Los anuncios no calmaron al dólar ni al riesgo país
Ni las palabras del presidente Mauricio Macri ni las del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne lograron calmar la presión sobre el valor del dólar que ayer subió otro escalón -cerró a $ 38,98- y que el Banco Central tuviera que intervenir vendiendo US$ 100 millones. Y a pesar del feriado en EE.UU., lo que redujo las transacciones con el exterior, las reservas del Central disminuyeron en US$ 269 millones.
Entre distintos analistas las dudas son económicas, financieras y políticas. De las planillas distribuidas por el Ministerio de Hacienda surge que, luego de los recortes, suba de tarifas y caídas en términos reales de sueldos y jubilaciones, y con las medidas anunciadas ayer, el déficit fiscal total de este año -sin Provincias ni Banco Central- alcanzaría al 5,6% del PBI por un total de $ 771.785 millones. Más de la mitad (3 % del PBI) es por intereses de la deuda y 2,6% del PBI el déficit primario. Representa una diferencia de 0,1 puntos o US$ 500 millones menos en relación a la meta fiscal “primaria” anterior (2,7%) que se neutraliza por el incremento de los pagos de intereses de la deuda.
El fuerte del ajuste se centra en 2019, pero Hacienda reconoce que hacia delante se profundizará la recesión y habrá más inflación, lo que tiene efectos negativos sobre los ingresos o recaudación tributaria y, además, consecuencias sociales y políticas. Y aquí están las mayores incógnitas.
Guido Lorenzo, economista de la consultora ACM, dice que “si el mercado ya descreía de la capacidad de alcanzar el equilibrio de las cuentas públicas en 2018, adelantar ese objetivo a 2019 luce como un desafío mayor. Todo esto cuando un déficit externo elevado, mayor inflación y escaso y hasta mayor retracción de la actividad que se espera para este año y los siguientes no generan la confianza para que Argentina sea activa como país emergente”.
Federico Furiase, director de ECOGO, sostiene que “con dólar de $ 40 mejorando la rentabilidad del sector externo y la necesidad de mostrar una aceleración del ajuste fiscal para intentar recuperar la credibilidad del mercado con un ajuste que sea políticamente viable, las retenciones constituyen la herramienta que permite acelerar el ajuste fiscal amortiguando el impacto de la devaluación en el salario real, sobre todo teniendo en cuenta que la mitad del gasto público ajusta a la inflación pasada. Claramente no me gustan, pero en este contexto de crisis hay que ser pragmáticos. Las retenciones las hubiera implementado de otra forma en función del tipo de cambio real ajustado por precios internacionales”. Y agregó: “El problema es que con la recesión extendiéndose en el tiempo por la licuación del salario real y las altas tasas para contener el dólar luego de la devaluación, el capital político del Gobierno se va deteriorando de cara a las elecciones y eso sigue haciendo ruido en el dólar”.
Javier Alvaredo, director de ACM, señala que “lo anunciado no despeja la incertidumbre” y revela mucha improvisación que se evidencia en el impuesto adicional sobre los derechos de exportación “que no distingue la estructura de costos”. ■