A un año del inicio del #MeToo, el movimiento polariza a EE.UU.
El 5 de octubre de 2017 The New York Times destapó el amplio historial de abusos sexuales del productor cinematográfico Harvey Weinstein, encendiendo la llama del movimiento #MeToo, que hoy cumple su primer año. El fenómeno social no sólo sigue sacudiendo a Estados Unidos, sino que además profundiza la polarización en el país.
La batalla por la confirmación como juez de la Corte Suprema de Brett Kavanaugh, acusado de haber intentado violar a una joven cuando ambos eran adolescentes, mostró que el #MeToo no se desinfla, sino todo lo contrario. Pero al acercarse las elecciones de medio mandato el 6 de noviembre, en las cuales los demócratas esperan retomar el control del Congreso y cambiar las prioridades del gobierno de Trump, muchos del bando republicano denuncian que la oposición se apoderó del #MeToo.
En los primeros meses, cuando los testimonios más crudos de abusos sexuales cometidos por famosos actores, periodistas, fotógrafos de moda, chefs o políticos se sucedían en los medios, nadie dudaba de que las leyes contra el acoso sexual se endurecerían y que las empresas harían hincapié en educar al personal para prevenir todo incidente.
Pero el movimiento se ha convertido en un nuevo elemento en la polarización del país. Cuando Donald Trump se burló el miércoles pasado en un acto en Mississippi de la acusadora de Kavanaugh, Christine Bla- sey Ford, imitándola, el público le aplaudió. La oposición expresó su indignación, al igual que los republicanos moderados.
El presidente, causando rechazo en gran parte de la sociedad, se atrevió a cuestionar las denuncias femeninas. “Es una época muy atemorizante para los hombres jóvenes en EE.UU. Pueden ser culpables de algo de lo cual pueden no ser culpables”, declaró.
Trump no es el único que denuncia excesos del #MeToo. Las mujeres se han animado a ventilar su rabia por acosos y agresiones que mantuvieron en silencio durante años, humilladas y sin creer que serían escuchadas. Pero ahora se les cree, se les escucha y apoya. Estas son señales de que las cosas están cambiando. Este año, Bill Cosby, uno de los actores estadounidenses más famosos en el mundo, fue condenado por agredir sexualmente a una mujer en 2004 y sentenciado a al menos tres años de cárcel.
Pero “hay más cuestionamientos que vienen de personas que estiman que el movimiento fue demasiado lejos”, subraya Jeanne Zaino, profesora de ciencia política del Iona College en Nueva York. “Aún estamos en una fase de denuncias”, dice. “Es preciso que las instituciones, las empresas trabajen mejor para instaurar reglas y que las cosas puedan ser investigadas sin destruir carreras”, sostuvo la especialista.
Con una polarización tal, muchos temen que a pesar de la toma de conciencia que permitió el #MeToo, el movimiento no pueda finalmente saldar la brecha entre hombres y mujeres que perdura en política o en la dirección de empresas. ■