Clarín

Esa pícara manía de los argentinos

- alberamato@gmail.com Alberto Amato

Este es un mundo de pícaros. No abundemos en ejemplos que siempre son odiosos. Nos resulta odioso todo aquello que nos pinta al desnudo. Con una mano en el corazón, y la otra en el bolsillo por las dudas, todos preferimos pasar por pícaros y no por tontos. Ha de ser por eso que la picardía es una pasión argentina. El diccionari­o dice que picardía es la habilidad para engañar, o para lograr alguna cosa con malicia. Un pícaro no es un buen tipo, sugiere el diccionari­o. Pero cualquier cosa es mejor que pasar por tontos. Hay picardía en las travesuras infantiles y en la malicia referida a lo sexual. No confundir picardía con picaresca, que hablamos de otra cosa.

A alguien que le falta picardía le sobra ingenuidad. De la boca para afuera, ensalzamos al ingenuo porque es noble, sin maldad, leal, desinteres­ado. De la boca para adentro pensamos al revés porque con ingenuidad, nobleza, lealtad y desinterés no podemos lograr lo que aspiramos a conseguir con picardía. Esa es la brecha entre el deber ser y la realidad. Quién nos entiende. El drama de la picardía es que no sabe de límites. Si los conociera, sería talento. Por eso es que siempre bordea la deshonesti­dad. Y a veces la invade. “Roban pero hacen” es un lema que define esa tendencia que a menudo admiramos con cierto desparpajo y amable grosería. “La hizo bien” es una breve historia de vida en tres palabras que habla de un pícaro que zafó. No importa qué es lo que hizo bien, no lo pescaron. Picardía y pícaro siempre hablan de logros y no de víctimas, que las tienen. No se puede perder tiempo en minucias cuando se trata de lograr lo que queremos: sería una picardía.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina