 4 años y 10 meses de prisión. La pena se cumplió el 4 de octubre de 2017 y Juárez Tapia demoró apenas 48 horas en meterse en problemas.

De acuerdo a la sentencia dictada ahora por el Tribunal Oral N° 2 de San Isidro, el 6 de octubre de 2017 una joven que estaba saliendo del Carrefour de Olivos con su Fiat Palio fue intercepta­da por un hombre armado.

El ladrón la encañonó, la hizo cambiase al lugar del acompañant­e y siguió con ella unas cuadras. Finalmente la tiró del Palio y se fue con el auto. Ese ladrón era Juárez Tapia, quien aun conservaba la cédula verde del Fiat cuando la Policía lo detuvo el 26 de octubre siguiente. Volviendo a sus viejos hábitos, había irrumpido en un domicilio de Villa Ballester haciéndose pasar por policía de la "División Narcotráfi­co" (sic).

A sus víctimas de ese día -tres hombres- les dijo que podía evitar que les armaran una causa y se llevó a uno de ellos a recorrer cajeros automático­s para sacar efectivo. Mientras hacía esto, los otros dos avisaron a la Policía, que logró detener al ladrón con 12.000 pesos encima.

Acusado de dos robos simples, Eduardo Miguel Juárez Tapia volvió a su segundo hogar, el penal de Magdalena, donde ahora está alojado. Pero en su prontuario quedó demostrado que las rejas no limitan su ingenio.

Ya en 2002, estando detenido en la cárcel de Mercedes, Juárez Tapia se hizo pasar por policía con singular éxito pese al contexto adverso. Por entonces, usando dos nombres falsos y el cargo de subcomisar­io, engañó a una gestora y a un oficial inspector de Lomas de Zamora. A ambos logró estafarlos vía el teléfono público de su pabellón y la excusa de que se encontraba “encubierto” en el lugar, “en una misión especial”.

Así logró que la gestora Cristina Isabel Alcántara, a quien en julio de 2002 llamó invocando el nombre de un policía amigo, le comprara una Calling Card (tarjeta de llamadas). Alcántara no debía preocupars­e, le aseguró el falso policía, porque la cuenta telefónica sería pagada directamen­te por el Ministerio de Seguridad bonaerense.

En septiembre, la mujer recibió una cuenta de 1.206 pesos para pagar de la Calling Card que Juárez Tapia había usado entre el 24 de julio y el 3 de agosto. Una segunda factura fue aún peor: 2.134 pesos por el uso de la tarjeta entre el 4 de agosto y el 5 de octubre.

Pero eso no es todo. Usando esa tarjeta desde la cárcel entre el 22 de septiembre y el 10 de octubre de 2002 llamó varias veces al agente Ricardo Manuel Domínguez, de la Departamen­tal de Lomas de Zamora. Esa vez dijo ser el subcomisar­io Jorge Fiallo y convenció al oficial principal Domínguez de que él era un jefe policial y que necesitaba que le hiciera un favor. De esta manera logró que le llevara una computador­a a la cárcel, la cual vendió.

Personaje extraño, Eduardo Miguel Juárez Tapia ideó y ejecutó grandes engaños pero siempre terminó preso. Declarado "reincident­e", volverá a la calle el 25 de junio de 2020. ■

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Otra vez preso. La nueva detención de Juárez Tapia, ahora por robos.
 ??  ?? El escándalo. La historia fue revelada por Clarín a principios de 2013.
El escándalo. La historia fue revelada por Clarín a principios de 2013.

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