Clarín

“Todavía soy una promesa”

En su novena temporada al frente de “Sarasa” (de 13 a 17, La 100) celebra algo más importante que ser primero en su franja: cuatro años lejos del cáncer de garganta que le cambió la voz, pero no el estilo.

- Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

Cuando estruja el micrófono, el dibujo de su brazo derecho parece tomar relieve. Cuestión de fibra. El tatuaje tiene la misma cantidad de años que su historia con la radio: un cuarto de siglo. En épocas de su debut radiofónic­o en FM Energy se tatuó “la plapla”, una letra inexistent­e en el abecedario, cuento de María Elena Walsh que lo define. Una oda “a los diferentes, a los dejados de lado, a los que siempre se sintieron bichos raros”. Bicho de aire Ronnie Arias, con su Sarasa (La 100, novena temporada, junto a Alejandra Salas), lidera la franja de 13 a 17, según mediciones de Ibope.

Hay otro tatuaje importante que constituye su historia. Un pez Koi que atraviesa su espalda hasta el coxis. Decidió filetearse la piel cuando murió Juan Castro, en medio de una extraña teoría: un gran dolor solamente podrá ser bloqueado por otro dolor, uno físico.

Pez en el éter, el hábitat natural de Horacio Jorge Arias es un estudio, pero no de televisión. Desde comienzos de los noventa, cuando Bebe Sanzo lo invitó a su ciclo de Energy, no dejó de pedalear. Escamas y ciclismo desde San Telmo hasta la fábrica de San Justo en la que funcionaba aquella emisora montada en un living.

No será Cristiano, pero este Ronaldo lanza sus firuletes verbales. A los 56 años, celebra el cuarto aniversari­o desde que se despegó de un cáncer de garganta. En 2012, cuando tomaba clases de canto, sufría disfonía recurrente­mente y le atribuía el problema al abuso de los falsetes. Una biopsia se volvió un terremoto. Tuvo que iniciar un tratamient­o. Fueron 42 sesiones de rayos, de lunes a viernes, con asistencia perfecta. Tosía con sangre, apenas podía alimentars­e “a proteína líquida” y, casi mudo, se puso a escribir parte de lo que hoy es el libro: Fama, cómo ser una estrella del pop.

Ronnie es pop, pero también rock & roll. Su amigo Fernando Peña lo llamaba “voz de mierda”. Antonio Gasalla destacaba su voz “aguardento­sa”. Una curiosidad: desde sus inicios hace “radio de pie”. Nada de sillón. “La energía de una persona parada es exponencia­lmente superior”, explica. Después del tumor no recuperó el tono. El estilo es inmutable.

-¿Cómo está esa voz hoy? -Maravillos­a. Con ataques de alergia, pero maravillos­amente. El otro día me encontré con María Laura Santillán y me dice: “¿Sabés que me encanta tu voz nueva? A veces me descoloca porque espero tu grito chillón”. Después de la cirugía se me bajó una octava.

-¿Vos te escuchás distinto?

-No, soy una bestia, no me doy cuenta. Me doy cuenta cuando canto: no tengo el caudal de aire de antes. Yo imitaba a Libertad Lamarque y ya no lo puedo hacer. Pero bueno, es esto antes que quedarme mudo. Como mimo hubiera sido fatal.

Creo que la TV me necesita y que me equivoqué en algún momento en dejarla. No hice el gran programa aún”.

Intenté hacer panelismo. Pero soy un inútil. No sé hablar sin saber. Puedo preguntar de todo sin saber, pero opinar, no”.

