Colón le cortó la racha en Santa Fe
Después de 32 partidos, el equipo de Gallardo cayó 1-0
La mística de este River tropezó en el Cementerio santafesino y cayó desplomado como un elefante más. El ruido se sintió y se vio. Desde el 24 de febrero (contra Vélez, en Liniers) que River no perdía y su derrota en Santa Fe le estira, además, cierta racha negativa de Gallardo versus Colón en el Brigadier López: nunca le pudo ganar como DT y River no lo hace desde 2010. No es poco, porque también las realidades venían siendo bien distintas para ambos equipos. Demás está explicar quién estaba mejor.
Anoche, elmix de River y el Colón de paso irregular plasmaron, en intensidad, lo que se esperaba del partido. Nadie se guardó nada. Ni para disputar la pelota ni para jugarla. En ese contexto, tranquilo y cómodo podía observarse a Marcelo Gallardo en el banco al comienzo del partido. No era para menos. Había, en el campo, una estrategia que parecía imponerse: la suelta posición de De La Cruz a espaldas de Clemente Rodríguez, haciendo endiabladas diagonales.
El uruguayo profundizaba cada ataque y era el receptor de toda la gestación de River. Se dejaba entrever así la estrategia. Fue de esta manera que logró poner en apuros al equipo de Eduardo Domínguez en los primeros pasajes de ese primer tiempo. De hecho, De La Cruz tuvo una chance clara que se fue cerca del palo de Burián, superando la marca de Clemente.
Sin embargo, esa comodidad pronto empezó a modificarse. Colón no daba la sensación de un equipo condicionado por ese punzante ataque. Es más, mostraba cierta intensidad en mitad de cancha que imponía respeto a los de River. Fueron dos sustos que le arrugaron el traje gris a Gallardo. Con el mismo protagonista: el palo derecho de Lux. Primero fue Chancalay. Más tarde, Javier Correa.
Los avisos equilibraron las cargas del partido y River acusó recibo, pues comenzó a tomar recaudos defensivos con los delanteros sabaleros, cortando avances de los que el local no pudo sacar provecho de pelota detenida. Esto desesperó a Domínguez, ya que los jugadores nunca ejecuta- ron la jugada que el pedía.
A los 6, Pratto se excedió de buen compañero y quiso bajar una pelota en el área chica que podía haber definido él. Desde allí, y con el ingreso primero de Borré, luego de Palacios y Ferreira, las realidades ya eran diferentes. Tres llegadas obligaron a Burián a destacarse. Primero De La Cruz desde afuera y luego Martínez Quarta de cabeza, dos veces. En una de esas chances el rebote del arquero rojinegro le quedó al colombiano Borré, quien anotó pero estaba adelantado.
La “chapa” se la tiraba River y Colón recibía los golpes como un boxeador que espera que suene la campana para descansar y rearmar su estrategia. Eso pareció suceder tras un córner, aislado, conseguido más como un respiro para frenar los ataques visitantes que como una situación ofensiva. Tal vez haya sido como un alivio que le sirvió para tomar impulso, pues desde allí nació el gol de Gonzalo Bueno, de puro pescador tras un rebote en el palo. La incredulidad no era sólo visitante. El resultado que se daba sorprendía a más de un hincha local. Domínguez metió a Guillermo Ortíz como un quinto defensor para bancar la parada.
No le alcanzó al equipo de Nuñez y se fue el invicto de casi ocho meses, que incluyó 32 partidos, en la mejor racha de su historia. Delirio total en las tribunas locales, un reencuentro de Colón con la gente y un karma que parece continuar de Gallardo contra Eduardo Domínguez: las cinco veces que chocaron como técnicos, nunca pudo ganarle. ■