Transformación: de actriz a diva de Hollywood
Se pone en la piel de Joan Crawford en “Hello, Andy”, de Alfredo Arias. Del esplendor al ocaso.
En un monólogo imaginario creado por el director Alfredo Arias, Joan Crawford, la diva de los años dorados de Hollywood, llama por teléfono a Andy Warhol, el genio pop, para pedirle un favor muy especial.
Es el punto de partida de Hello, Andy, la obra recién estrenada, protagonizada por Alejandra Radano, en la piel de Joan Crawford. “Esta mujer es la excusa y la síntesis de muchas figuras. Crawford pasó por muchas etapas: el cine mudo, el parlante, y más tarde la televisión. Fue una auténtica obrera que tuvo su momento de gloria, y más tarde, con películas de clase B, le llegó también su decadencia”, explica Radano.
Es el momento en que su estrella se empieza a opacar cuando Arias imagina el llamado a Warhol. Corre el año 1963, y la llamada es desesperada. Crawford le pide al artista que la inmortalice en sus famosas serigrafías. Y que reemplace el rostro de Eli- zabeth Taylor, quien pasó a la posteridad, por el de ella.
Sin dudas, es su manera de pensar que así pasará a la eternidad y no dejará nunca de ser una estrella. Joan se mantuvo firme en todas sus etapas y envejeció dignamente. Pero la batalla contra el tiempo y el olvido suele ser feroz.
“Crawford se creó a sí misma estéticamente. Junto con Max Factor diseñó su maquillaje y su propia imagen”, dice la actriz. Las cejas y la boca bien remarcadas son, entre otras cosas, sus señas de identidad.
“Por su parte, Warhol fue el artista que predijo Instagram con lo de los ‘15 minutos de fama’. En el cruce de estas dos figuras y de lo que representan es donde sucede la obra”, aclara Radano, para alejarse del concepto de biopic.
A la artista le lleva más de dos horas prepararse para salir a escena. El proceso para transformarse en Crawford, que realiza junto al maquillador Sebastián Correa, es un trabajo minucioso. “Es un make-up que requiere reflexión”, asegura.
Radano y Arias trabajan juntos desde hace muchos años y ya forman una dupla que se entiende a la perfección. “El te eleva la vara constantemente y te empuja a un nuevo lugar de expresión”, cuenta Alejandra sobre su nuevo desafío.
“Me toca enmascararme en ropas ajenas para recrear algo muy particular de esta mujer. El maquillaje es metáfora de muchas cosas -relata-. Crawford tiene la ilusión de eternizarse, sabe que eso no es posible, pero lo intenta”.
Para poner en escena Hello, Andy, el director y la actriz decidieron un espacio no convencional. Y la Fundación Proa no es una elección gratuita: es un sitio dedicado al arte y esta obra tiene que ver con la creación.
Crawford tuvo una vida difícil. Y en ese llamado desesperado de la estrella en decadencia al artista, hay una lucha por seguir existiendo y permanecer en la memoria. ■