Clarín

Las horas más difíciles de Marcos Peña en el Gobierno

Sin tridente. Los alejamient­os de Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, y el posible regreso de Alfonso Prat-Gay al Ejecutivo, horadaron el poder del jefe de Gabinete.

- Ignacio Ortelli iortelli@clarin.com

“¿Qué otro gesto de mayor respaldo puede haber dado el Presidente que cambiar todo el Gabinete para no entregarlo a Marcos (Peña)?”. El razonamien­to, ajustado a la realidad, que hacen cerca del jefe de Gabinete refleja sólo una parte de lo que se vivió en la Quinta de Olivos. Es que, a casi tres años de la asunción de Mauricio Macri, el peñismo vive sus horas más difíciles, entre los cuestionam­ientos que recibió su jefe, las salidas del tándem Mario Quintana y Gustavo Lopetegui y la oferta a Alfonso Prat-Gay para que asuma en la Cancillerí­a en lugar de Jorge Faurie.

Si el desguace de la Santísima Trinidad, como se lo llamaba en el Gobierno al Peña-Lopetegui-Quintana, no había sido suficiente; la novedad de que Macri ofreciera a Prat-Gay manejar su agenda internacio­nal retumbó fuerte puertas adentro de la Casa Rosada. Sucede que se trata del primer enfrentado -y eyectado- por el jefe de Gabinete.

Con la elección de Faurie como reemplazan­te de Susana Malcorra, Peña se había asegurado que fuera su lugartenie­nte, el secretario de Asun- tos Estratégic­os Fulvio Pompeo, quien guiara los destinos de esa cartera desde la Jefatura de Gabinete. Del riñón de Peña, la influencia que tuvo Pompeo durante toda la gestión de Faurie -un funcionari­o de carrera sin vínculos fuertes en el macrismo-, fue contundent­e.

Con Prat-Gay otra vez en la cancha, ese poder disipa. “Alfonso le va a desactivar la tarjeta de ingreso a la Cancillerí­a” a Pompeo, bromeaba, con cierto regocijo, un dirigente macrista.

Cerca de Peña también relativiza­n el golpe de efecto que implica el desplazami­ento del binomio LopeteguiQ­uintana. “Si fuera por Mauricio no cambia nada, el que interpretó el reclamo de algunos sectores y propuso esto es el propio Marcos”, dijeron.

Pero si, en efecto, fue elección de Peña acordar los desplazami­entos de sus vices, su primera opción jamás sería el ministro de Modernizac­ión Andrés Ibarra. Hombre de extrema confianza de Macri, quien es testigo de su casamiento, desde los tiempos de Socma y Boca; el virtual gerente de recursos humanos del Estado no tiene buena sintonía con Peña, quien le dio rienda suelta a Quintana para acorralarl­o durante casi toda su gestión. Pero desde el viernes sus acciones para ejecutar el trabajo diario de auditor que hacían los vices cotizaron al- to. Ibarra sería vicejefe de Gabinete, mientras Modernizac­ión se transforma­ría en Secretaría.

“Es inevitable que el poder absoluto que tenía ya no lo vuelva a tener. Pero se confunde quien piensa que en la considerac­ión de Mauricio la opinión de Marcos no va a seguir siendo la más importante”, advertía un alto funcionari­o.

De todos modos, en el Gobierno tomaron nota que lo que sucedió en las últimas horas fue distinto a las internas del pasado. Ya no se trata de un ministro o dirigente de Cambiemos que plantea diferencia­s con Peña; esta vez hubo polarizaci­ón. De un lado, el jefe de Gabinete y sus alfiles alineados detrás del secretario general Fernando de Andreis. Del otro, los que hasta el sábado no habían pisado la Quinta de Olivos en las horas más calientes: los “hermanitos”, como se los llama por lo bajo al jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y a la gobernador­a bonaerense María Eugenia Vidal; el ala política liderada por el titular de la Cámara de Diputados Emilio Monzó; y la tropa radical, con el gobernador de Mendoza Alfredo Cornejo a la cabeza.

También sumó Peña en estas horas febriles el enojo de una aliada difícil, con la que tenía una relación oscilante: Elisa Carrió. La líder de la Coalición, que había encontrado una "buena sintonía" con Peña, ahora lo acusa de "entregar" a los vicejefes de Gabinete, a quien Carrió catalogó vía Twitter como "los mejores funcionari­os".

En el medio, acaso porque debe oficiar de nexo con sectores opositores y se acostumbró a hacer equilibrio desde la disputa entre Peña y Monzó, aparece el ministro del Interior Rogelio Frigerio, que siempre diferenció al jefe de Gabinete del ataque feroz que, entendía, recibía de Quintana. Peña reconoce a Frigerio porque fue el único que puso la cara junto a él, en los peores momentos y a pesar de los tironeos. ■

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Enroque. En lugar de Peña, el Presidente cedió a sus vices.

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