Clarín

Vida y obra, pero sin cavar demasiado

La película refleja el momento más creativo del gran pintor francés, aunque no profundiza en su obra.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

“Gauguin, viaje a Tahití”

Drama. Francia, 2017. 100’, SAM 13.

De: Edouard Deluc. Con: Vincent Cassel y Tuheï Adams. Salas: Atlas Patio Bullrich, Belgrano Multiplex, Hoyts Unicenter Shopping. Gauguin, viaje a Tahití, en lo básico abarca el período (1891 a 1893) en el que el pintor postimpres­ionista deja tanto el París enrarecido, como sus luchas creativas y financiera­s, a la par que a su familia, esposa y cinco hijos, que no lo acompaña en su viaje a la Polinesia francesa. Ese ciclo de su vida artística es uno de los más ricos, y en donde realiza tal vez muchas de sus obras más importante­s.

Allí conoce a la adolescent­e Tehura (Tuheï Adams), de quien se enamora y convierte en su musa inspirador­a, y ella acepta ser prontament­e su esposa. Tehura aparece en muchas de las pinturas de Gauguin, quien no la pasó bien de salud -era diabético y sufrió problemas cardíacos-, pero bien se las arregló para pintar a la luz de las velas, en medio de la naturaleza, y vivió de la tierra.

Qué lo impulsa a la creación, cuánto influyó el espacio, si las oportunida­des aparecen solas o si hay que encontrarl­as son algunos de los interrogan­tes que plantea la película, que no interpela nunca al espectador. Es que con algunas libertades en cuanto a hechos reales, la película se basa en el diario de viaje del propio Gauguin, Noa Noa (fragancia en tahitiano), y deja cabos sueltos por allí.

Gauguin era un hombre celoso -habría que ver cómo le iría en estos días con las cosas que imponía a su amada-. Deluc, quien vino a rodar a la Argentina, en Salta haciendo pasar por Mendoza, y Buenos Aires Voyage, Voyage (2012), aprovecha la expresivid­ad de Vincent Cassel ( Irreversib­le, El cisne negro), ya que su película es más rica en la creación de climas y atmósferas que en diálogos. Cassel siempre tiene un gesto que sorprende, y esto le viene a la película como anillo al dedo.

Una pena que no se vea o profundice tanto el proceso de creación del pintor, y no es que se lo dé por hecho o entendido en el relato. Al final, sí, hay imágenes que refieren a su obra, que recuerdan a este hombre que alcanzó la fama, como tantos, ya muerto antes que en vida. ■

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IMPACTO Tehura y Gauguin. Tuheï Adams y Vincent Cassell: enamorados.

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