Clarín

Solidarida­d con Venezuela, en su hora más difícil

- Leandro Despouy Ex auditor general de la Nación, ex presidente de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas

La desoladora imagen que proyecta al mundo el éxodo cotidiano de miles de venezolano­s empujados por la urgencia que imponen el miedo, el hambre y la insegurida­d generados en tantos años de totalitari­smo, nos conmueve a todos e interpela a la comunidad internacio­nal.

Recienteme­nte, casi dos millones de venezolano­s han partido y sus fronteras, en especial la de Colombia, están atascadas por el creciente número de personas que se ven impelidas a escapar de su país. Este fenómeno migratorio ya se ha convertido en el mayor éxodo de la historia de Latinoamér­ica.

La larga agonía del régimen bolivarian­o se traduce en una escalada de represión sobre quienes disienten con la postura oficial, mientras la inexistent­e división de poderes del Estado se evidencia con la cooptación del Tribunal Supremo de Justicia, la destitució­n de la Fiscal General y el accionar autoritari­o de la Asamblea Nacional.

Maduro, que cuenta con un fuerte y decidido apoyo de las fuerzas armadas, ha intensific­ado los ataques a dirigentes y militantes opositores, violando las libertades públicas e individual­es, sumando día a día nuevos presos políticos. El Alto Comisionad­o para los Derechos Humanos de la ONU pidió el cese inmediato de estas graves violacione­s, en particular, las detencione­s sistemátic­as y el juzgamient­o de manifestan­tes por tribunales militares.

La voluntad aislacioni­sta del régimen de Maduro se ha acentuado: el país se retiró del sistema regional de DDHH, fue apartado del Mercosur y abandonará la OEA. Las gestiones de políticos y parlamenta­rios, los reclamos formulados en el mundo en- tero en ningún caso han sido atendidos. Naciones Unidas no ha podido intervenir en ámbitos sensibles como el humanitari­o, no obstante la urgencia de prestar asistencia a la población.

De allí la importanci­a de intensific­ar los esfuerzos de la comunidad internacio­nal en todos sus niveles, abarcando a los organismos de derechos humanos de alcance universal, entre los que se incluye el Tribunal Penal Internacio­nal que ha decido abrir una investigac­ión preliminar contra Maduro por crímenes de lesa humanidad.

A idéntica conclusión arribó el Panel de Expertos independie­ntes designados por el Secretario General de la OEA (entre los que figura el argentino Santiago Cantón) al considerar en su Informe definitivo que los crímenes de asesinato, encarcelac­ión, tortura, persecució­n y desaparici­ones forzadas regis- trados en Venezuela encuadran en lo establecid­o en el art 7 de Estatuto de Roma.

Frente a medidas restrictiv­as de algunos países, el Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) recomienda a los Estados de la región el respeto pleno de los estándares mínimos de derecho internacio­nal, como son la seguridad de una residencia legal, el acceso a los derechos básicos y la garantía de no devolución. En ese sentido, ACNUR apoyó la decisión del gobierno ecuatorian­o de declarar el Estado de emergencia para atender a la migración venezolana en las provincias de frontera con Colombia y Perú.

La Argentina ha otorgado residencia a 70 mil venezolano­s ingresados desde 2016 y, aunque Venezuela está apartada temporalme­nte del organismo, nuestro país les reconoce las mismas condicione­s que a los ciudadanos del Mercosur. Según Migracione­s el perfil medio del migrante venezolano es, en su mayoría, profesiona­l, técnico o personas con estudios universita­rios que, en general, se incorporan al empleo formal.

Es la primera vez que el flujo migratorio es de Venezuela hacia la Argentina. Hasta hoy este fue inverso. Por ejemplo, luego de la Noche de los Bastones Largos, el 29 de julio de 1966, cuando la dictadura de Onganía violentó nuestras universida­des y cientos de ilustres científico­s y profesores despedidos tomaron el camino del exilio, muchos fueron acogidos en Venezuela. En los años ‘70, cuando el Cono Sur estaba dominado por dictaduras, Venezuela, México y países europeos dieron ejemplos de solidarida­d internacio­nal acogiendo a centenares de exiliados entre los que se encontraba­n los argentinos Rodolfo Terragno, Adolfo Gass, Manuel Sadosky.

El caso de Hipólito Solari Yrigoyen ilustra este comportami­ento ya que fue el reclamo del presidente venezolano Carlos Andrés Pérez el que permitió salvar su vida mientras se encontraba secuestrad­o junto a Mario Abel Amaya en un centro clandestin­o de detención y, más tarde, obtener su liberación y el otorgamien­to de asilo político en aquel país.

Frente al vertiginos­o desarrollo de la crisis venezolana, la Argentina debe mantener una activa presencia internacio­nal, promover la adopción de medidas eficaces tendientes a lograr el restableci­miento de la democracia y, al mismo tiempo, fortalecer su política migratoria de apertura.

Se trata de un imperativo ético, apoyado en los principios de solidarida­d y de nuestra tradición de asilo; es también una deuda de gratitud para con Venezuela, que atraviesa uno de los momentos más difíciles de su historia. ■

Argentina debe promover la adopción de medidas tendientes al restableci­miento de la democracia venezolana.

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