Australia pidió perdón a víctimas de abusos sexuales en la Iglesia
El primer ministro, Scott Morrison, dijo que el Estado le había fallado a miles de personas durante años.
En nombre del Estado, el primer ministro Australia, Scott Morrison, pidió perdón ayer por no haber “escuchado, creído y brindado justicia” a las miles de víctimas de abusos sexuales cometidos durante décadas en instituciones ligadas mayormente a la Iglesia Católica. “Una y otra vez, hoy, pedimos perdón”, dijo Morrison al hablar ante el Parlamento de Australia, en la ciudad de Canberra, donde estaban presentes centenares de sobrevivientes de estos abusos.
Morrison remarcó que “los crímenes de abuso sexual ocurrieron en escuelas, iglesias, grupos juveniles, en las asociaciones de scouts, en orfanatos, clubes deportivos, instituciones de caridad y casas de familia”. Estos abusos, dijo Morrison, ocurrieron “día tras día, semana tras semana, mes tras mes, década tras década”.
Perteneciente al Partido Liberal que hoy gobierna Australia, el premier Morrison dijo en tono emocionado que “pedimos perdón por cada niñez robada, por cada vida perdida, por la traición a la confianza, por el abuso del poder, por cada crimen no investigado, por cada criminal impune, por cada vez que no escuchamos y no creímos”. Ese olvido, agregó, “siempre será nuestra vergüenza”.
Esta disculpa llega luego de la in- vestigación iniciada en 2012 por un comité oficial que analizó el papel de más de 4.000 instituciones religiosas ante los abusos. En diciembre de 2017 se presentó un informe oficial con 400 recomendaciones para enfrentar el tema a nivel nacional, provincial y municipal. Se insistió en la obligación de informar sobre abusos, pero en agosto de 2018, la Iglesia Católica rechazó esa posibilidad porque quebraría el secreto de confesión.
La comisión oyó testimonios de 17.000 víctimas, entre ellas hubo 8.000 personas convocadas nuevamente en sesiones privadas, para explicar casos que se remontan a la década de 1920. Más de 4.500 personas denunciaron abusos cometidos por 1.880 religiosos y sacerdotes entre los años 1980 y 2015. En general, los abusadores eran maestros y sacerdotes. “Este no es un caso de unas pocas manzanas podridas, aquí fallaron las instituciones más importantes de la sociedad”, dijo la comisión investigadora. Esta comisión recomendó a la Iglesia Católica que levante el secreto de confesión en casos de pedofilia y otros abusos sexuales. También pidió que elimine el celibato.
Morrison dijo que se creará un museo para recordar a las víctimas y se difundirán informes anuales, para verificar el cumplimiento de las recomendaciones oficiales. Ya se esta- blecieron indemnizaciones para las víctimas: cada una cobraría 150.000 dólares australianos, equivalentes a 106.733 dólares o 92.694 euros. Pero los trámites de cobro provocaron quejas por las demoras burocráticas.
Katie, que hoy es una anciana de 96 años, contó que cuando tenía 6 años estuvo al cuidado de las monjas de Saint Joseph, en un orfanato del norte de Sídney, donde fue maltratada por las religiosas y violada por una de sus compañeras. “Cuando se trata de abusos sexuales, no creo que muchas personas se den cuenta de que es una pena perpetua”, comentó Katie, entrevistada por la cadena televisiva ABC. La anciana se quejó porque aún no tiene noticias del plan nacional de indemnizaciones, aprobado por los gobiernos provinciales y municipales del país.
Entre los sobrevivientes que presenciaron el discurso de Morrison había personas de la ciudad de Ballarat, en el sur de Australia, que fue el centro de una red de curas que intercambiaban chicos abusados. En Ballarat nació e hizo carrera el jefe de finanzas del Vaticano, cardenal George Pell, quien hoy es procesado en Australia por abusos. “Hagan algo serio, protejan a la gente, pónganle impuestos a la Iglesia hasta que se arrodillen”, comentó Paul Tatchell, un ex concejal de Ballarat. Entrevistado por la cadena ABC, Tatchell dijo que cuando era un niño fue abusado por un sacerdote. El pedido de perdón de Australia llegó en el mismo año en que un arzobispo jubilado, Philip Wilson, fue condenado a un año de arresto domiciliario por encubrir abusos sexuales del fallecido sacerdote Jim Fletcher contra dos monaguillos. ■
Más de 4.500 personas denunciaron abusos cometidos por 1.880 curas desde 1980 a 2015.