Usan “cañones de estruendo” para frenar el ataque de gaviotas
La utilización de “cañones de estruendo” es el nuevo método puesto en práctica para evitar el ataque de la gaviota cocinera a la ballena Franca Austral en Península Valdés. También la utilización de enzimas sobre los restos de pescados y mariscos, el alimento preferido de esas aves. “Hasta ahora nos está dando un buen resultado”, le dijo a Clarín Facundo Ursino, secretario de Ecología y Protección Ambiental de Puerto Madryn.
“Se trata de un caño de determinado diámetro conectado a una garrafa. Está unido a una especie de panel analógico. Se programa el tiempo en que se realizará el disparo que provocará el estruendo y ahuyentará a las gaviotas. Se han hecho estudios de impacto ambiental y también se conversó con la gente del aeropuerto El Tehuelche (de Madryn) para no pro- vocar inconvenientes”. Los disparos se realizan entre las 7 y las 19 todos los días. Y con una frecuencia de entre 15 y 30 minutos. La metodología está tercerizada. La realiza una empresa especialista en la conservación de fauna en el Oeste de Madryn, sobre la ruta 4 que conduce a la meseta central. Es decir, lejos de la costa.
La nueva estrategia que cuenta con el aval del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) trata de mitigar el impacto de la gaviota cocinera sobre los cetáceos, cada vez más frecuentes y que en casos extremos puede provocar la muerte del animal. En el caso de la utilización de enzimas Ursino explicó que “provoca un gusto diferente al residuo tanto olfativo como gustativo. Entonces las gaviotas se alejan porque no es el mismo gusto al que están acostumbradas”.
La lucha contra los ataques tiene otros antecedentes. Como por ejemplo la utilización del “rifle sanitario” consistente en tirarle con rifles a las gaviotas durante el ataque con tiradores expertos y desde un barco. Pero no dio el resultado esperado.
Las gaviotas cocineras han aprendido a alimentarse de la piel y la grasa de las ballenas francas vivas en Península Valdés. Se posan sobre la es- palda de las ballenas y con sus picos abren la piel para comer la grasa viva, un alimento muy energético. Los picotazos causan dolor a las ballenas, alteran su comportamiento e incrementan su gasto de energía durante un período muy sensible de su ciclo vital: la crianza de los ballenatos. Así se ven obligadas a cambiar su postura de descanso arqueando la espalda para evitar los picotazos, que interrumpen el amamantamiento, según informes del ICB.
El comportamiento de ataque se presenta mayormente en gaviotas adultas, pero también en juveniles que lo aprenden por imitación. Además, los basurales urbanos y el descarte pesquero en el mar proveen alimento extra a estas aves, favoreciendo que crezcan las poblaciones.
Los primeros ataques de gaviotas se observaron a fines del ’60. “En 1974 sólo el 1% de las ballenas francas tenían en sus lomos heridas producidas por las gaviotas. Sin embargo, ese porcentaje se incrementó al 38% en 1990, al 68% en 2000 y al 77% en 2008. No hay otro sitio en el mundo donde se registren ataques de gaviotas a ballenas con la intensidad y frecuencia de Península Valdés”, dice el ICB. ■