Clarín

Susto en el vuelo 1303 “La gente rezaba y algunos se abrazaban”

Fuertes sacudones convirtier­on al avión en una batidora. La gente rebotaba contra el techo y volaba el café.

- Mariano Gavira mgavira@clarin.com

Recién habían terminado de almorzar y la tripulació­n de cabina servía el café. Cuatro horas pasaban desde que el vuelo 1303 de Aerolíneas Argentinas había salido desde Miami rumbo a Ezeiza. Hasta ese instante en que los carritos con comida circulaban por los pasillos del avión, nada hacía suponer que en el momento en que los pasajeros revolvían sus tazas con las cucharitas, todo se transforma­ría en pánico.

El primer sacudón llegó minutos antes de las 14 horas (las 18 de Argentina). No había signos de alerta en los tableros, la luz del cinturón estaba apagada, tampoco la voz del piloto avisó lo que se venía. El avión, sin previo aviso, se batió. Fue una llamada de atención que no duró ni quince segundos, porque al ratito ocurrió la segunda turbulenci­a.

Cuentan quienes estaban allí que esa fue mucho más fuerte, que duró más tiempo y que ocasionó los primeros pasajeros heridos. Algunos de los que no se habían colocado el cinturón salieron despedidos de sus asientos. Las bandejas volaron por los aires, el café caliente se volcaba en las piernas de las personas. Pero lo peor estaba a punto de llegar.

Hubo una calma que también fue de poco tiempo. Entonces ocurrió la tercera turbulenci­a, la más fuerte de todas. Ahí sí muchos empezaron a golpearse las cabezas contra el techo de la aeronave, unos gritaban de miedo, otros se abrazaban, otros rezaban: “Padre Nuestro que estás en el cielo, santificad­o sea tu nombre”.

Todo, desde la primer sacudón hasta el último, duró tres minutos. Menos de lo que se tarda en hervir el agua para preparar un té, de sobra para vivir una situación que no será fácil de olvidar. “Nadie estaba preparado para algo así. Los aeromozos servían el catering, ya habíamos almorzado entonces era el turno del café”, cuenta Jorge Corbalan, de 57 años.

“Yo creo que al estar la gente sentada porque pasaba el catering sirvió y fue bueno para que la cosa terminara nada más que con 15 heridos. Si hubiese pasado en otro momento, con chicos jugando en los pasillos por ejemplo y más personas paradas, la historia tal vez era otra”.

Jorge, con más de 300 vuelos realizados en su vida dice que nunca vivió algo así. Tanto que ayer a la noche, cuando llegó a Buenos Aires, tuvo que tomarse una pastilla para poder conciliar el sueño: “Se vivieron escenas de película. Muchos gritos, gente golpeada, comida tirada por todos lados. A mi me cayó de repente el pasaporte de un chico que estaba cinco filas más atrás. Cuando todo terminó la gente se paraba y preguntaba ‘¿De quién es esto? ¿De quién es esto?’. Todo estaba revuelto”.

Otra pasajera contó cómo vivió el momento: “Voló la comida y volamos unos cuantos. La tripulació­n cayó con los carritos. Estaban reponiendo las bebidas y volaron. Había botellas rotas, algunas personas cortadas. La mayoría con heridas en la cabeza”, decía al canal de noticias TN. Sumaba otra mujer: “Nos sorprendió a todos. Se sintió que el avión bajó de repente como sin fuerza, como que cayó y de repente subió de nuevo, pero sin fuerza, era como si estábamos flotando”.

Una vez que el vuelo se estabilizó, el piloto habló y pidió disculpas: “Nos dijo que no estaba previsto que ocurriera algo así”, dice Corbalan. Ahí nomás preguntó si había médicos en el vuelo y dos personas se pararon y se ofrecieron para ayudar a los lastimados. “Había gente cortada y se veían sábanas con sangre por personas que se limpiaban o cubrían las heridas”.

La tripulació­n - enfatiza Jorgesiemp­re se mostró predispues­ta para ayudar y contener a los pasajeros que siguieron con miedo luego de lo ocurrido: “Muy atentos todos, nos trataron muy bien y nos preguntaba­n a cada rato si necesitába­mos algo”.

Desde el instante en que el avión se movió como una batidora, el piloto dio alerta a la base para que se active el procedimie­nto de seguridad para cuando ocurren estos casos. Es por eso que cuando el vuelo aterrizó en Ezeiza, ambulancia­s y médicos esperaban a los pasajeros para atenderlos. Allí fue que se contabiliz­ó que hubieron 15 heridos, de los cuales 8 fueron derivados a un hospital privado. Ninguno quedó internado y según cuentan fuentes de la compañía, las heridas eran de cortes, quemaduras por café, contusione­s. ■

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GUILLERMO ADAMI Testimonio. Jorge, con más de 300 vuelos realizados en su vida, dice que nunca vivió algo así.
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Todo por el aire. Así quedó el avión tras los sacudones. Hubo 15 heridos, de los cuales 8 fueron al hospital.

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