-¿Hay mera radio tanta que diferencia hacías hace desde 25 esa años pria hoy? -Ninguna. En Energy teníamos un

clock riguroso. Si no redondeába­mos cuando teníamos que redondear, nos cagaban a pedos. Es lo mismo que estoy haciendo ahora. -Estás haciendo una radio como “futurista”: a la hora de la música, tu oyente elige qué género escuchar (vía web) entre varias opciones que le da la emisora. ¿Eso desvirtúa un poco la esencia de la radio? -¡No! Para mí es un ejercicio mental maravillos­o que le recomiendo a otros conductore­s. Tenés que saber concretame­nte sintetizar, porque todo está cronometra­do para el momento en que termino de hablar y el oyente elige un tipo de música. Tenés que salir a competir, como sale hoy la tele abierta ante Netflix, Amazon, Prime, Apple Video. Yo tengo Flow, Fox, HBO Apple... Casi no miro TV abierta. -¿Cómo se explica el fenómeno Aspen, segundos en las mediciones de tu franja, por ejemplo? -No es un fenómeno nuevo. Música para un segmento de 35/45…

-Pero lo extraño que es funcione en 2018. Un locutor, música nomás. ¿Eso habla de qué? ¿El oyente se conforma con una buena voz y una buena lista de temas? ¿No necesita más? -Hay radio para todos. Una en la que se habla mucho, que puede ser el tercer puesto (Pop), una como Aspen, todo música. Y una como La 100, líder, que te ofrece las dos cosas equilibrad­as. Muchos no saben que sigue existiendo talk radio, radio musical y una radio que hace mix. Una cosa es lo que hace Santi Del Moro, y otra Guido, Lape (Lapegüe) o yo. Cada vez se le va quemando menos la cabeza a la gente. -¿Qué creés que busca la mayoría?

- Ser feliz. El oyente está muy tenso, abigarrado, la informació­n lo tiene sacudido. El oyente de FM quiere que lo hagas reír, que si le contás una noticia lo hagas desde la ironía. No quiere que le estés quemando la cabeza: para eso está la AM. ¡Y hay un montón de chicos escuchando radio! -Estás derribando una teoría. ¿Chicos escuchando radio hoy?

-Mi sobrina de 13 años escucha radio cuando llega al auto y elige qué radio. Existe un fenómeno de Radio Disney también. -¿Decís que hay una esperanza de que el pre-adolescent­e sea un potencial oyente y la audiencia no quede en un target envejecido nomás? -Sí. Hay un gran potencial en los chicos que escuchan en el auto.

-Estás como silencioso televisiva­mente hablando. ¿Alejado de la TV, por necesidad, por deseo o por qué? -Estoy buscando algo que me divierta. Sé que no hay un mango, pero la crisis es la gran oportunida­d para los contenidos. Kaos nació en la crisis, por ejemplo. Pasa que acá buscan la fácil. Y el panelismo es lo más fácil. -¿Y cómo te llevás con el panelismo?

-Lo intenté. Soy un inútil. No sé hablar sin saber. Puedo preguntar de todo sin saber, pero opinar sin saber, no, prefiero quedarme callado. No se puede hacer sarasa. -Existe la idea general de que hacer panelismo es “sarasa” y de que es un

sistema perverso: trabajar gratis o casi gratis. -En algunos casos casi gratis, no en el mío. Tenés que tener una base de conocimien­to de lo que estás hablando. Yo no puedo opinar de economía. El panelismo está subestimad­o porque hay demasiado, se abusa de él. -Una contradicc­ión: decís que casi no mirás tele abierta, pero te interesa hacerla y que sobreviva... -Es que no me interesan los contenidos de este momento de TV abierta. Me gustan Bendita, los noticieros, alguna cosa más. Pero hasta ahí. La gente se está fugando. O se ponen las pilas con los contenidos o el streaming se la va a chupar. -Decenas de emisoras en crisis, quiebra. ¿Cómo se reinventa y se salva nuestra radiofonía? -Eso tiene que ver con problemas de administra­ción, no de audiencia. Cada vez se reduce más el negocio. Pero a la larga los empresario­s van a descubrir que son medios que valen la pena. Es como pensar que la fotografía se va a morir. Es más probable que muera el papel antes que la radio: y no por interés, sino por costo del papel.

Historia de un debut

La radio llegó a la vida de Ronnie después de la era del “reviente”. Ya había quedado lejos el “Ronaldo” mecánico, ayudante en el taller Roque de

rectificac­ión de cintas de freno. O el empleado de la perfumería Chiche de la Avenida Nazca. Había regresado de España -Ariel Rot lo bautizaba el terror de Malasaña- y escribía para la revista, Venus. El encuentro era inevitable: “Te quiero como columnista de espectácul­os”, le dijo Bebe Sanzo. Terminó co-conduciend­o.

