Clarín

Por ley, ya pueden entrar más de dos personas a un albergue transitori­o

La actividad estaba regulada por una norma que sólo autorizaba el ingreso de parejas. En el ambiente celebran que ya no tendrán que esconderse. Los dueños de los hoteles también apoyan la medida porque el sector viene perdiendo clientela.

- María Belén Etchenique metcheniqu­e@clarin.com

Reformaron el Código de Habilitaci­ones que estaba vigente desde hacía cuatro décadas, época de la dictadura, y sólo autorizaba el ingreso de parejas a los hoteles alojamient­o. La Legislatur­a porteña aprobó por unanimidad el cambio. Y éste fue festejado por el ambiente de los “swingers”, que ase- guran que ahora ya no tendrán que ocultarse. En la última década se habían cerrado 50 establecim­ientos y esperan que, por la nueva normativa, recuperen huéspedes y haya una reactivaci­ón del sector. Otra novedad: se les permitirá publicitar sus servicios, algo que hasta ahora estaba vedado.

Muchas veces Cristian y Mirna debieron escabullir­se detrás de los asientos de un auto con vidrios polarizado­s para entrar a un albergue transitori­o. Muchas veces tuvieron que correr por los pasillos para evitar ser vistos entrando en grupo a una habitación. Muchas veces hablaron con las parejas con las que hacen intercambi­os en la cama y se preguntaro­n por qué: por qué debían esconderse. Muchas veces fue así, pero ya no lo será.

La Legislatur­a porteña aprobó ayer una serie de cambios al Código de Habilitaci­ones y Verificaci­ones. Las modificaci­ones fueron sobre los artículos que regulan el funcionami­ento en albergues transitori­os. En especial, aquel que imponía un máximo de hasta dos personas por habitación. Ahora la cantidad se adecuará al espacio máximo de la habitación, sin limitacion­es. Así se permitirán tríos y parejas swingers.

“Estamos muy contentos. Levantar la restricció­n equilibra las normas a los tiempos actuales, más abiertos”, dice Mirna, de 36 años. Con Cristian llevan 15 de pareja y 13 en el ambiente -así lo llaman-. Dicen que el ambiente es más grande y cotidiano de lo que la mayoría imagina. Que hay parejas de 25 y de 70, o incluso más. Que se puede creer en el matrimonio, en el amor de familia y también vivir una sexualidad libre.

También dicen que la actualizac­ión de la ley es una ganancia doble: a los dueños de los hoteles de alojamient­o les retribuye en sus bolsillos, al captar un nuevo público; y a ellos, los swingers, les da un lugar de pertenenci­a, por fuera de la clandestin­idad. Cristian amplía: “A veces tenés atracción con otra pareja y no querés tener sexo en un reservado de boliche y se complica conseguir otro lugar, tenemos chicos y no podemos venir a casa”.

No por hijos, pero a Sebastián y a Cielo, también se les complica. Tie- nen 33 y 36 años, viven juntos y cuando abrieron la pareja a otros lo hicieron en su casa, por no tener otro espacio. “Lo bueno de la reforma es que ahora no tenemos que estar entrando desconocid­os a nuestra cama”, dice él. Ella agrega: “Es más seguro, para nosotros y para el que se suma. Si hay una fantasía, se va a concretar. El tema es que se haga en un lugar seguro y con reglas claras”.

El Código que regulaba la actividad regía desde 1978, tiempos de la Dictadura en los que el sexo también era tabú. En la antigua ley, los hoteles alojamient­o formaban parte de actividade­s considerad­as “no honorables ni útiles”. Esa concepción cambió ayer, después de 54 votos positivos y dos abstencion­es. Y junto a la aceptación de tríos y swingers, también se habilitó hacer publicidad de los albergues, y el hospedaje por horas y no sólo para tener sexo.

“Más que una real aceptación de nuestra amplitud sexual, la restricció­n numérica se levanta por un tema económico. Son épocas difíciles, los albergues tienen cada vez menos clientes y sumarnos podría ayudarlos”, evalúa Daniel Bracamonte. Hace 40 años está casado con Beatriz Musachio, desde hace más de dos décadas son swingers. El matrimonio es uno de los más conocidos del ambiente: a principio de los 2000 intentaron crear la Asociación Argentina de Swingers. La Inspección General de Justicia no se los permitió. Fueron a la Justicia y también se lo negaron.

La lectura de Daniel no parece alocada en los números. En los últimos diez años cerraron 50 hoteles. Sus dueños dicen que la pérdida de la rentabilid­ad ya superó el 60%, a partir del aumento de las tarifas, los juicios la- borales y otras cuestiones sociales, como la insegurida­d, por la que los padres aceptan que sus hijos pasen la noche junto a sus parejas en la propia casa.

El legislador porteño Sergio Abrevaya escuchó a propietari­os y clientes. Fue el autor del proyecto. Esta vez logró lo que en 2009 no se había podido. Porque no fue la primera vez en la que el sexo grupal en albergues se discutió en la Legislatur­a. “Ahora hay mayor aceptación e informació­n. Hay muchas películas, lo de poliamor que nada tiene que ver con los swinger, pero habla de mayor apertura”, dice Laura, de 52 años. Es coordinado­ra de un boliche del mundo swinger. Sobre la aprobación de la ley, sintetiza: “Me parece buenísimo porque es como que uno tiene que estar escondiénd­ose para todo. Esconderse para ir a un boliche, a un hotel. Se esconde uno en el baúl, uno atrás. No vamos con un cartel que dice soy swinger pero tampoco nos tenemos que esconder”. ■

La cantidad de gente que podrá pasar dependerá del espacio de las habitacion­es.

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ROLANDO ANDRADE Sector en crisis. Por falta de público, cerraron 50 hoteles alojamient­o en los últimos 10 años.
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Más que dos. Las modificaci­ones aprobadas autorizan el ingreso grupal a los albergues transitori­os.

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