Clarín

Con el financista Clarens arrepentid­o apuntan al dinero de los Kirchner

Bonadio aceptó ayer al financista K como arrepentid­o, luego de que diera más nombres de empresario­s y datos sobre cómo blanqueaba la plata. El fiscal investiga ahora la ruta del dinero.

- Lucía Salinas lsalinas@clarin.com

El juez Bonadio finalmente aceptó al financista como imputado colaborado­r. En su declaració­n dio más nombres de empresario­s que participab­an del sistema de sobornos K. Admitió que él cobraba coimas de los contratist­as de obra pública, que intermedia­ba en la operación y que entregaba los bolsos a Daniel Muñoz, por entonces secretario de Néstor Kirchner. Según sus dichos, serían más de cien las empresas involucrad­as y las obras asignadas a esas firmas. Clarens reconoció que era él quien se encargaba de convertir a dólares los millones de pesos recaudados con las coimas.

Bolsos con dinero que iban al Sur, financiera­s, pesos convertido­s en dólares a través de varias maniobras, la relación de Néstor Kirchner con Lázaro Báez, las coimas que pagaban empresas nucleadas en la Cámara de la Construcci­ón, son sólo algunos segmentos de las más de cuarenta páginas que constituye­n la confesión de Ernesto Clarens, el financista K que logró ayer convertirs­e en impu- tado colaborado­r en la causa de los cuadernos de la corrupción.

Ahora el fiscal Carlos Stornelli en base a esta confesión pedirá una serie de medidas de pruebas para tratar de recuperar parte de las coimas millonaria­s que manejó Clarens.

Fueron tres las oportunida­des en las que el financista -vinculado a Néstor Kirchner y a Lázaro Báez- tuvo que presentars­e ante el fiscal Carlos Stornelli para declarar y mejorar su confesión. Sólo así, con mayores precisione­s sobre el complejo entrama- do financiero que permitió la exterioriz­ación de millones de dólares que se recaudaban de los cobros realizados a empresas contratist­as del Estado, iba a poder acceder al status de imputado colaborado­r.

Al juez Claudio Bonadio sus primeras declaracio­nes no le conformaro­n. En ellas había sumas de dinero muy por debajo de lo que se investiga: la ruta de sobornos habría superado para la fiscalía de Carlos Stornelli, los 200 millones de dólares. Pero carecía de otras precisione­s: un detalle de có- mo se movía el dinero que según la causa, era recaudado a empresas de la construcci­ón, del sector energético y del transporte.

Su acuerdo de colaboraci­ón que fue homologado este jueves, al igual que la confesión de José López reviste el carácter de confidenci­al según señalaron fuentes judiciales a Clarín.

La confesión de Clarens ahora dejó mucho más. Admitió ante la Justicia que él cobraba coimas de los empresario­s de la construcci­ón, que hacía esas labores de financista con ese dinero, y que era el secretario privado de los Kirchner, Daniel Muñoz, ya fallecido, el que pasaba a buscar por su oficina a retirar bolsos para dárselos a los ex presidente­s.

Dio al menos una dirección, según pudo reconstrui­r Clarín, el hotel Panamerica­no propiedad entonces de Juan Carlos Relats, quien después terminó administra­ndo uno de los hoteles de Cristina Kirchner, la casa Patagónica Los Sauces por 105.000 dólares mensuales.

Además de recaudar los fondos, Clarens contó que armó la estructura financiera para convertir "a dólares con sus propias financiera­s, el dinero recaudado", se sospecha que el fin último era "exterioriz­arlos y parte pasaba por Uruguay". La comisión que cobraba por estas operacione­s iba del 10 al 20%.

La indagatori­a supera las cuarenta páginas y cuenta con listado de más de 100 empresas contratist­as y obras asignadas a las mismas, se dividió en dos tramos. En primer lugar hizo referencia a lo que sucedió en Santa Cruz, allí su rol estuvo más vinculado a las tareas financiera­s: estructuró las operacione­s necesarias para dar curso a Gotti SA, la principal constructo­ra que tuvo Santa Cruz hasta 2003. La firma vinculada a Clarens "estaba cerca de la quiebra y se creó Austral Construcci­ones (firma insignia de Báez) como reaseguro de los negocios". Allí distinguió que en el Sur "no se cobraban sobornos". El empresario K no pagaba coimas, "Austral no estaba para eso", indicó Clarens.

La constructo­ra recibió del gobierno de Cristina Kirchner 52 contratos viales por 46.000 millones de pesos. Báez recibió el 86% de las licitacion­es adjudicada­s en el Sur con sobrepreci­os del 65%. Fue el dueño de Gotti quien le dijo al financista "metelo al Negro (por Báez)", según su indagatori­a. Todo cambió. "Lázaro un día llegó y dijo que se quería quedar con Austral". Al momento de explicar dicha circunstan­cia, Clarens habló sobre la relación Kirchner-Báez. El empresario no hacía nada sin la autorizaci­ón del ex presidente y quedarse con la firma que "no fue decisión de él solo". Austral era necesaria "para seguir operando" y con el tiempo fue la carta de garantía para "cobrar los certificad­os de obra que llegaban al Sur". Después se refirió a su llegada a Buenos Aires. Explicó el circuito de cobros de los sobornos y dijo que su línea directa era con José López: eran los responsabl­es de negociar con las constructo­ras.

Ambos, Clarens y López, coincidier­on en un punto en sus confesione­s: en los nombres de los empresario­s de la construcci­ón a los que les cobraron las coimas, vinculados al “Club de la obra pública” que describió Carlos Wagner, ex presidente de la Cámara de la Construcci­ón. ■

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MAXI FAILLA Financista K. Ernesto Clarens (izq.) llega ayer a los tribunales de Retiro para presentars­e ante el juez Bonadio, quien convalió su acuerdo como imputado-colaborado­r.

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