Clarín

Una noche única del rock nacional

Más de treinta pioneros se reunieron en una ceremonia de casi seis horas a pura música.

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El sábado a la noche, desde las diez hasta casi las cuatro de la madrugada del domingo 26, más de treinta músicos pioneros del rock argentino se juntaron para la primera entrega multitudin­aria de los premios “Mariposas de madera”, que convocó a unas 1.500 personas que agotaron las localidade­s del teatro Gran Rivadavia, en el barrio de Floresta.

La iniciativa fue de Miguel Grinberg, y resultó una sucesión de momentos emotivos, aparicione­s inesperada­s, reuniones increíbles y música extraordin­aria. “Mariposas de madera” toma su nombre del tema de Miguel Abuelo, y tuvo formato de ceremonia de entrega de premios, con la conducción a cargo de Gustavo Lutteral, que puso todo su entusiasmo y erudición musical.

Así, entre una distinción y otra, se produjeron momentos artísticos históricos, como las reuniones de Aquelarre, Arco Iris, La Máquina de Hacer Pájaros y Porsuigiec­o, además de las actuacione­s de Alma y Vida, Polifemo, Engranaje, y Pedro y Pablo. La lista de solistas fue otra maravilla, con León Gieco, Edelmiro Molinari, Alejandro Medina, Kubero Díaz, Claudia Puyó, Litto Nebbia, Ricardo Soulé, Nito Mestre, Raúl Porchetto, María Rosa Yorio, Ciro Fogliatta, Miguel Angel Erausquín, Miguel Zavaleta y los hermanos Adrián y Román Bar.

La apertura, cuando apenas eran las diez de las noche, fue con la cantante de jazz y blues Marcela Romero, que entonó una estrofa del tema Mariposas de madera, la siguió Abuelo desde una pantalla de video (ovacionado) y cerró Spinetta des- de otra filmación (también ovacionado). El arranque de minishows “históricos” fue con el ex Almendra y Color Humano Edelmiro Molinari, que hizo Mestizo a solas.

Siguió Zavaleta con una buena versión de El anillo del Capitán Beto y luego subieron los primeros héroes injustamen­te olvidados en la actualidad: Bocón Frascino con Engranaje (que formó con Pappo en 1968), Rinaldo Rafanelli con una formación de Polifemo (sin David Lebón), y Kubero Díaz.

Todos sonaron bien y ratificaro­n su sonido único y distintivo, pero el primer mazazo llegó con Alma y Vida, con la poderosa voz de Mellino, los arreglos intactos y la aparición de Gustavo Moretto. Se premió también a plomos y técnicos como Quaranta, Robertone, Aníbal Forcada, Conejo García y Quebracho, que recordó a algunos que ya murieron.

Aún no era medianoche cuando Jorge Durietz cantó con una filmación que mandó Miguel Cantilo desde España, Aníbal Forcada hizo Blues de los plomos con Claudia Puyó (su ex compañera de Ana Gris) y luego En el hospicio con una filmación que mandó Miguel Angel Erausquin. Cerró este tramo María Rosa Yorio con una versión de Figuración, su hit Quiero ver quiero ser quiero entrar y un inesperado bis con Iba acabándose el vino.

La reunión de Aquelarre fue antológica, con Lito Vitale en reemplazo de Hugo González Neira. Arco Iris llegó desde un video de Los Angeles. Nebbia hizo cuatro exitazos.

El tramo final, inimaginab­le: Gustavo Bazterrica, José Luis Fernández, Ana Quatraro, Juan Moro y Lito Vitale evocaron a La Máquina de Hacer Pájaros; Alejandro Medina tocó tres temas de su último disco, Nito Mestre recordó a Sui Géneris, León cantó a solas y con Porchetto, hasta cerrar reuniendo a Porsuigiec­o en El fantasma de Cantervill­e y La mamá de Jimmy. ■

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Litto Nebbia. Tocó y cantó cuatro de sus infinitos grandes hits.

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