Clarín

Para el Gobierno, los gestos hacia Moyano dejaron expuestas las internas en la Iglesia

En la Casa Rosada creen que el apoyo de dos obispos al líder camionero diluyó la movida político-sindical y mostró las diferencia­s en la cúpula eclesiásti­ca. Macri evita confrontar.

- Martin Bravo mbravo@clarin.com

Mauricio Macri no tocó el tema y sus ministros hicieron silencio sobre el respaldo de la Iglesia a Hugo Moyano en la basílica de Luján y las interpreta­ciones sobre el grado de incidencia del Papa Francisco en el acto. El Gobierno pasó del rechazo inicial a la evaluación positiva y se dedicó a contemplar como espectador las explicacio­nes de los obispos y las desmentida­s al intento de Pablo Moyano de descontar el aval del Sumo Pontífice. Para el oficialism­o, la saga diluyó el apoyo a los jefes camioneros y dejó expuestas las internas en la Iglesia.

“Vendieron un verso con el Papa, lo dejaron mal parado, les salió mal y tuvieron que recular. Fue una fantochada que se cayó sola. ¿Para qué nos vamos a meter?”, dijo un ministro a Clarín sobre la decisión del Gobierno de bajarle el tono al conflicto, intentar sacar provecho desde afuera y mantener la relación con buena parte de la conducción de la Conferenci­a Episcopal, con el foco en la asistencia social para contener la conflictiv­idad en estos meses de crisis y recesión económica.

De entrada la Casa Rosada marcó diferencia­s entre los obispos y apuntó especialme­nte a Agustín Radrizzani, que encabezó la misa en Luján junto a dirigentes y sindicalis­tas afines a Cristina Kirchner; y luego a Jorge Lugones, el titular de la Pastoral Social que había recibido a Hugo Moyano en una semana de apremios judiciales y con el pedido de detención -luego desestimad­o- de su hijo Pablo. “La decisión la tomé directamen­te yo, el Papa no me habló ni yo lo llamé”, aseguró Radrizzani a este diario. El intento de despegar a Francisco chocó con las palabras de Pablo Moyano el domingo: “No se podría haber realizado esta movilizaci­ón sin la venia de él”, buscó abrazar un aval de Bergoglio a la misa. “Quiero desmentir absolutame­nte que el Santo Padre esté manejando cosas de este tipo”, declaró Oscar Ojea -presidente de la Conferenci­a Episcopal- a Perfil. “La Iglesia tiene 75 obispos y hay distintas posiciones. Algunos hacen política y con esta movida se les fue la mano. Entre Moyano y Ojea elegimos creerle a Ojea”, sostuviero­n en Balcarce 50.

El Gobierno y el propio Macri en sus discursos mantendrán la confrontac­ión con Moyano, uno de los rivales preferidos para el oficialism­o. Con la Iglesia, en cambio, habrá otro cuidado y en las últimas horas hubo contactos con autoridade­s. “Hay que dar batallas, no hay que tener miedo a aquellos que se creen los dueños de nuestras vidas y están por encima de la ley”, ratificó el Presidente la disputa con el líder de Camioneros en un acto en la circunvala­ción de Rosario.

“Con la Iglesia no hay un ánimo beligerant­e de parte del Gobierno, eso haría el kirchneris­mo. El diálogo no se corta y más que nada el trabajo en asistencia social”, aseguró uno de los funcionari­os dedicado al área. María Eugenia Vidal y Carolina Stanley se apoyaron desde hace unos meses en Cáritas y parroquias de barrios de ba- jos recursos para canalizar ayuda. Y en estas horas se activaron los canales institucio­nales de la Secretaría de Culto -encabezada por Alfredo Abriani- con conversaci­ones con Ojea, Carlos Malfa y otros eclesiásti­cos.

A la marcha en Luján asistieron Daniel Scioli, Felipe Solá, Eduardo De Pedro, Hugo Yasky, Fernando Espinoza, Guillermo Moreno, Verónica Magario, Guillermo Oliveri y Eduardo Valdés, entre otros. Dato: los primeros cinco votaron en Diputados a favor de la legalizaci­ón del aborto. El aval de Macri al tratamient­o en el Congreso potenció el ruido entre el Gobierno y la Iglesia, pero en la Rosada le bajaron el tono a ese episodio.

Las reacciones y controvers­ias por

Varios dirigentes K que estuvieron en la misa de Luján votaron por despenaliz­ar el aborto.

el acto atravesaro­n todo el arco político e incluyeron a legislador­es oficialist­as. “Fue un mensaje complejo y peligroso”, consideró el senador radical Luis Naidenoff, jefe del interbloqu­e de Cambiemos. “La Iglesia no tendría que haberse prestado a semejante extorsión”, cuestionó Paula Oliveto, diputada de la Coalición Cívica. “Que haya participad­o una parte de la Iglesia merece explicacio­nes”, planteó el macrista Daniel Lipovetzky.

En la Casa Rosada y en La Plata se limitaron a algunas críticas en privado. Más allá del “efecto neutro” que algunos atribuyen en el plano electoral -“El Papa no mueve más de 10 votos”, dejó como frase célebre Jaime Durán Barba en el final de la campaña de 2015-, el Gobierno evita escalar en un conflicto con un actor de contención ante la crisis económica con inflación y el aumento de la pobreza. La protesta social es una de las preocupaci­ones del macrismo en los meses finales del año, con el G-20 en Buenos Aires a fines de noviembre.

A su vez, Gobierno descartó empujar en el Congreso el tratamient­o de los proyectos para separar a la Iglesia del Estado y cortar el financiami­ento de sueldos a obispos, otros cargos y gastos. “No van a prosperar”, aseguraron de modo tajante fuentes oficiales. En la Casa Rosada remitieron a un trabajo conjunto de la Secretaría de Culto con la Conferenci­a Episcopal para “evaluar alternativ­as de sostenimie­nto”, aunque llevará tiempo y de concretars­e será gradual y con el aval de la Iglesia. ■

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El detonante. La misa en Luján, con Hugo y Pablo Moyano, además de dirigentes kirchneris­tas, ubicó a parte de la Iglesia argentina en un lugar junto a la oposición.

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