“Energy era una radio súper importante. Me acuerdo que Mario Pergolini gritaba por Rock & Pop: ‘Que le cierren esa radio a Pierri’. Llenamos Obras con las fiestas que hacíamos. El tándem era impresiona­nte: Julián Weich, Miguel Ángel Rodríguez, Bebe, Viviana Canosa”, recuerda. “Ya estaba completame­nte rescatado. Había dejado de fumar. Estaba reconstruy­endo mi vida, ya estaba desintoxic­ado, limpio. Era una bocasucia infernal. Me escuchaba Romina Yan, se reía tanto de las maldades que yo decía de Cris, y me llamaron para trabajar. Un conductor abiertamen­te gay no estaba en el horizonte, pero Gustavo Yankelevic­h se lo veía venir. Fui productor muchos años en Telefe. De ahí pasé a E! Y ahí me conoció Adrián Suar, me llevaron a El Trece, me eligieron para Kaos. La radio fue el puente”.

FM Horizonte, Rock & Pop, Metro, en ese orden. En enero de 2010 lo convocaron desde La 100. Desde entonces se volvió adicto a las redes sociales y sus morisqueta­s son casi su propio medio. “Hoy a la mañana viajé en subte, me saqué fotos e hice un collage de estrellas en el metro. Mirá: 2500 likes, 22 mil visualizac­iones”, muestra fanatizado la “ventanita” de su celular. -¿Sos esclavo de eso?

-Es mi segundo trabajo. ¿Sabías que los argentinos somos los usuarios que menos dan likes en el mundo? -¿Eso habla de nuestro egoísmo?

-No. Nos gusta espiar, pero no nos gusta que la gente sepa que espiamos. Yo a veces me desespero: pongo algo genial a una hora que me recomienda Instagram, pero tengo 900 likes nomás. El algoritmo es así. -¿Estás obsesionad­o con el like?

-No, con la visualizac­ión. Cuanta más gente da like, cuantos más comentario­s hay, Instagram reacciona y muestra a más personas tu laburo. ¿O a vos no te gusta que tu nota sea la más leída? A mí me gusta que el meme con el que me estuve rebanando la cabeza lo vean 300 mil personas. -¿Ego?

-¡Claro! No hay otra cosa que no sea el ego. Si las redes sociales no me pagan. -Contame cuál fue el peor día de tu vida en el que hiciste radio igual, con toda la tristeza a cuestas. -Cuando se murió mi viejo. Falleció un domingo por la noche y el martes ya estuve al aire. Lo había despedido con una fiesta y se lo tenía que contar al oyente. Es así: mi viejo genético murió a mis 4 años. Que una mina de 27 años que se queda viuda, se ponga en pareja con un hombre que la acepte con 5 hijos y que construyan una vida por delante es algo de lo que hay que estar agradecido. A César nos turnábamos para cuidarlo en su casa. El día que le tocó a mi hermana médica cuidarlo, se murió de la mano de ella. Ella me llama y me dice: “Vení que falleció”. Le dije: “Esperá. Tengo una lasagna de berenjenas. Ustedes salgan a comprar bebidas”. Mientras él estaba muerto en el otro cuarto, celebramos por lo que fue. Y me fui al lugar donde soy feliz, la radio. “Oyentes, ésta es mi verdad”. -Sien la radios os feliz :¿ Para que necesitá sala televisión?

-Creo que la televisión me necesita. Y que me equivoqué en algún momento en dejar la TV. Yo no hice el gran programa aún. Todavía soy una promesa. ■

 ?? MAXI FAILLA ?? Conductor pop. Ronnie, de 56 años, quiere volver a la TV. Se arrepiente de haber dejado ese medio, pero “la paz” la encuentra en la radio.
MAXI FAILLA Conductor pop. Ronnie, de 56 años, quiere volver a la TV. Se arrepiente de haber dejado ese medio, pero “la paz” la encuentra en la radio.

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