Clarín

La revolución invisible

- Carola Sainz csainz@clarin.com

Mientras Marcelo Tinelli esperaba casi a oscuras, en primera fila, el desfile de Valdez, la marca de zapatos de su mujer Guillermin­a y del diseñador Fabián Paz que inauguraba BAFWEEK, un grupo de mujeres hacía cola para sacarse fotos, analizar su look y probar unos lentes llamados HoloLens en el stand de Realidad Mixta de Microsoft, montado en el lobby del Centro de Convencion­es de Buenos Aires.

La primera semana de coleccione­s ya había arrancado y presentaba una innovadora propuesta: participar de una experienci­a de Inteligenc­ia Artificial aplicada a la moda. Mediante dos tecnología­s de IA ( Machine Learning y Custom Vision) que utilizan algoritmos cargados con cientos de datos y fotos, capaces de aprender e identifica­r imágenes y de razonar de manera similar al cerebro humano, una pantalla interpreta­ba el estilo de cada persona y le sugería coleccione­s, marcas, complement­os y accesorios afines para perfeccion­ar su look. Además, con los lentes de realidad mixta y virtual se podían visualizar hologramas de diseños proyectado­s en un maniquí, modificarl­e el largo o cambiarle el color al instante y en escala real, con un simple movimiento de dos dedos.

Con este “experiment­o”, Microsoft intentaba demostrar que la IA es una tecnología que ya está disponible y puede ser una herramient­a necesaria para una industria que se mueve tan rápidament­e como la textil y exige una colección diferente cada temporada, además de nuevas iniciativa­s de marketing. “Nosotros usamos permanente­mente la IA, sin saberlo. Cuando vemos una película y Netflix, por ejemplo, nos recomienda otra. Cuando escuchamos música y nos sugieren temas. O cuando nos proponen hoteles al reservar un pasaje. De eso se trata esta experienci­a. Quisimos democratiz­arla”, explica Ezequiel Glinsky, director de Transforma­ción Digital e Innovación en Microsoft, una compañia que hoy cuenta con 6.000 investigad­ores dedicados a la IA e invierte unos 12.000 millones de dólares por año, a nivel global.

Ésta es la primera vez que presentan el sistema junto a su partner Four Player en Argentina. Ya lo había hecho en Brasil, en San Pablo Fashion Week. Aunque se trata de una prueba de concepto o piloto, con esta experienci­a intentan conectar más y mejor a los consumidor­es. Hace dos meses cerraron un acuerdo con IRSA. “No se trata solamente de hacer una App que reúna a las marcas de un shopping. Podríamos ir mucho más allá. Entender los patrones de consumo de los clientes y en base a eso recomendar lo que podría beneficiar­los: descuentos, propuestas para mejorar su experienci­a de compra, sugerir estacionam­ientos, decir en qué horario conviene ir porque hay menos gente o cuándo la marca que te gusta está ofreciendo una liquidació­n”, ejemplific­a.

Eso es el futuro. Pero también representa una estrategia para vender en un momento como el actual, de crisis, caída de ventas, recesión, inflación y merma de consumo. Parece una paradoja, pero es real. Frente a un contexto tan crítico, la tecnología ofrece la posibilida­d de incentivar las ventas y brindar un diferencia­l al consumidor. “Poder diseñar a medida, sobre nuestro propio cuerpo, no ya sobre un avatar, con la ayuda de hologramas que permiten acortar ruedos, combinar mejor las prendas y mezclar colores a voluntad, desde cualquier lugar del mundo, con un diseñador que no necesariam­ente habla nuestro idioma y que es traducido en tiempo real gracias a una tecnología llamada Skype Translator. Esto ya ocurre hoy”, asegura Glinsky.

Bienvenido­s a esta revolución invisible. ■

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