El 46% de los chicos de 13 a 15 años sufrió acoso o tuvo una pelea física
Hay que ponerse en la sintonía de ver el medio vaso lleno para apreciar positivamente los datos que esta semana difundió Unicef sobre violencia en el ámbito escolar: indican que el 46% de los chicos argentinos de 13 a 15 años sufrieron, en el último año, o bien “bullying”, o participaron en algún “encontronazo” físico. En el desglose, los que dijeron haber sufrido acoso son un 25% y los que participa- ron de alguna o varias peleas, 34%.
El informe (titulado “Violencia en las escuelas: una lección diaria”) indica que, a nivel mundial, hay un 50% de chicos afectados por estas formas de violencia. Es decir, unos 150 millones de adolescentes. Pero, al mismo tiempo, nuestros vecinos Uruguay y Chile están mejor ubicados.
En Uruguay, el 38% de los adolescentes consultados declaró haber sufrido estas formas de agresión. Y en Chile, un 37%. ¿Más comparaciones? En Venezuela, los afectados son un 48% de los chicos de esas edades. En Perú, 63%. Y en Bolivia (donde los docentes están autorizados a reprender físicamente a sus alumnos), 49%.
El informe es reciente, pero los datos de Argentina tomados por Unicef son de 2012 y parecen contrastar con la información que se obtuvo en la prueba Aprender 2017, donde además del rendimiento de los estudiantes se determinó un dato fuerte: que el 63% de los alumnos de secundaria aseguraba haber sido testigo de alguna situación de discriminación.
En diálogo con Clarín, María Zysman, presidenta de la asociación Libres de Bullying, afirmó que, en su opinión, hablar de un cuarenta y pico de chicos involucrados en estas situaciones hostiles suena razonable.
El tema, según la experta, es que “los chicos a veces responden sin tener un conocimiento real de qué les está preguntando. O sea, todos fueron burlados alguna vez, casi seguro, pero no todos fueron víctimas de bullying. Lo que no puede dudarse es que seguramente el cien por ciento fue testigo de situaciones de acoso”.
Zysman remarcó que “en Chile y Uruguay hay otra noción del ‘orden’; o sea, hay más consecuencias ante la transgresión. Los chicos argentinos son más impulsivos: sus palabras muchas veces son duras y directas. Nos falta un plan de acción parejo para todo el país. Pero no hay una respuesta única que pueda bajar la inci-
dencia. Vivimos en un país donde la imagen tiene un peso enorme: las nenas están viendo desde chiquitas si están gordas o no, o cómo es su pelo… eso nos marca una diferencia. El valor de la imagen es enorme”.
Finalmente, la experta se mostró optimista: “Creo que estamos mejor en relación a la conciencia que hay sobre estos temas, respecto de hace unos años. El tema se problematizó y creo que algo estamos logrando”. ■