Australia: los curas se niegan a denunciar abusos sexuales revelados en las confesiones
La Iglesia rechazó la recomendación de una comisión oficial que investiga los casos de pedofilia en ese país.
Los dirigentes católicos australianos se comprometieron ayer a no tolerar más abusos pederastas dentro de su Iglesia, pero rechazaron una petición de levantar el secreto de confesión cuando se hable allí de estos crímenes. La Iglesia respondía así al informe final de la comisión de investigación del gobierno que trabajó durante cinco años en las respuestas institucionales a los casos de pedofilia por parte de sacerdotes.
Una de las conclusiones cruciales de la Comisión Real Australiana de Respuestas Institucionales al Abuso Sexual contra Niños fue que los curas denunciaran pruebas de pederastia surgidas en el confesionario. Y si no, que se los procesara.
Se trata del máximo panel investigador del país, que indaga desde 2012 cómo actúan con este delicado asunto la Iglesia católica y otras instituciones, tomando como punto de partida prácticamente todo el siglo anterior.
En diciembre pasado, la comisión publicó sus conclusiones, tras haber sido contactada por más de 15.000 personas que afirmaban haber sido víctimas de abusos pederastas en los que estaban implicados la Iglesia, orfanatos, clubes deportivos, escuelas y organizaciones para jóvenes.
La comisión oficial que investigó la respuesta de las instituciones australianas a los casos de pederastia reveló que la Iglesia católica, con fuerte arraigo en el país, recibió quejas de 4.500 personas por presuntos abusos de unos 1.880 religiosos y sacerdotes entre 1980 y 2015.
“Decenas de miles de niños fueron abusados sexualmente en las instituciones australianas. Nunca sabremos la cifra, pero cualquiera que sea, supone una tragedia nacional perpetrada durante generaciones dentro de nuestras más respetadas instituciones”, señaló en el documento presentado en diciembre.
“Los arzobispos y líderes religiosos han aceptado, en principio, o apoyado el 98 % de las recomendaciones de la comisión. La única que no aceptamos es la recomendación 7.4, que se refiere al secreto del sacramento de penitencia”, señaló un informe del grupo Religiosos Católicos Australianos.
A la Iglesia católica se le recomendó que se enmiende la ley canónica para que el celibato no sea obligatorio, se trate el abuso sexual contra menores como un crimen y que el secreto de confesión no se aplique a casos de pederastia, entre otros puntos.
El arzobispo Mark Coleridge, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos Australianos, admitió ayer que “muchos obispos no escucharon, no creyeron o no actuaron”. Y agregó: “Estos fracasos permitieron a algunos autores cometer sus crímenes una y otra vez, con consecuencias trágicas y, a veces, fatales. Los obispos y dirigentes de órdenes religiosas se comprometen hoy: nunca más”.
De todos modos, alegó que la violación del secreto confesional, en el caso de que se revelara en esa instancia una situación de abuso, no significaría una mayor seguridad para los niños.
“Los sacerdotes y los fieles laicos australianos están profundamente comprometidos tanto con la seguridad de los niños como con la inviolabilidad del secreto de confesión”, declaró Coleridge a la prensa.
“Esto no es porque consideramos que estamos por encima de la ley o porque no reconocemos la importancia suprema de la seguridad de los niños. Todo lo contrario. Pero no aceptamos que la salvaguarda y el secreto se excluyen mutuamente”, aclaró.
Los gobiernos estatales australianos aumentan la presión sobre la Iglesia para que se denuncien los abusos. Y se impulsan leyes que permiten procesar a los sacerdotes si no revelan confesiones de pederastia.
El ex arzobispo de Adelaida Philip Wilson recibió semanas atrás una pena de 12 meses de prisión domiciliaria: se trata del clérigo católico de mayor jerarquía en Australia condenado por encubrimiento de abuso sexual de menores.
El 22 de mayo, un tribunal local de Newcastle, instancia menor a la de distrito, declaró a Wilson culpable de encubrir los abusos sexuales contra dos monaguillos que cometió el sacerdote James Fletcher en la década de 1970. Wilson declaró que no recordaba denuncias contra ese cura y por eso no pudo tomar medidas para proteger a los niños que fueron víctimas.
El juez le impuso una condena de privación de libertad a principios de julio y el 14 de agosto estableció que Wilson cumpliera prisión domiciliaria. El 30 de julio el papa Francisco aceptó la renuncia de Wilson como arzobispo de Adelaida.
Este mes en Australia comenzó el juicio contra el cardenal George Pell, “número 3” del Vaticano, por delitos sexuales contra menores. Por orden judicial nada puede trascender hasta que haya un veredicto. ■